El ex capitán del Ejército y diputado durante casi tres décadas, Jair Bolsonaro, asumió la Presidencia de Brasil, la economía más grande de Sudamérica. Marginar a las minorías y profundizar el neoliberalismo son dos banderas excluyentes de sus promesas de campaña. Aseguró que instaurará la mano dura.
Bolsonaro se impuso en unas elecciones cuya principal incidencia fue la proscripción de Lula, líder del Partido de los Trabajadores, quien llamó a sus partidarios a la resistencia contra el flamante gobierno.
"Nuestra bandera jamás será roja”, pronunció Bolsonaro en el final del discurso posterior al juramento del cargo. Una postura anacrónica, pero de gran efectividad electoral.
El mandatario número 38 de la historia del país vecino llegó al cargo con un discurso de extrema derecha, aunque les garantizó a los empresarios poderosos que seguirá en materia económica la línea neoliberal instalada por su antesesor, Michel Temer.
También juró el vicepresidente Hamilton Mourao, un ex general que usó un tono militar para leer el compromiso constitucional.
La capital política de Brasil amaneció virtualmente sitiada por un monumental operativo de seguridad que incluye fuertes restricciones para ingresar a la Explanada de los Ministerios, incluso para la prensa, y francotiradores apostados en los techos de los edificios públicos que bordean el centro de la ciudad diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer.
Con argumentos de campaña en defensa de la tortura y de reivindicación de la dictadura militar, Bolsonaro fue elegido en segunda vuelta con el 55% de los votos y se ha transformado en un fenómeno que supo aglutinar a los descontentos con la política tradicional, a los rivales del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), a parte de los referentes de la Operación Lava Jato y a quienes aún reivindican a la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985.
Su gabinete tendrá 22 ministerios, entre ellos cinco ministros de origen militar, mucho más que en los gobiernos de los dictadores Ernesto Geisel y Joao Baptista Figueiredo.
Entre 250.000 y 500.000 seguidores de Bolsonaro participaron de la ceremonia de asunción, que incluyó un desfile por la Explanada de los Ministerios, la jura en el Congreso, el traspaso de la banda en el Palacio del Planalto por parte del mandatario saliente, Michel Temer, y un brindis con los 14 jefes de Estado y de gobierno que estarán presentes en la Cancillería. El representante del gobierno argentino en esta ceremonia fue el canciller Jorge Faurie. El presidente Mauricio Macri prefirió seguir con sus vacaciones en un barrio exclusivo de Villa La Angostura, en la cordillera neuquina.