“Comparado al D2, el Liceo era un cinco estrellas; podíamos caminar, ver sol”, relató un testigo sobre el Liceo Militar

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Los ex jueces Miret, Romano, Carrizo y Petra son juzgados en esta megacausa por cómplices y ejecutores de delitos de lesa humanidad.

 

En el inicio de la audiencia testimonial Nº 32 del IV Juicio por delitos de lesa humanidad, la defensa oficial informó sobre la muerte de Jorge Antonio Marchelli, un exagente de la Policía Federal en Mendoza acusado y detenido en Ezeiza quien falleció en prisión común.

Durante la jornada hubo tres testimonios víctimas y testigos, Elio Berdejo, Adriana Espínola y Francisco Jiménez Herrero, quienes relataron sobre las condiciones inhumanas en centros clandestinos de detención.

En primer término, declaró Berdejo, de 78 años, quien afirmó durante su exposición: “tengo miedo de decir lo que hemos pasado”. Berdejo inició un extenso relato sobre el exoficial capitán de la Compañía de Comunicaciones de la 8va. Brigada del Ejército Argentino, Dardo Migno, tras ver su nombre en la lista expuesta a cada testigo. Narró sobre un entredicho que tuviera con el exoficial que lo acusó de pertenecer a la delincuencia subversiva.

Elio Berdejo contó que para el año 1976 oficiaba como Secretario General del movimiento de la Juventud Peronista, y que ese mismo año fue secuestrado y llevado al Liceo Militar General Espejo donde estuvo detenido durante un año y expresó que en esa institución “sacaban gente para torturar y los traían arrastrando. Los torturadores tenían una mentalidad hitleriana”.

Sin brindar precisiones en cuanto a fechas, declaró haber sido trasladado posteriormente a la Compañía de Comunicaciones donde se produjera aquel encuentro con Dardo Migno. En este lugar fue sometido a violentos interrogatorios en los que era acusado por tenencia de armas y dinero, y que no contar con información sobre estas acusaciones le valía una paliza.

Más tarde, relató su traslado a la Penitenciaría Provincial donde pudo ver a mucha gente torturada y golpeada. Su periplo finalizó en la Unidad 9 de La Plata donde pasó dos años, también víctima de interrogatorios y vejaciones.

En reiteradas oportunidades, Berdejo se refirió sobre su formación cristiana que le había permitido mantener una amistad con Monseñor Reig y el Padre Contreras. Gracias a su vinculación con el sector eclesiástico tercermundista y a través de unos documentos que lo declaró fuera de sistema, pudo obtener su libertad tras cinco años de detención.

Al término de su declaración, manifestó no haber tenido durante su detención contacto con las autoridades judiciales. Además reconoció en su relato a otros presos políticos con quienes compartió cautiverio, entres ellos, a Carlos Abihagle, Carmelo Durán, Rafael Morán, José Nardi, Francisco Jiménez Herrero, Osvaldo Abestastaían, Carlos Venier y Giani Sgroig.

El segundo testimonio fue de Adriana de las Mercedes Espínola, detenida a mediados de marzo de 1976. Con un relato detallado recordó los momentos previos a su detención donde fue víctima de un violento allanamiento y saqueo en su casa natal. Debido a este episodio decidió irse de allí y alquilar una habitación en Dorrego. Su detención se produjo al bajar de un colectivo cuando se dirigía a una reunión de trabajo. Fue trasladada en un auto al D2 donde pasó tres días y fue interrogada con los ojos vendados y las manos atadas. Las preguntas buscaban conocer a dónde se dirigía y con quién se iba a encontrar, pero al contestar que iba a buscar trabajo, recibía golpes.

Durante los días que estuvo en el D2 pudo reconocer voces de otros compañeros. De la misma manera, expresó que siempre estuvo con los ojos vendados por lo cual no pudo reconocer a ninguno de los acusados.

Fue trasladada a la Penitenciaría donde es sometida a nuevos interrogatorios violentos en los que se le exigía información sobre “La Orga”. Ante la falta de respuesta, los torturadores le aplicaban la picana. Al producirse el golpe militar el 24 de marzo de 1976, describió la irrupción de los militares a la Penitenciaria en donde compartió cautiverio con Haideé Fernández, Ivonne Larrieu, las hermanas Zárate entre otras detenidas.

Durante sus días en la Penitenciaría fue presentada ante un juzgado donde reconoció el nombre de Petra Recabarren como el fiscal que intervino en su causa. Adriana junto a otras presas políticas fue trasladada en el mes de septiembre a la cárcel de Devoto. "El viaje fue bastante duro porque recibíamos golpes, estábamos dobladas con la cabeza al suelo”, recordó. Otro dato llamativo de su testimonio fueron los detalles que aportó sobre el hostigamiento recibido por parte del personal femenino de la Penitenciaría.

Espínola pudo conocer hoy, a través de los abogados del Ministerio Público, que el exjuez, Evaristo Carrizo, fue quien labró el acta indagatoria fechada en el mes de marzo del 76 en la cual no figura su denuncia sobre las torturas sufridas en la Penitenciaría. Del mismo modo, descubrió que, el entonces fiscal acusador, era el mismo Otilio Roque Romano.

El motivo de su detención fue debido a la relación que mantenía con Juan Sgroig, también secuestrado en enero de 1976. Sobre esta causa aportó un escrito de Sgroig (fallecido en 2013) que quedó a disposición del Ministerio Público y donde se detalla acerca de sus días en cautiverio.

El último testimonio fue del abogado Francisco Rafael Jiménez Herrero, en calidad de víctima y testigo en otras causas. Jiménez Herrero fue secuestrado junto con su esposa en calle Allayme de Guaymallén, cuando se dirigían a visitar a Vicente Nardi. En ese momento fueron interceptados por una patrulla de uniformados militares y fuerzas policiales. “Me identifiqué como abogado de Vicente Nardi, por el desalojo de una vivienda ocupada por un suboficial, que después fue secretario de un Interventor militar de Guaymallén. Nardi fue denunciado, acusado de que en su casa se hacían reuniones de Montoneros", expresó el testigo.

Por este episodio, tanto la familia Nardi como Jiménez Herrero y su esposa, fueron trasladados a la Comisaría 25. Al día siguiente los hombres del grupo fueron trasladados al D2, mientras que su esposa fue llevada a un casino de suboficiales ubicado en calle Boulogne Sur Mer.

El testigo declaró que estuvo 10 días en el D2 y afirmó que si bien no fue sometido a tortura física, si estuvo bajo una gran agresión psicológica. “Se escuchaban las voces y los relatos de otras personas que habían sido torturadas”, expresó.

En su testimonio recordó el nombre de otros presos políticos como, Alicia Peña y el dirigente docente Garcetti. “Lo que era espeluznante es que se escuchaban los gritos de la gente que estaba siendo interrogada por encima de la música que ponían a alto volumen”.

Jiménez Herrero fue trasladado del D2 al Liceo Militar General Espejo donde fue interrogado por su relación con Nardi y por la supuesta defensa de presos políticos. Sobre las condiciones de cautiverio en ese lugar expresó: “Comparado con el D2, el Liceo era un hotel de cinco estrellas; podíamos caminar, comer, ver el sol”. De acuerdo a su relato, y por datos que pudo corroborar posteriormente, confirmó que los encargados de realizar interrogatorios en el Liceo Militar pertenecían a la fuerza de aeronáutica.

También afirmó que aún siendo abogado durante los días de detención nunca tuvo contacto con ningún representante legal. “Nunca supe porqué estuve detenido. Cuando me dieron la libertad, me dijeron que había sido por error”. Francisco Rafael Jiménez Herrero recuperó su libertad el 21 de abril de 1976, casi simultáneamente con su mujer y el resto del grupo.

Tras finalizar los testimonios, el Tribunal Oral Federal pasó a un cuarto intermedio para mañana martes 12 de agosto a las 9 donde se espera la declaración de Carlos Abihagle, Osvaldo Aberastain y Oscar Matías Perdomo.

Fuente: Ministerio de Desarrollo Social

 

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