En la audiencia del Megajuicio de Lesa Humanidad realizada este martes en Tribunales Federales se explayó la Fiscalía sobre el aparato represivo desplegado en la Penitenciaría de Mendoza contra los presos políticos por parte del Ejército y los penitenciarios, quienes actuaban como un grupo de tareas conjunto.
"Veían a los presos políticos como enemigos, algunas personas fueron especialmente maltratadas, como Antonio Di Benedetto", señaló en su testimonio Nilo Torrejón, tal como recordó en su alegato Daniel Rodríguez Infante, uno de los miembros de la Fiscalía.
Rodríguez Infante desgranó punto por punto las torturas físicas y psicológicas a las que eran sometidos los presos políticos: desde las rutinas de palizas interminables en los "chanchos", como se conocía a los calabozos donde los llevaban, a las sesiones de flexiones con penitenciarios sentados sobre sus espaldas a las que obligaban a los detenidos por razones políticas y los maltratos durante los traslados por comisarías y centros clandestinos de detención.
"El Ejército y el Servicio Penitenciario maltrataban presos juntos y actuaban a tal punto como grupos de tareas que las víctimas eran incapaces ya de distinguir cuál era cuál. Eran una patota organizada que se distribuía tareas", señaló Rodríguez Infante.
"Nos daban palazos en la cabeza desde que salíamos de la penitenciaría hasta Devoto", ilustró un tramo de un testimonio el fiscal acerca de los traslados en los que los detenidos eran golpeados y torturados psicológicamente.
Algunas de las víctimas de estas operaciones represivas fueron, además de Di Benedetto -el escritor y director de Los Andes- Fernando Rule, Daniel Ravanal, Carlos Cangemi, Pablo Seydell, Francismo Maya, Nilo Torrejón, entre una extensa lista de nombres.
Entre los 31 imputados se encuentran los ex jueces federales Luis Miret, Guillermo Max Petra Recabarren, Rolando Evaristo Carrizo y Otilio Romano.
Di Benedetto, detenido en las primeras horas del golpe
Pocas horas después del golpe militar del 24 de marzo de 1976, el escritor y periodista Antonio Di Benedetto fue detenido por el gobierno de facto: se lo llevaron del edificio donde funcionaban Los Andes y Andino, los diarios que dirigía. Su colega, Rafael Morán había estado con él horas antes de que lo detengan. “Me están buscando”, le dijo y agregó: “se ve que están mal informados, porque fueron a lo de mi hermana y hace veinte años no vivo ahí”.
A los 54 años, el escritor de obras cumbres de la literatura argentina como Zama, El silenciero y Los suicidas, y varios libros de relatos, entre ellos Mundo animal, sospechaba que las fuerzas represivas lo perseguirían por sus convicciones políticas, pero jamás se imaginó terminar en una celda oscura, aislado de sus familiares y amigos.
Fue uno de los primeros detenidos en Mendoza, donde vivía y trabajaba. Figuraba en la lista de “subversivos” que distribuyeron los jefes de la represión en Cuyo. En el libro “Antonio Di Benedetto, periodista”, de Natalia Gelós, se explica que el escritor había publicado, a partir de 1972, notas sobre la represión policial y los atentados de grupos parapoliciales, fotos de presos e información acerca de procedimientos irregulares, desafiando la censura. Esa línea de conducta fue suficiente para que los represores lo “marquen” como un defensor de la guerrilla: el enemigo ideológico que, a partir de los ´70, fue el blanco del Ejército y de la Triple A.
El Ejército había iniciado una seguidilla de arremetidas contra la prensa. Primero, atacó el Sindicato de Prensa de Mendoza. Más tarde, fue por el “pez gordo” del periodismo mendocino, Los Andes. El jefe de noticias, Pedro Tránsito Lucero, también había sido detenido. Cuando los militares entraron a la redacción, Di Benedetto se descompuso y pidió que no lo sacaran por la puerta principal del diario, sobre la calle San Martín, donde la gente se agolpaba para seguir las novedades en una pizarra.
Juan Carlos Schiappa de Azevedo, miembro del directorio de Los Andes, y Osvaldo Lima y el abogado de la empresa, salieron con él por la puerta trasera del edificio. Los tres hombres partieron en un auto que se dirigió al Liceo Militar General Espejo, a cargo del coronel Carlos Horacio Tragant.
Fuente datos sobre Di Benedetto: Archivo Infojus