En la década de 1990 la economía de China crecía a toda velocidad, y a medida que avanzaba el siglo XXI sorprendia cada vez más al mundo por su continuo y admirable ascenso. Quizás, lo que pocos saben, es que durante gran parte de este período, es más, desde la década de los 70, los Estados Unidos han sido en parte responsables, beneficiarios y partidarios de la transformación de China de un país agrícola aislado a un gigante industrial del primer mundo.