Megajuicio contra exjueces: "La impunidad se advertía en las palabras que usaban para omitir investigar"

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"Romano y Miret sabían que detrás de las desapariciones y secuestros estaba el Ejército. El acta que llegó a sus manos sobre el destino de Moriña hablaba de personas encapuchadas entrando a su casa y llevándoselo. Y concluyeron que no había delitos. Encapuchados secuestrando. Y no había delito para ellos", recalcó el fiscal Dante Vega, que este lunes continuó sus alegatos en el Megajuicio contra los exjueces OtilioRomano, Luis Miret, Rolando Carrizo y Max Petra por complicidad y ejecución primaria de delitos de lesa humanidad.

Fue mientras detallaba la causa de Luis Moriña, un joven estudiante de medicina, detenido en noviembre de 1975. Inicialmente el Ejército admitió tenerlo bajo su jurisdicción hasta que, en diciembre, el general Maradona informó que Moriña se había fugado. Por posteriores testimonios de sus compañeros se supo que murió debido a las torturas en un predio del Ejército. En los Habeas Corpus presentado por sus familiares intervinieron Miret y Romano, y quedaron abiertos.

"La impunidad que brindaba la justicia federal se advierte en las palabras que usaban para omitir investigar. Ellos ordenan el archivo de las actuaciones cuando llevaba 4 meses desaparecido. Podrían haberle salvado la vida de haber hecho sólo lo que tenían que hacer. Pero mandaron la causa al archivo", puntuazó Vega.

La primera fuente de investigación que desecharon los exjueces fue la de los hábeas corpus, rechazados sistemáticamente. Para el fiscal, se trata de la fuente de investigación más emblemática de todas. “No se resolvió uno solo, no se hizo lugar a ninguna investigación”, afirmó.

Ezequiel Ander Egg e Irma Zamboni de Ander Egg

En su alegato contra los ex jueces, Vega se refirió también a la causa del secuestro de Ezequiel Ander Egg.

La casa de los Ander Egg fue asaltada y Ezequiel se hallaba con paradero desconocido. El Hábeas Corpus presentado por la familia fue rechazado por Miret, luego corregido por la Cámara Federal, que le ordena investigar, y Miret entonces rechazó el HC sin costas para la demandante.

Tiempo después fue colocada una bomba en el garaje de la casa. El juez actuante, en este caso Romano, no investigó lo sucedido con Ander Egg y tampoco el atentado contra su casa.

El hecho que no mereció objeto de investigación para Miret y Romano ocurrió el 22 de noviembre de 1975: ante el aviso de una vecina, Irma Zamboni salió a la puerta de su casa cuando llegaban dos automóviles sin matrícula del que se bajaron 9 hombres de civil, armados y a cara descubierta, los que pretendían entrar a su casa, buscando a su marido.

Zamboni comenzó a gritar pidiendo ayuda y le avisó a Ander-Egg que cerrara por dentro y se fuera. Se sucedieron golpes a la puerta, e incluso tiros para tratar de abrir, de parte de la patota, mientras ella gritaba.

Finalmente, la hicieron callar tapándole la boca y dándole una bofetada, la subieron a uno de los autos y la trasladaron hasta la comisaría 6ta. Luego, regresaron a la casa, revisaron todo, sustrajeron libros, ficheros, documentos de identidad y US$ 3.000 que su marido había cobrado de un trabajo para Naciones Unidas.

Al día siguiente, por consejo de un amigo, fue a la casa de Miret a pedirle que investigara lo ocurrido. En su derrotero llegó a entrevistarse con el jefe de la Policía Mendoza, Julio César Santuccione y con el general Maradona, quien le advirtió que si era secuestrada “ellos no eran responsables”.

Ante la grave amenaza decidió irse del país. El Consejo Mundial de Iglesias se hizo cargo del costo de los pasajes a Madrid, adonde se reencontraron con Ander Egg y comenzaron el exilio.

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