Este lunes vuelve Peter Capusotto y sus videos a la TV Pública. En esta entrevista, uno de los cerebros del programa analiza el porqué de su permanencia.
Por Sebastian Feijoo
Para Tiempo Argentino
El inconsciente, se sabe, obra de maneras extrañas. Seduce, persuade, impone y ante todo conspira para repetir mecanismos hasta el infinito. Sentarse frente a Diego Capusotto condena a su interlocutor a sentirse –al menos durante un rato– un poco imbécil. Un poco o mucho, según la estructura psíquica del sujeto en cuestión, sus conflictos de infancia y el posicionamiento de los astros, entre otras variables. Está claro, se trata de Diego Capusotto. Ni Peter, ni Bombita, ni Violencia, ni Pomelo, ni Jesús de Laferrere. Pero ante cada pequeña mueca, palabra o giro discursivo, el inconsciente disparará asociaciones libres fulminantes para relacionar lo dicho o lo sugerido con algún personaje. El resultado son borbotones de risa agolpados en la garganta, desesperados por saltar al exterior, pero impedidos de hacerlo en el nombre del sentido común.
Si Capusotto –Diego– duda medio microsegundo en decir que quiere un cortado el personaje del Emo parecerá corporizarse y los sistemas represivos de la psiquis deberán redoblar sus esfuerzos. Si hace una referencia casual al peronismo y mira de costado resultará casi inevitable no imaginar como se le oscurece el pelo, le crece el bigote; el fantasma de Bombita Rodríguez se corporiza y otra vez habrá que morderse los labios. Si baja la voz, asevera algo con un tono que podría asociarse a lo evangélico, casi de casualidad hace un silencio y mira para arriba resulta imposible no pensar en Jesús de Laferrere y los mecanismos inhibitorios deberán volver al máximo.
En realidad, la charla discurrirá con toda normalidad. Capusotto –Diego– no es Zelig (el personaje de Woody Allen que mutaba constantemente para agradar), ni un esquizofrénico de múltiples personalidades, ni tiene nada que ver con el estereotipo del humorista amargado fuera del escenario. Es antes que nada un tipo inteligente, curioso, con ganas de reflexionar y con una gran capacidad para hacer reír, claro. Pero más allá de las patologías preexistentes de quien se siente a hablar con él, ante todo lo que opera en estas circunstancias es una construcción cultural, una mirada del mundo y un lugar de pertenencia que se viene desarrollando desde hace siete años. Se trata de un programa de televisión que se ramificó en una película 3D, una tira radial, dos libros, ediciones en DVD y millones de visitas en Youtube. Un programa de un impacto medular en la cultura argentina –eso que Ibope es incapaz de medir, casi casi igual que el rating–.
Una de las particularidades y claves del éxito de Peter Capusotto y sus videos es su concepción de las temporadas. Que no duran un año, no se extienden por nueve meses, ni por seis. Suelen tratarse de doce capítulos –este año serán trece o catorce, todavía no lo tienen resuelto–. Para el actor esa forma de trabajar también garantiza el estado de salud del programa. "En la televisión en general dependés de una idea externa a la cual vos sos funcional ejerciendo tu oficio –puntualiza–. Si vas con una idea tenés que negociar con el canal y siempre resulta muy difícil llegar a un buen acuerdo. Nosotros empezamos en cable, pasamos a la TV Pública, nos ganamos un lugar y nos respetan. No nos apuran ni quieren convertirnos en lo que no somos. Y nosotros tampoco. Por eso seguimos en la TV Pública y como nos dimos cuenta que hacer doce programas por año nos cuida el deseo de seguir haciéndolo nos aferramos a eso. Lo aprendí con la experiencia en Cha cha cha y Todo por 2$, que en definitiva fueron proyectos que se agotaron mucho más rápido."
Capusotto brilla en la pantalla de la TV Pública con clásicos personajes como Pomelo, Jesús de Laferrere, Bombita Rodríguez, Violencia Rivas, Micky Vainilla y muchos otros menos afamados. Seguramente también lo hará con los nuevos personajes que se vienen. Pero detrás de esa presentación de color, locura, delirio y observaciones cáusticas hay un trabajo previo. La génesis de los personajes surge de la química entre Capusotto y Pedro Saborido. Que se alimenta –valga la redundancia– de cenas, charlas informales, anotaciones en cuadernos, llamados y alguna propuesta del equipo de trabajo. Pero esa relación que se selló hace casi 15 años en Todo por 2$ sigue siendo la columna vertebral del proyecto.
"Las reuniones con Pedro ya son algo histórico. Pueden ser en su casa, en la mía o en un lugar intermedio. En general cenamos, la comida es una excusa o una forma de acompañar más placenteramente la creación. De repente surgen alegrías inconmensurables porque uno siente que encontró una idea maravillosa. Pero después resulta que no era tan así. Alguna vez pasa lo contrario. El programa tiene una estructura bastante rígida y la respetamos. La desorganización de los sentidos siempre funciona mejor para el televidente", revela.
El actor y co-guionista asegura que imagina que seguirán haciendo el programa uno o dos años más. "Mientras nos sigamos sintiendo cómodos y con algo para decir", aclara. Pero si se le consulta admite que hay una angustia ante la posibilidad de que la magia se desvanezca y los obligue a rumbear hacia otros destinos. Explica que vivió cierto duelo cuando terminaron Cha, cha, cha, Todo x 2$ y Qué noche Bariloche –la obra de teatro que hizo con Fabio Alberti–. Pero también asume que es algo que más tarde o mas temprano va a suceder, que hay que saber asumirlo y que a la muerte de un proyecto le sigue otro. ¿Pero que significa exactamente Peter Capusotto y sus videos en la vida de Diego?
"Sé que extrañaría mucho el programa porque nos convoca a algo que nos resulta muy vital –confiesa–. Independientemente de los amigos, los amores, tu compañera, los hijos: para nosotros hacer el programa tiene una importancia contundente porque es lo que elegimos para plantarnos frente al mundo. Lo que nos hace falta para completar un estado de ánimo de cierta trascendencia personal. Uno no sabe exactamente qué justifica nuestra presencia en el universo. Pero poder hacer estas cosas nos acerca a cierta idea más tolerable. Se necesita de todo. Porque uno puede tener los afectos, pero si laburara en una oficina no sería lo mismo."
La contemporaneidad del programa muchas veces hace más difícil medir su impacto. Pero es notable no sólo desde quienes conocen los personajes y juegan con sus guiños o muletillas. Peter Capusotto y sus videos comenzó funcionando como el más efectivo crítico de rock de la Argentina –rol que muchas revistas del género eluden–, pero a medida que pasó el tiempo influyó en códigos de humor de muchos colegas y hasta en el ámbito de la publicidad. En esos espacios, cada vez en forma más recurrente, se encuentran modismos de Capusotto/Saborido, a veces en forma de inspiración, otras como copia burda y algunas otras delatan una comprensión demasiado superficial. Hace algunas semanas Walas (cantante del grupo Massacre) le dijo a Tiempo Argentino que el rock había cambiado desde la tragedia de Cromañón y la aparición de Pomelo. "Ahora tenemos la obligación de preguntarnos todos los días si nos convertimos en unos imbéciles y no nos dimos cuenta", recapacitaba sobre el impacto del personaje.
Capusotto sostiene: "Bueno, no está mal lo que dice Walas. Y no lo digo porque yo hago a Pomelo. El rock dio lugar a grandes genios y a grandes berretadas. Muchas posturas con los años se hicieron huecas y eso puede salpicar a cualquiera. Así que creo que es bueno cuestionarse. Y si Pomelo ofrece algún tipo de colaboración, bárbaro. El personaje es una exacerbación de una postura sumamente superficial donde lo que se está buscando es el impacto y no la música. Fijate que nunca toca, nunca canta. En relación al humor en la tele, noto bastante de nuestra impronta. Pero tiene que ver con cuestiones generacionales. Yo ya tengo 52 años. Hace mucho que estamos haciendo cosas y algo queda. Conozco a los pibes de Sin codificar. Yayo tiene una admiración muy genuina por nosotros, lo ha manifestado más de una vez. Está bueno lo que hace. En el tema publicidad también detecto ciertas cosas pero, una vez más, las relaciono con lo generacional".
A Diego no le gusta hablar de los personajes nuevos. Pero la ansiedad ya está desatada. Mañana comienza la octava temporada del programa y todos quieren saber cuáles serán las buenas nuevas. "No se trata de una pose afectada ni mucho menos. Para mí es interesante que el televidente se sorprenda. Pero te puedo decir que en el primer programa van a estar 'Manga de Boludos' y después van a ser todos personajes nuevos. A lo largo del año van a aparecer Bombita, Violencia, Micky, quizás Jesús de Laferrere y, al menos una vez, Pomelo. El año pasado no lo hicimos y ahora nos dio ganas", adelanta.
Pero fuentes cercanas al Dr. Nelson Castro aseguran que durante esta temporada debutarán "Talle 13" –gente a la que la ropa le queda chica porque siente que Latinoamérica le queda chica–; Quebracho Castaña, una suerte de alter ego de Bombita que vive en la actualidad; un grupo de teatro que en diferentes capítulos contará la historia del rock argentino; un tipo muy estructurado que de repente descubre el pogo y el placer animal de la vida; y otro que se relaciona con Kurt Cobain y su tragedia existencial, entre otros. Habrá que administrar la ansiedad. El disfrute vuelve este lunes a las 22.30, por la TV Pública.