La presidenta brasileña, Dima Rousseff, se encuentra a un paso de enfrentar un juicio político con miras a su destitución, después de que la Cámara de Diputados decidiera por 367 votos frente a 137 que el proceso deberá proseguir en el Senado. Durante la votación que dio luz verde al “impeachment” contra la presidenta, los legisladores ofrecieron un espectáculo más propio de un circo que de un recinto parlamentario. Un show en el que incluso se llegó a dedicar el voto a favor de la destitución a la memoria del general que torturó a Rousseff cuando fue encarcelada durante la dictadura militar.
Banderas, pancartas a favor y en contra del Gobierno, gritos, descalificaciones, abucheos y hasta canciones marcaron una jornada que debía ser histórica para el futuro del país y que derivó en el delirio cuando se confirmó la derrota del Gobierno.
El congresista Jair Bolsonaro dedicó su voto a favor de la destitución al Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, torturador de la dictadura. Ustra, que falleció en 2015, fue condenado por secuestro y tortura. “Por la familia, la inocencia de los niños en las aulas, que el PT nunca tuvo, contra el comunismo, por nuestra libertad en contra del Foro de Sao Paulo, por la memoria del Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Rousseff, el ejército de Caxias, las Fuerzas Armadas, por Brasil encima de todo y por Dios por encima de todo, mi voto es sí”, dijo. El diputado es conocido por sus posiciones homófobas y racistas. Su hijo Eduardo Bolsonaro, también diputado, hizo señales de ametralladora mientras votaba.
[youtube]IbTi5DYFr40[/youtube]“Yo soy brasileño, con mucho orgullo, con mucho amor”, entonó la oposición arrastrada por el frenesí cuando el opositor Bruno Araújo pronunció el voto 342 a favor del juicio contra la presidenta y confirmó la derrota del Gobierno. “Cuánta honra me reservó el destino para dar este grito en nombre de todos los brasileños”, dijo el diputado del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) al dar la victoria a la oposición, que estalló al grito de “Fora Dilma” y rodeó a Araújo como si fuera el goleador que hubiera dado el triunfo a la selección nacional en la final de un Mundial.
Poco después, Cuhna confirmó el avance del proceso de destitución contra la presidenta y la oposición entonó el himno nacional agitando banderas y enarbolando pancartas contra Rousseff.
Fue el colofón a una sesión que por momentos se acercó al surrealismo y mostró escenas más propias de una discusión callejera que de un debate parlamentario. Solo un puñado de diputados habló del maquillaje de las cuentas públicas que ha servido de pretexto para el juicio, muchos invocaron a Dios, a la Patria y a la familia antes de emitir sus votos, aunque hubo también quien se encomendó a “Santa María Magdalena” o quien justificó su decisión por “el futuro” de sus hijos.
“Contra la demagogia, por un gobierno decente”, gritó un miembro de la oposición para argumentar su apoyo al proceso, sin reparar en que más de un centenar de los legisladores que participaron en la sesión tiene cuentas pendientes con la Justicia.
“Esto pasará a la Historia como la mayor farsa de la democracia brasileña. Una presidenta juzgada por un tribunal compuesto por un presidente del Parlamento y más del 50 por ciento de sus miembros acusados por la Justicia”, denunció Waldenor Pereria, del gobernante Partido de los Trabajadores (PT).
“Pedí a Dios que me diese sabiduría para hacer un voto con dignidad, pedí a Dios que me iluminase en este momento, para votar a favor del ‘impeachment”, espetó un diputado opositor.
“Pocas veces escuché tantas menciones al nombre de Dios en vano”, protestó un legislador del PT, cansado de las invocaciones divinas. Hubo quien fue más allá en la justificación de su voto, como Jean Willys, exparticipante del programa Gran Hermano, que envuelto en una bandera roja cargó contra “los ladrones, torturadores, analfabetos políticos y vendidos”, y, en nombre “del pueblo negro”, votó “contra el golpe” y se despachó llamando “canallas” a los opositores y escupiendo en dirección a uno de sus adversarios políticos.
Y hubo también quien aprovechó para saldar cuentas pendientes familiares, como un opositor que agarró el micrófono para agradecerle a su tía Eurídice por educarle y cuidarle en su infancia. Uno de sus compañeros volvió al micrófono después de votar para mencionar a su hijo y otra votó por sus nietas. “Nunca vi tanta hipocresía junta por metro cuadrado”, se lamentó una aliada del Gobierno sin disimular su frustración.
Fuente: La Vanguardia