
“Fue un honor reunirme con el recientemente asumido embajador de Estados Unidos en Argentina, Peter Lamelas, quien lleva tres semanas en funciones y tuvo conmigo su primer encuentro con un gobernador argentino”, escribió Alfredo Cornejo en sus redes sociales. La frase, que busca instalar un gesto de prestigio institucional, revela también el lugar que Mendoza ocupa en la agenda de Washington: un territorio de enclave en la disputa por los minerales críticos.
El oro y cobre que busca extraer San Jorge de Uspallata es la punta de lanza para multiplicar la minería metalífera a gran escala en Mendoza[/su_pullquote]
Cornejo detalló que “en principio hablamos de la matriz productiva de Mendoza, desde los alimentos y las bebidas hasta la energía, el petróleo y el turismo”. El embajador, según el gobernador, “sabe que somos reconocidos en el mundo por nuestros vinos, pero que no alcanza”. La insistencia en que “no alcanza” marca el tono de la conversación: la necesidad de diversificar la matriz productiva se traduce en la apertura de la minería metalífera, un sector históricamente resistido en la provincia.
La minería como horizonte
El gobernador subrayó que “hablamos de la necesidad de sumar nuevas industrias y le comenté el trabajo que venimos haciendo para desarrollar minería metalífera”. La frase no es menor: se trata de un reconocimiento explícito de que la política provincial se orienta a habilitar proyectos que hace más de una década fueron rechazados por la sociedad mendocina.
Cornejo celebró que “coincidimos en que sería importante que también se sumen empresas estadounidenses”. El énfasis en la participación de capitales norteamericanos conecta directamente con el Memorándum de Entendimiento sobre minerales críticos firmado en 2024 entre el Departamento de Estado y la Cancillería argentina, y con el nuevo acuerdo de 2025 que profundiza esa lógica de subordinación.
Fue un honor reunirme con el recientemente asumido embajador de Estados Unidos en Argentina, Peter Lamelas, quien lleva tres semanas en funciones y tuvo conmigo su primer encuentro con un gobernador argentino.
En principio hablamos de la matriz productiva de Mendoza, desde los… pic.twitter.com/wcHhGl9T4R
— Alfredo Cornejo (@alfredocornejo) November 20, 2025
La macroeconomía como condición
El gobernador cerró su posteo con otra cita reveladora: “El embajador planteó que el país tiene posibilidades para crecer, pero haciendo los cambios necesarios. Escuchar eso desde Estados Unidos es valioso y reafirma lo que venimos diciendo sobre la importancia de los acuerdos y de una buena macroeconomía para sostener un proceso de desarrollo serio y duradero”.
La apelación a la “buena macroeconomía” funciona como llave discursiva: se legitima la necesidad de reformas estructurales para atraer inversiones, incluso si esas reformas implican flexibilizar leyes ambientales como la Ley de Glaciares o la reforma laboral que apoya el gobernador y limará los derechos de los trabajadores.
El tablero geopolítico
El contexto nacional amplifica el sentido de estas declaraciones. La Casa Blanca difundió recientemente un acuerdo estratégico que reconoce “la necesidad de aumentar la oferta de minerales críticos para sostener la transición energética y los sistemas de almacenamiento eléctrico”. En los hechos, Argentina se posiciona como engranaje subordinado de la seguridad económica norteamericana.
La narrativa oficial celebra este giro como motor de desarrollo, pero la contracara es evidente: la política minera se redefine en función de intereses externos. La presión por modificar la Ley de Glaciares aparece como condición implícita para consolidar el rol de Argentina en la relación con Estados Unidos.
Milei y la ofensiva legislativa
El presidente Javier Milei anunció en Corrientes que avanzará con una ofensiva política y legislativa para modificar la Ley de Glaciares (26.639). Según sus palabras, la norma responde a una visión “primitiva” y los ambientalistas prefieren “que uno se muera de hambre antes que tocar algo”. La iniciativa, atribuida por Milei a Cornejo, busca devolver a las provincias la potestad de definir qué áreas se consideran protegidas, habilitando la explotación en reservas hídricas estratégicas.
En este marco, el posteo del gobernador mendocino se lee como parte de una estrategia coordinada: instalar la minería metalífera como horizonte de desarrollo, con respaldo diplomático y político.
La Mesa del Cobre
La semana pasada, Mendoza fue sede de la reunión de la llamada Mesa del Cobre, integrada por los gobernadores de Mendoza, San Juan, Salta, La Rioja y Jujuy. Allí se alinearon en torno a la promesa de inversiones multimillonarias y generación de empleo. Empresas como Vicuña Corp ya preparan solicitudes al RIGI por más de 14.000 millones de dólares.
La narrativa de la cumbre combinó promesas de “seguridad jurídica” para los que vengan a llevarse los minerales, con la necesidad de facilitarles caminos y provisión de energía para la faena. Caminos, energía y leyes blandas: la tríada que sintetiza la entrega de recursos estratégicos bajo el ropaje del desarrollo.
Entre el honor y la entrega
El posteo de Cornejo insiste en el “honor” de ser el primer gobernador recibido por el embajador estadounidense. Pero lo que se juega detrás de ese gesto protocolar es mucho más que un saludo diplomático. Se trata de la redefinición de la política minera argentina en clave geopolítica, con la presión explícita de Estados Unidos y la alineación de los gobernadores provinciales.
La crónica de este encuentro muestra cómo el discurso oficial se construye sobre la idea de que “no alcanza” con los vinos y el turismo, que es necesario “sumar nuevas industrias” y que “sería importante que también se sumen empresas estadounidenses”. La reiteración de estas frases revela la narrativa de entrega: un territorio que se ofrece como plataforma de inversión, incluso a costa de reservas hídricas estratégicas y de la soberanía ambiental.


