Por Claudio D. Minghetti
Para Télam
El film "Wakolda", de Lucía Puenzo, fue aplaudido de pie en Cannes en su exhibición en la sección oficial Una cierta mirada, de la 66ta edición del Festival de Cannes.
Antes de iniciarse la proyección, el director artístico del festival, Thierry Fremaux, presentó a la delegación argentina que acompaña el filme, entre ellos su productor Luis Puenzo a quien relacionó con “La historia oficial”, y su mensaje a propósito de la dictadura militar “...en coincidencia con la muerte, la semana pasada, del ex dictador Jorge Rafael Videla”, dijo, noticia que el público que colmaba la sala recibió con un estruendoso aplauso.
Lucía Puenzo agradeció al equipo, a “mi papá Luis Puenzo...” y en castellano “...a mi esposo, Sergio Bizzio, que hizo el esfuerzo de superar cuatro años de fobia a volar para viajar conmigo”.
La sala llena, incluso veinte minutos antes de que comience la proyección, también recibió a los actores Alex Brendemühl y Ana Pauls, así como a Nicolás Batlle, su productor ejecutivo y Bernardo Zupnik, que distribuirá el filme, cuyo estreno en la Argentina está previsto para el mes de agosto.
Las figuras centrales de la película son, además de la niña debutante Florencia Bado, Brendemühl y Pauls, Natalia Oreiro y Diego Peretti, como Eva y Enzo respectivamente, Elena Roger como Nora Eldoc, Guillermo Pfening y Alan Daicz.
El filme de Puenzo, que abreva en su propia novela publicada en 2011, comienza con la llegada a la zona de Bariloche de un biólogo alemán y su encuentro con una familia, la de Enzo y Eva, ella embarazada, y sus varios hijos, entre ellos Lilith, de doce años, no obstante de talla pequeña para su edad.
El visitante, todavía joven, seductor e intrigante, se relaciona con otros de los muchos alemanes de la zona, como él dedicados a curiosos experimentos, y se convierte en el primer huésped de la hostería que Enzo y Eva heredaron a orillas del lago Nahuel Huapi, al mismo tiempo que se relaciona de una manera algo escondedora con Lilith.
En realidad, ese hombre es Josef Rudolf Mengele, conocido como “el ángel de la muerte”, médico y antropólogo que se inició en la Juventud Hitleriana y terminó integrando las SS, criminal de guerra nazi, prófugo que se escondió en la Argentina, Paraguay y Brasil, donde murió en 1979, a los 67 años.
La historia nos lleva por varios senderos, por un lado el de la familia y en especial el de Eva que está a punto de dar a luz; el de Nora Eldoc, la aparente bibliotecaria que espía los movimientos de los nazis escondidos en la zona; y el de la relación furtiva que se establece entre Lilith y Mengele, uno fascinado por la otra y viceversa, en medio de un entorno germanófilo.
Con la imagen que se repite de un hidroavión saliendo y aterrizando en el Nahuel Huapi, la directora vuelve una y otra vez a la constante de que en ese lugar se escondieron nazis con la complicidad de lugareños (como ocurrió por ejemplo con Erich Priebke), que como se ve en una foto de la infancia de la protagonista hacían convivir banderas argentinas con otras nazis en las escuelas.
El filme de Puenzo es riguroso, sin pretensiones alambicadas, sino con la simple y pura meta de contar una historia a puertas cerradas dentro de otra mucho más grande, que le concierne al mundo, que es la del biólogo en busca de la perfección, aquella pureza aria que enunciaba el Tercer Reich, que va y viene dentro de un mundo lleno de contradicciones, pasiones, verdades y mentiras.