Los talibanes arrasaron con las fuerzas regulares afganas. Las milicias que financiaron y entrenaron Estados Unidos y la Otan durante dos décadas fueron incapaces de contener a los talibanes, que en una semana lograron jaquear Kabul, la capital.
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, huyó el domingo. Lo habían abandonado las milicias regulares, a las que Estados Unidos les encomendó seguir con la guerra que surgió después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Los talibanes ingresaron a Kabul horas después.
En pánico, las embajadas se vaciaron y los extranjeros huyeron. Helicópteros estadounidenses evacuaron al personal de su embajada. Antes, los empleados tienen que limpiar las pruebas de la ocupación. El humo de las hogueras denunció la quema de los documentos importantes en plena retirada.
El presidente afgano salió en dirección a Tayikistán, según fuentes citadas por la agencia italiana ANSA.
También son muchos los civiles que huyen de Kabul. Se produjeron colas en los cajeros automáticos de gente que quiere recuperar sus ahorros de toda la vida.
Los talibanes se apoderaron de casi todo Afganistán en poco más de una semana. De nada sirvieron los miles de millones de dólares gastados por Estados Unidos y la OTAN durante casi dos décadas para reforzar las fuerzas de seguridad del país.
Euronews informó que el ministro de Interior en funciones, Abdul Sattar Mirzakwal, aseguró en un mensaje televisado que no se producirá ningún ataque en Kabul y la transición de poder se llevará a cabo de manera pacífica, según recoge el canal local Tolo, y garantizó además a la población que serán protegidos por las fuerzas de seguridad.