Al menos 30 muertos y cientos de heridos en Egipto después de que los partidarios de Mursi salieran a defenderlo

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Los defensores del presidente derrocado intentaron tomar la sede de la Guardia Republicana en El Cairo, donde supuestamente estaba el primer presidente elegido democráticamente en Egipto. El rol clave de Estados Unidos. 

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AFP Mohamed El-Shahed.

Al menos 30 manifestantes murieron y más de 200 resultaron heridos este viernes luego de que las tropas del Ejército egipcio abriera fuego cuando los partidarios del presidente derrocado, Mohammed Mursi, intentaban ingresar a la sede de la Guardia Republicana en El Cairo, donde supuestamente se encontraría el exmandatario, señala la cadena informativa Telesur.

Según la información de la agencia de noticias rusa RT, "el Ministerio egipcio de Sanidad anunció que se elevó a 10 el número de muertos en los enfrentamientos, además de 210 heridos".

Informaciones no confirmadas difundidas por la agencia AFP, la muerte de las tres primeras víctimas ocurrió cuando los soldados abrieron fuego después de disparar al aire en señal de advertencia cuando la multitud se congregó frente a los cuarteles. Las fuerzas de seguridad acordonaron las barracas de la Guardia Republicana, escribió Reuters.

Los principales dirigentes de los Hermanos Musulmanes están detenidos luego del golpe de Estado que el pasado miércoles derrocó al presidente islamista, Mohammed Mursi, quien fue sustituido de inmediato por Adli Mansur, presidente del Tribunal Constitucional, designado por los militares para liderar el proceso de transición.

El corresponsal de teleSUR en Egipto, Pablo Osoria informó este viernes que en la nación africana hay "un estado de emergencia porque la formación política de la Hermandad Musulmana llamó a sus miembros a salir a las calles para rechazar el golpe y defender la constitucionalidad del país y el resultado de las elecciones del pasado año" cuando resultó ganador Mursi.

"Hay una gran concentración por parte de los seguidores de Mursi demandando un referendo para que sea la población y no los opositores de Mursi quienes decidan si Mursi sigue siendo presidente o no", reportó Osoria.

El periodista enfatizó que las masivas manifestaciones por parte de la Hermandad Musulmana "no están siendo transmitidas por la televisión estatal. La prensa egipcia sólo transmite lo que sucede en la plaza Tahrir (en El Cairo), pero no lo que sucede al norte (de la capital) donde están los seguidores de Mursi".

Señaló que el estado de emergencia "se ha creado en varias gobernaciones del país, principalmente al norte de El Cairo para evitar enfrentamientos. Los seguidores de Mursi dicen que darán su vida para defender a su presidente".

El derrocamiento de Mursi, primer presidente elegido democráticamente de la historia de Egipto, pone fin a un año de poder islamista, marcado por repetidas crisis e importantes protestas populares.

El rol de Estados Unidos

El profesor de la Academia de Ciencias de Rusia Víctor Nadein-Raevski está convencido de que el rumbo de los Hermanos Musulmanes y Mohammed Morsi que provocó caos en el país no le satisfacía a Washington, ya que ante todo lo que le preocupa en la región es el bienestar de su más próximo aliado.

"Que EE.UU. reaccionara con calma a la caída de Morsi y solamente urgiera a mantener el orden […] significa que no estaba en contra de la revuelta, porque la situación en el país había llegado ya a un callejón sin salida", dice.

"EE.UU. sigue una política de prevenir cualquier desestabilización del equilibrio entre Egipto e Israel. Es una política antigua y Egipto depende mucho de ella. No solo la élite militar 'se alimenta' con el dinero estadounidense. Ante todo hay una enorme ayuda económica de Washington a El Cairo y solo después, un apoyo militar", revela el experto.

Esta opinión es compartida por Fernando Bazán, director del Programa de Estudios sobre Relaciones entre América del Sur y los Países Árabes, que denunció a RT que el cauteloso silencio de Occidente y concretamente de Washington tras el derrocamiento militar de un presidente electo muestra la doble postura de Estados Unidos, que nunca quiso a los islamistas al frente de Egipto.

 

 

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