
“Necesitamos competir sin piernas cortadas”. La frase, lanzada por la Cámara de Turismo de Mendoza, condensa el giro discursivo que atraviesa al empresariado mendocino: tras meses de respaldo al ajuste económico de Javier Milei y Alfredo Cornejo, ahora denuncian que las condiciones para sostener la actividad turística son insostenibles.
Aplaudidores del ajuste
La Unión Comercial e Industrial de Mendoza (UCIM) y el Consejo Empresario Mendocino (CEM) fueron protagonistas del aplauso al DNU presidencial que desmanteló regulaciones, pulverizó el rol del Estado y abrió paso a una reforma laboral que abarata despidos. “Celebramos anuncios tales como la derogación de las leyes de alquileres, de abastecimiento y de góndolas, como así también la supresión del observatorio de precios”, expresó la UCIM en diciembre, junto a la Cámara Argentina de Comercio y Servicios. También festejaron “la modernización laboral, que tantas veces reclamamos”.
Pero el entusiasmo se desvaneció con las sucesivas temporadas turísticas a la baja . Mendoza enfrenta una caída abrupta del turismo nacional e internacional, encarecida por la política cambiaria y agravada por rutas destruidas, presión impositiva y falta de servicios básicos. La Cámara de Turismo advierte que el turista que llega “consume menos, es menos redituable” y que los márgenes de rentabilidad se han desplomado.
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Hasta hace pocos años, el turismo en Argentina —y particularmente en Mendoza— se beneficiaba de un contexto macroeconómico que favorecía tanto el turismo receptivo como el interno. Las condiciones cambiarias hacían que el país fuera accesible para visitantes extranjeros, mientras que para los argentinos viajar al exterior resultaba complejo y costoso. “Venimos de unos años en los cuales las condiciones de política cambiaria fueron muy favorables para el sector”, señala la Cámara de Turismo en su comunicado. Esa combinación generaba un flujo constante de visitantes y una rentabilidad sostenida para los actores del sector.
Sin embargo, el escenario actual se ha invertido drásticamente. La política económica del gobierno nacional, con una fuerte apreciación del peso y la eliminación de restricciones cambiarias, ha encarecido los costos para el turismo internacional. “Hoy se han dado vuelta y resulta todo lo contrario. Somos caros para el extranjero, en comparación a otros valores y a otros destinos internacionales, y al argentino le cuesta bastante menos esfuerzo viajar a cualquier país del exterior”, advierten los empresarios. Esta nueva configuración golpea por partida doble: menos turistas llegan, y quienes lo hacen gastan menos, afectando la rentabilidad de toda la cadena.
El impacto se traduce en una temporada floja, con tarifas deprimidas y márgenes de ganancia cada vez más estrechos. El sector reclama medidas urgentes para recuperar competitividad, entre ellas la reactivación de programas como PreViaje, que funcionaban como incentivo estatal al consumo turístico. La paradoja es evidente: los mismos empresarios que celebraron el ajuste y la retirada del Estado, hoy reclaman su intervención para sostener una actividad que consideran estratégica. El turismo, dicen, “es desarrollo y fuentes de trabajo”, pero sin condiciones mínimas, “no podemos competir”.
La UCIM, contra jubilados y gremios
En este contexto, la UCIM —que se opuso al aumento de $15.000 para jubilados y al refuerzo presupuestario a universidades— ahora reclama la vuelta del programa estatal PreViaje o uno similar. El pedido de subsidios contrasta con su histórica exigencia de paritarias a la baja y ajuste al empleo público. “Venimos de unos años en los cuales las condiciones de política cambiaria fueron muy favorables para el sector. Hoy se han dado vuelta y resulta todo lo contrario”, señala el comunicado.
La contradicción se profundizó a mediados de este año, cuando la UCIM salió a criticar directamente al presidente Milei por una medida que los perjudica, aunque sin abandonar el tono de ajuste: pidieron que el recorte se descargue sobre otros sectores, como los gremios.
Críticas por el desplome del turismo
Este viernes los empresarios del sector turístico no escatimaron en críticas: denunciaron el desmantelamiento de Vialidad Nacional, el abandono de rutas clave como la Ruta 3, la Ruta 7 y la Ruta 40, y la falta de mantenimiento en accesos turísticos como Villavicencio, el Cañón del Atuel o la Payunia. “Antes sabíamos quién era el responsable. Ahora, ¿quién va a tomar esa posta?”, interpelan.
También señalan que la privatización de corredores viales podría atraer interesados en zonas rentables como el Acceso Oeste, pero dejar sin mantenimiento a tres cuartas partes de la red nacional. “¿Va a haber empresarios interesados en pavimentar Malargüe–Río Barrancas?”, se preguntan. El anuncio oficial contempló licitación para apenas 9.120 kilómetros, sobre un total de 40.000.
La crítica se extiende al gobierno provincial, que “tampoco prioriza las trazas y servicios de asistencia en áreas de alta densidad turística”, como la falta de sanitarios entre Mendoza y Las Cuevas, o el abandono de la Variante de Villavicencio. Aunque reconocen gestiones para ampliar la conectividad aérea, el reclamo apunta a una estrategia integral. “El turismo es desarrollo, pero necesitamos condiciones mínimas para competir”, insisten.
El giro del empresariado mendocino deja al descubierto una tensión central del modelo económico actual: quienes exigieron ajuste ahora reclaman presencia estatal. Y mientras el Estado se retira, las rutas se hunden, los turistas se alejan y los aplausos se transforman en pedidos de auxilio.