Por Lorraine Chow
Para EcoWatch*
En estos momentos, el glifosato, que es el principal componente de Roundup –el producto insignia de Monsanto–, es “el herbicida más profusamente utilizado en el mundo”, según un informe publicado por periódico revisado por pares Environmental Sciences Europe.El trabajo, “Trends in glyphosate herbicide use in the United States and globally” (Tendencias en la utilización del herbicida glifosato en Estados Unidos y todo el mundo), revela que desde el comienzo de la comercialización de Roundup en 1974, en Estados Unidos se han utilizado más de 1.600 millones de kilogramos de glifosato, es decir, el 19 por ciento de los 8.600 millones de kilogramos del herbicida aplicados en todo el mundo.
En el ámbito global, el empleo del glifosato se ha multiplicado casi por 15 desde que en 1996 fueron introducidos los cultivos “Roundup Ready”, señala el documento. Estos cultivos –soja, maíz, colza, alfalfa y algodón– están genéticamente modificados para soportar la aplicación directa de Roundup, esto es, el producto mata solo las malezas.
Informe Explícito: Glifosato, el reinado de Monsanto
“En estos momentos, el cultivo de plantas genéticamente modificadas para que toleren el herbicida explica alrededor del 56 por ciento del empleo mundial de glifosato”, escribió el economista especializado en agricultura doctor Charles M. Benbrook en el estudio que estamos comentando. “En Estados Unidos, ningún pesticida se ha acercado ni remotamente a un uso tan intensivo y extendido.”
Según su estudio, dos tercios del volumen del glifosato aplicado en Estados Unidos entre 1974 y 2014 han sido rociados solo en los últimos 10 años. “Probablemente, el espectacular y rápido crecimiento del uso del glifosato contribuirá a que se ocasionen consecuencias adversas en el medio ambiente y en la salud pública”, advirtió Benbrook. En su documento, Benbrook menciona otros estudios científicos que vinculan la exposición al glifosato con problemas hepáticos y renales, e incluso con el linfoma no-Hodgkin.
En marzo de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de la Salud declaró inicuamente que el glifosato era un “posible carcinógeno”.
En el pasado septiembre, atendiendo a la decisión de la IARC, la Oficina Medioambiental y de Evaluación del Riesgo Sanitario (OEHHA, por sus siglas en inglés) del estado de California hizo pública su intención de incluir el glifosato en la lista estatal de productos químicos conocidos por provocar cáncer, convirtiéndose así en el primer estado del país en dar ese paso.
Otro problema que crece debido al uso del glifosato es el desarrollo de “supermalezas” resistentes a los herbicidas. Un informe de Food & Water Watch dado a conocer en 2013 relaciona la veloz proliferación en Estados Unidos de cultivos genéticamente modificados y los pesticidas asociados con ellos con el surgimiento de “supermalezas” resistentes al herbicida, lo que ha conducido a un incremento sostenido de la utilización de herbicidas cada vez más peligrosos.
Monsanto está enfrentando una oleada de críticas por parte de los ambientalistas y cada vez más demandas judiciales por el uso del polémico producto químico.
En septiembre de 2015, dos trabajadores agrícolas estadounidenses llevaron separadamente a juicio a Monsanto alegando que la empresa era la responsable del cáncer que padecían. Declararon también que la compañía “falsificaba datos” y que “realizaba una larga prolongada de información errónea” para convencer al público, a los trabajadores rurales y a los organismos del Estado respecto de la seguridad de Roundup.
Según Horticulture Week, Monsanto dijo que no había nada nuevo en el estudio de Benbrook. Pero él espera que su trabajo “estimule más investigación sobre la utilización del glifosato y las patrones de exposición humana y medioambiental al químico para que los científicos puedan detectar rápidamente cualquier problema que pudiera aparecer o empeorar debido a la exposición al glifosato”.
Sin embargo, Monsanto lleva mucho tiempo sosteniendo que su producto –gracias al cual en 2015 facturó 4.800 millones de dólares– conocido en todo el mundo es seguro. El gigante del agronegocio también ha negado con vehemencia cualquier vínculo entre el glifosato y el cáncer, exigiendo una retractación de la IARC respecto de su informe; además, el mes pasado entabló una demanda judicial contra el estado de California para evitar que su producto estrella sea incluido en la lista de conocidos carcinógenos.
“Este informe deja en claro que el uso del glifosato junto con el predominio de cultivos genéticamente modificados ha producido una creciente amenaza para la salud pública tanto en Estados Unidos como en todo el mundo”, declaró la analista política Mary Ellen Kustin a Environmental Working Group.
“Durante la última década, los productores agrícolas han rociado sus cultivos con miles de millones de kilogramos de un producto químico que últimamente está considerado como probable carcinógeno para los seres humanos. Esto se ha incrementado cada año en la mayor parte de las tierras cultivables de Estados Unidos. El cada vez mayor volumen de este tóxico desmalezador es un claro indicativo de que la dependencia del glifosato dice que algo anda mal en el agro.”
Peter Melchett, director de políticas de la Soil Association coincide con lo dicho más arriba: “Esta investigación revela que hoy en día el glifosato de Monsanto es el desmalezador más intensamente utilizado en la historia; su uso se ha disparado exponencialmente. Cerca del 75 por ciento del glifosato rociado sobre los cultivos desde que empezó su comercialización lo ha sido en los últimos 10 años”.
“Este enorme incremento de la fumigación química es lo que podemos esperar en correspondencia con el incesante crecimiento de los cultivos transgénicos en Inglaterra. Al mismo tiempo que el glifosato ha sido identificado como posible carcinógeno para el ser humano, la investigación señala que estudios recientes han establecido la conexión entre la exposición a este producto químico y la cantidad de serias afecciones como cáncer, deterioro del hígado y los riñones, y el linfoma de no-Hodgkin. La investigación pone en cuestión la inocuidad del glifosato en cultivos destinados a la alimentación humana tan pronto como son cosechados; una práctica cada día más usada en el Reino Unido, que debe acabar.”
*Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García.