
Las implicaciones geopolíticas de las tecnologías críticas se plasman en la redefinición de alianzas, el reajuste de las cadenas de suministro y la intensificación de las competencias estratégicas, delineando un paisaje internacional en el que el control tecnológico es sinónimo de poder. El liderazgo de China en esta materia es la principal razón para el cambio de estrategia geopolítica estadounidense bajo el liderazgo de Donald Trump amparado por los multimillonarios tecnológicos.
Un informe del Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI) advirtió que el escenario de las tecnologías críticas muestra una transformación notable. Durante el periodo 2019–2023, China ha emergido como protagonista al dominar 57 de 64 áreas estratégicas definidas en la investigación, abarcando desde radares y drones hasta sistemas de posicionamiento satelital y motores de aviación. Este hallazgo evidencia que el liderazgo tecnológico no solo refuerza la seguridad nacional, sino que también potencia la competitividad económica y militar en un contexto global cada vez más complejo.
Estas tecnologías constituyen el eje central de la soberanía tecnológica. Al reducir la dependencia de insumos externos, un país puede consolidar su autonomía y proyectar poder en el ámbito internacional. El dominio de China en estas áreas señala, además, una capacidad sostenida para transformar avances científicos en ventajas geopolíticas.
Tecnologías críticas, la clave del desarrollo
La proliferación de tecnologías emergentes redefinió la arquitectura de alianzas y rivalidades, haciendo imprescindible la coordinación en políticas de seguridad y desarrollo. La mutación de roles en el escenario geopolítico se aceleró desde fines de la década pasada, con la consolidación de China como potencia indiscutible en el desarrollo y la innovación tecnológica.

El gigante asiático avanzaba en la estocada final de su poderío tecnológico cuando irrumpió el COVID-19 en el escenario, en el ocaso del 2019. Superada la conmoción que desdibujó la escena de la puja por el liderazgo global, emergieron evidencias irrefutables del salto de China a la vanguardia del desarrollo de la mayor parte de las tecnologías críticas.
La demostración china en el campo de las tecnologías críticas generó una carrera geopolítica en la que los países buscan asegurar cadenas de suministro autónomas y, al mismo tiempo, ejercer un control directo sobre procesos esenciales para la defensa, la economía y la estabilidad política.
Estados Unidos y Europa, obligados a cambiar
El ascenso de China demuestra cómo el liderazgo en estas áreas puede transformar la influencia internacional. La concentración de inversión en investigación y desarrollo de estas tecnologías ha permitido a Beijing posicionarse como actor principal en sectores estratégicos, generando desequilibrios en la balanza de poder y provocando que actores tradicionales como Estados Unidos y Europa replanteen su política industrial. La prioridad por alcanzar la independencia tecnológica ha impulsado medidas de securitización y export controls que, además, redefinen las alianzas y tratan de limitar la vulnerabilidad ante presiones externas.

Asimismo, la dependencia de materiales críticos—como las tierras raras—y el control de sus procesos de extracción y refinamiento, configuran otra dimensión de riesgo geopolítico. La capacidad de un Estado para asegurar estos recursos se vuelve un instrumento de poder, facilitando estrategias de coacción o incluso de negociación en términos de política exterior. En este escenario, las tecnologías críticas no solo son la base para la innovación y el progreso, sino también herramientas clave en la disputa por la influencia y la hegemonía internacional.
A grandes rasgos, las tecnologías críticas más amenazantes actualmente abarcan cuatro áreas que, pese a su potencial transformador, plantean serios desafíos de seguridad y estabilidad geopolítica.
Semiconductores avanzados: Estos componentes son la piedra angular de toda la infraestructura digital moderna—desde comunicaciones hasta defensa y computación de alto rendimiento. La dependencia de cadenas de suministro globales y la complejidad técnica en su fabricación pueden convertirse en un vector de vulnerabilidad, permitiendo que interrupciones o manipulaciones tengan un efecto dominó a nivel internacional.
Inteligencia artificial (IA): La IA, en su vertiente avanzada, impulsa innovaciones en múltiples sectores, pero también comporta riesgos de uso dual. Sistemas autónomos para vigilancia, ciberataques o la manipulación masiva de información se encuentran entre sus potenciales aplicaciones amenazantes, lo cual incrementa la tensión en el ámbito de la seguridad nacional y la estabilidad democrática.
Tecnologías cuánticas: Si bien la computación y las comunicaciones cuánticas prometen revolucionar la seguridad del dato, su capacidad para quebrantar los esquemas criptográficos actuales supone un riesgo sustancial. Un desarrollo descontrolado en este ámbito podría dejar expuestas infraestructuras críticas y redes de información globales a intrusiones de actores estatales o no estatales .
Biotecnologías: El progreso en ingeniería genética y biología sintética abre posibilidades tanto para avances médicos como para escenarios de bioseguridad adversos. La manipulación de organismos o la creación de agentes patógenos con fines estratégicos representan posibles herramientas de inestabilidad, lo que ha motivado un escrutinio creciente de estos sectores.
El progreso notable demostrado por China en el desarrollo de la tecnología vinculada a estos campos provocó una reacción beligerante de Estados Unidos, que se radicalizó al extremo con la vuelta al poder de Donald Trump a cuatro años de su primera incursión en la Casa Blanca, durante la cual le declaró la guerra comercial a la potencia asiática.
La hoja de ruta de ascenso de China
El liderazgo global en el dominio de las tecnologías críticas ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, impulsado por la competencia entre países y el avance acelerado de la innovación. El dominio global en este campo es central para su estrategia política. Viene ganado esa carrera desde la largada, consolidando una amplia ventaja sobre sus rivales, a los que sorprendió con su notable desempeño.
La consolidación china en el campo tecnológico provocó una reconfiguración del escenario geopolítico, devenido en teatro de operaciones de la confrontación apurada por Estados Unidos al verse relegado por su rival. En el nuevo escenario, tienen incidencia clave los ejes que impuso China, entre los que se destacan los siguientes:
Dominio de China en investigación tecnológica: En los últimos años, China ha tomado la delantera en la investigación de tecnologías críticas, superando a otras potencias en áreas como inteligencia artificial, computación cuántica y telecomunicaciones.
Estados Unidos y su enfoque en innovación: Aunque China lidera en investigación, Estados Unidos sigue siendo un actor clave en el desarrollo y comercialización de tecnologías avanzadas, con un fuerte ecosistema de startups y empresas tecnológicas.
Europa y su apuesta por la regulación: La Unión Europea ha adoptado un enfoque centrado en la regulación y la ética tecnológica, buscando equilibrar el desarrollo con la protección de derechos digitales.
Expansión de la cooperación internacional: A medida que las tecnologías se vuelven más complejas, los países han aumentado la colaboración en investigación y desarrollo, especialmente en áreas como energía renovable y biotecnología.