“La madre no se vende. Mucho menos la Madre Patria”, señaló el papa Francisco en vísperas de la fiesta por el Bicentenario de la Independencia de su país. Se trata de un texto en primera persona, en el cual se mostró cercano a los enfermos, a quienes no tienen trabajo y sufren “todo tipo de necesidad”. Una misiva con un mensaje oculto, encriptado en una cita bíblica, y que invocó la protección divina contra “las colonizaciones” de cualquier tipo.
Este 9 de julio se celebran los 200 años del acta de independencia de las Provincias Unidas de Sud América. Dos siglos de existencia de una nación que luego sería conocida como Argentina. Con ese motivo, Jorge Mario Bergoglio decidió enviar la carta dirigida a José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal del país.
En la misiva, que incluyó un saludo a las autoridades nacionales y a “todo el pueblo argentino”, el pontífice deseó que la celebración “nos haga más fuertes en el camino emprendido por nuestros mayores hace ya doscientos años”.
“De manera especial quiero estar cerca de los que más sufren: los enfermos, los que viven en la indigencia, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, los que son o fueron víctimas de la trata, el comercio humano y la explotación de personas, los menores víctimas de abuso y tantos jóvenes que sufren el flagelo de la droga. Todos ellos sufren el duro peso de situaciones, muchas veces límite. Son los hijos más llagados de la Patria”, constató.
Y agregó: “Sí, hijos de la Patria. En la escuela nos enseñaban a hablar de la Madre Patria, a amar a la Madre Patria. Aquí precisamente se enraíza el sentido patriótico de pertenencia: en el amor a la Madre Patria. Los argentinos usamos una expresión, atrevida y pintoresca a la vez, cuando nos referimos a personas inescrupulosas: ‘este es capaz de vender a la madre’; pero sabemos y sentimos hondamente en el corazón que a la Madre no se la vende, no se la puede vender… y tampoco a la Madre Patria”.
Más adelante, Bergoglio reconoció que la celebración del bicentenario se proyecta más allá de los límites del país, hacia la “patria grande que soñaron San Martín y Bolívar”. Una realidad, siguió, que une a la región como una “familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos”. Por esa patria grande, agregó, también se reza en esta celebración: “que el Señor la cuide, la haga fuerte, más hermana y la defienda de todo tipo de colonizaciones”.
Instó a seguir caminando y mirar hacia adelante, con el apoyo especial de los ancianos y los jóvenes. Es más, el Papa solicitó a estos dos grupos “ayuda” para seguir transitando hacia el destino. A los mayores, los “memoriosos de la historia”, les pidió “animarse a soñar” sobreponiéndose a la “cultura del descarte” que “mundialmente se nos impone”.
“A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroísmo. Sólo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, la Patria podrá ser libre. Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que –inspirados en esos mismos sueños- corran hacia delante con la creatividad de la profecía”, insistió.
"Entonces incluyó, en la carta, un mensaje encriptado en una cita bíblica. Se dijo convencido 'de que nuestra patria necesita hacer viva la profecía de Joel'. Agregó, entre paréntesis, una referencia al libro bíblico de Joel, capítulo 4, versículo 1. No explicó más, pero si se revisa la Biblia se descubre que ese texto habla del severo juicio de Dios contra las naciones extranjeras que se aprovecharon de Israel, que dispersaron a mi pueblo y se repartieron mi tierra. Echaban suertes sobre mi pueblo, cambiaban a un muchacho por una prostituta, vendían a una muchacha por vino y se lo bebían, se lee allí. '¡Ustedes, que sacaron mi plata y mi oro y se llevaron a sus templos mis tesoros preciosos! Yo los haré resurgir del lugar donde ustedes los vendieron y haré recaer esas represalias sobre sus cabezas', añade más adelante la sagrada escritura", señala el Vatican Insider.
Al final de su misiva, Francisco se despidió con estas palabras: “Pido a Dios, nuestro padre y señor, que bendiga nuestra Patria, nos bendiga a todos nosotros; y a la Virgen de Luján que, como madre, nos cuide en nuestro camino”. Concluyó con su ya famosa solicitud: “Y, por favor, no te olvides de rezar por mí”.
Fuente: Vatican Insider