Madonna, afiebrada, la rompió igual

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La reina absoluta del Pop salió más tarde a escena en el Monumental por un cuadro febril y pidió disculpas. Foto: Télam.

El tañido de las campanas ofició de preludio como una misa pagana, generosa en elementos del sincretismo religioso como cruces, ángeles y mandalas, ya un clásico en el imaginario de la artista que, debido a un cuadro febril demoró su salida a escena hasta las 23.20.

Esta suerte de viaje mítico y musical por la carrera de esta rubia camaleónica, tuvo alusiones francas y directas a la violencia de género y a la oscuridad del mundo actual, especialmente desde las impresionantes imágenes que regalaban las pantallas de video situadas sobre el escenario.

La artista se excusó ante sus devotos por la fiebre que la aquejaba y hasta pidió ayuda para corear sus temas, pero su energía pudo más y esta versión penumbrosa de la otrora “chica material” conmovió desde lo superador de su propuesta.

Girl gone wild abrió la noche, un tema dance de su álbum MDNA y de ahí en adelante los sonidos y la escenografía comulgaron hasta transformar la velada en una performance festiva y oscura a la vez.

La dama Ciccone fue la dueña absoluta de la ceremonia y desplegó su poder empuñando armas y hasta su guitarra como si fuera una pistola al interpretar Revolver y Gang Bang, mientras tanto, la pantalla gigante se bañaba de sangre.

Las imágenes violentas que coparon el majestuoso escenario de la diva fueron una marca del espectáculo que Madonna repetirá en River y en el estadio cordobés Mario Kempes.

Las escenas eróticas, la estética con impronta sadomasoquista, los cueros y las cadenas que recorren los cuerpos perfectos de los bailarines conformaron un recurso potente para dejar al descubierto las fantasías de la mente humana, sin filtro alguno.

Así como a la reina del pop se permite viajar por su repertorio desde la alegría de temas ochentosos como Express Yourself, el clásico del disco Like a Prayer, hasta los aires románticos de Open your Heart, la estética de su propuesta también cobró la fuerza de lo ecléctico.

Esta mujer sabe reinventarse y las familias y jóvenes presentes en el estadio dieron cuenta de la vigencia de este torbellino, quien pidió amor a los gritos a sus devotos, pero dejó la complacencia de lado y lejos de embarcarse en una impronta celebratoria, apostó fuerte a las emociones.

El silencio atento acompañó The Erotic Candy Shop, más logró quebrarse ante sus juegos escénicos con su ambigüedad sexual, capaces de terminar con parte de su cola al aire, durante una versión precisa de Human Nature, un provocador prólogo a la estación más emotiva de su viaje musical.

Don´t Cry for me Argentina, el tema emblemático del filme Evita (1996), de Alan Parker, dejó expuesta la vulnerabilidad de una actriz y cantante en escena que además de exhibir un tatuaje con la leyenda EVA, se arrodilló y reptó ante una multitud conmovida.

La teatralidad de este itinerario musical, por momentos con aires de ópera posmoderna, alcanzó su punto más alto cuando la reina decidió perder simbólicamente su corona y caer en el piso a manos de un bailarín, en clara alusión a la violencia de género tantas veces implícita en escenas supuestamente románticas.

Sus 22 bailarines jugaron a la acrobacia a la perfección y hasta su hijo Rocco, “el amor de mi vida” según palabras de la rubia artista, danzó con belleza para subrayar la potencia dramática de cada tema.

Viejas canciones como Like a Virgin y Like a Prayer fueron los temas que hicieron explotar al predio y sonaron como himnos en una noche donde Madonna dejó en claro que sorprender es lo suyo, aunque el efecto sorpresa deje en silencio a la multitud.

“La dama está de regreso” aulló en algún momento del recital sin bises y al finalizar su viaje por su vasto repertorio, todo parece indicar que nunca se fue y esta eterna “chica material” sigue teniendo el mundo a sus pies.

Fuente: Télam

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