Por Pablo Giuliano, corresponsal de Télam
Las divergencias entre Colombia y Brasil sobre la explotación de hidrocarburos en áreas de selva han marcado parte de la antesala de la cumbre amazónica que comienza este martes en Belém, estado de Pará, y que busca unificar acciones de los países sudamericanos para reclamar a las naciones ricas financiación y recursos para mantener la selva en pie ante el alarmante avance de los efectos del cambio climático en las poblaciones.
Uno de los objetivos de los meteorólogos es que las acciones son necesarias para evitar que la selva amazónica llegue al llamado "punto de no retorno", es decir, que la devastación no pueda ser solucionada.
La Cumbre Amazónica de Lula busca imponer la diplomacia del cambio climático desde el sur
Según fuentes diplomáticas, la Declaración de Belem que van a firmar 8 presidentes de los países amazónicos aún estaba siendo negociada a raíz de la propuesta colombiana de eliminar cualquier tipo de explotación de combustibles fósiles en esa selva.
Si bien Brasil carece de pozos petroleros en la selva, de la cual tiene el 60%, desde hace un mes hay un debate intragubernamental entre ambientalistas y desarrollistas sobre el pedido de la estatal Petrobras de explotar petróleo submarino en la cuenca ecuatorial, a 500 kilómetros de la desembocadura del Río Amazonas.
La canciller colombiana, Susana Muhamad, propuso una acción "amplia y progresiva" para eliminar la explotación petrolera en la selva amazónica, un tema que afecta a Colombia y sobre todo a Ecuador. Este es un tema que desde 2022 enfrenta a los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro.
"No es tanto el tema de las emisiones de gases de efecto invernadero, sino porque es un poco paradójico seguir pensando en el petróleo frente a la crisis que estamos enfrentando. Estos megaproyectos abren nuevos caminos, fragmentación ecológica, pérdida de biodiversidad y, sobre todo conflicto con las comunidades", dijo la ministra, que se reunió con su par brasileña, Marina Silva.
La cartera de Silva tiene influencia sobre el Instituto de Medio Ambiente (IBAMA), que rechazó en junio por amenazas al ambiente la explotación en aguas profundas de Petrobras frente a las costas del estado de Amapá, un proyecto que está siendo defendido por Lula y fue apelado por la compañía petrolera.
"No hay resoluciones ideológicas y sí técnicas", dijo la ministra Silva, que confirmó que habrá una segunda evaluación del pedido de Petrobras, rechazado por los ambientalistas, que llega en un momento en el cual Lula se posiciona como el líder de la llamada diplomacia climática.
La cumbre es uno de los principales movimientos internacionales de Da Silva, que asumió hace siete meses su tercer mandato y dio un giro radical en la política ambiental e indigenista respecto de su antecesor, Jair Bolsonaro, quien defendía la extinción de las tierras indígenas y la explotación minera y de la soja en las reservas de los pueblos originarios.
La cumbre de Belém que agrupará a los países de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica con sede en Brasilia tendrá por segunda vez en Brasil al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y será el primer viaje internacional de la peruana Dina Boluarte.
El evento, que coloca a Brasil y a Lula como un actor global de los reclamos del sur en busca de compensaciones de los países ricos que hace 200 años llevaron adelante su industrialización afectando al medio ambiente y bosques nativos, también tendrá invitados de otras regiones.
El presidente de Francia, Emmanuele Macron, fue invitado a raíz de que parte de la Amazonía queda en la Guyana Francesa, pero nunca se confirmó su presencia.
Habrá representantes de Alemania y Noruega, los principales donantes al Fondo Amazonia, un fideicomiso abierto por Brasil para llevar adelante políticas públicas para proteger a la población amazónica y preservar la selva del avance del agronegocio y la minería.
Además, los mandatarios de Brasil, Guyana, Surinam, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, integrantes de la OCTA, estarán presentes los gobernantes de República del Congo, República Democrática del Congo y de Indonesia, que poseen las mayores selvas tropicales del mundo.
El documento final de esta cumbre será elevado en noviembre a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la Cop26, que se realizará en Emiratos Árabes Unidos.
En Santarém, sur del estado de Pará, Lula realizó este lunes inauguraciones de corte social y anunció que su trabajo será reclamar a las naciones ricas las compensaciones económicas por la preservación de la selva.
"Los países ricos prometieron desde 2009 100.000 millones de dólares y todavía eso no se ha concretado. Queremos preservar nuestras selvas para crear trabajo decente, facultades, conectividad con internet. Es necesario que los países ricos sepan que la Amazonía no es apenas los ríos y la copa de los árboles, sino millones de personas que quieren desarrollarse. La selva no es un santuario, sino fuente de aprendizaje para que la preservación genere dinero. Es una tarea gigante", aseguró en un discurso el mandatario brasileño.
El canciller brasileño Mauro Vieira informó que durante el fin de semana hubo más de 400 eventos en los Diálogos Amazónicos coordinados por ministros de los ocho países, con 5.000 participantes.
La declaración de Belém será negociada por los cancilleres y ministros de Ambiente.
En conferencia de prensa, la ministra Silva dijo que la primera parte de la cumbre con la sociedad civil fue un "éxito tremendo" para colaborar con la Declaración de Belém.
"La humanidad ha cambiado el régimen de lluvias, las mareas, varios problemas de humedad que provocan el cambio climático. La Amazonia está amenazada y no podemos permitir que lleguemos a un punto de no retorno, para lo cual es imposible trabajar en forma aislada", explicó.
Brasil tiene el 60% de la amazonia y trabaja para tener deforestación cero en 2030. En el primer semestre, la tala cayó 42,5% en la región amazónica, un número que es considerado una victoria de Lula de cara a la cumbre en el marco de su política de neoindustrialización con transición energética.