Por Martin Piqué
Para Tiempo Argentino
En el vuelo de regreso a Buenos Aires, antes de que el Tango 01 aterrizara en la zona militar del aeroparque, la presidenta dejó una instrucción a los ministros que habían viajado a Río Gallegos. Les dijo que esta semana –mañana o el martes– quería seguir trabajando con ellos la continuidad de la ronda del diálogo con industriales, banqueros, pymes y sindicalistas. El diálogo, según confió a Tiempo Argentino un ministro del Gabinete, se produjo el miércoles por la noche y mostró a la mandataria de buen humor. Lo que la jefa de Estado quiere revisar en detalle, para producir correcciones en el caso de ser necesarias, son las prioridades de corto plazo –las de rápida resolución– planteadas en la primera mesa de conversaciones que tuvo lugar en el Hotel Patagonia de la capital santacruceña. Se trata, en la mayoría de los casos, de problemas específicos de competitividad y distorsiones producidas por la necesidad de "administrar" el comercio exterior, ante la dificultad estructural que implica la importación de combustible por unos 15 mil millones de dólares al año.
De acuerdo a lo convenido con los sectores que participaron en la ronda del diálogo, los debates seguirán con un encuentro "del mismo nivel" (con la presencia de la jefa de Estado) en un plazo no mayor a un mes y, mientras tanto, una serie de reuniones por sector. Estas discusiones se agruparían por rama de actividad (industria, software, agroindustria, automotriz y metalmecánica) y tendrían como objeto central revisar casos puntuales de DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación) observadas, que impidieron importar insumos imprescindibles. Otra alternativa que se discutirá en esos ámbitos es la posibilidad de producir cambios en el régimen de reintegro a las exportaciones de una actividad específica: se está evaluando poner en marcha un tratamiento diferenciado que premie a las exportaciones con mayor valor agregado, en detrimento de las que contienen menos valor.
En relación con los problemas más complejos, como la modificación del mínimo no imponible de Ganancias, cuya factibilidad depende de encontrar alternativas para no desfinanciar al Estado, la instrucción de la presidenta fue que todos los equipos de funcionarios se pongan a estudiar, a revisar números de la economía y a pensar propuestas. La orden, que recibieron Axel Kicillof, Hernán Lorenzino, Ricardo Echegaray, Julio De Vido y Carlos Tomada, fue tomarse un plazo de entre 45 y 60 días para elaborar planes concretos, con el objeto de producir correcciones en distintas áreas de la economía. En el caso puntual de Ganancias, en la reunión con empresarios y gremialistas la presidenta encargó el tema a Lorenzino y Echegaray. "La presidenta sabe que el Impuesto a las Ganancias fue un tema muy importante a la hora de explicar el descontento del electorado. Pero también sabe que no puede arriesgar el modelo, porque ese ingreso fiscal es el que permite que sigan los subsidios y que funcione la industria", contó a Tiempo el secretario general del SMATA, Ricardo Pignanelli, presente en Río Gallegos.
A la hora de reconstruir la primera ronda del diálogo, Pignanelli comentó con sorpresa que ninguno de los sectores de la industria, como tampoco los banqueros, plantearon objeciones ante la mandataria cuando en la charla se habló de crear nuevos impuestos: a las transacciones financieras o a los Plazos Fijos. "Después, en la prensa, salieron a decir que no convenía gravar con impuestos ni la renta financiera ni los plazos fijos", se rió el dirigente de los metalmecánicos. Sobre la actitud de la presidenta en la reunión, Pignanelli dijo que Cristina había hecho un "análisis muy maduro" de la coyuntura política y que su objetivo era, en palabras textuales de Cristina: "Hacer lo posible por no dañar al modelo".
Aparte de los cambios en el Impuesto a las Ganancias, la jefa de Estado ordenó que se estudien otras modificaciones: algunas podrían concretarse por simples decisiones administrativas, para otras habría que presentar proyectos de ley y conseguir mayorías. En esa lista de proyectos hay espacio para ampliar las competencias del Ministerio de Trabajo para combatir el trabajo precario en las provincias, o para implementar un retiro gradual y diferenciado de subsidios (aunque en la Casa Rosada recuerdan el antecedente de Brasil, con Dilma Rousseff soportando descontento social por la suba de los transportes y saben que no deben hacer lo mismo).
Entre tantas ideas que se están estudiando, en el Ejecutivo se reservan también algunos anuncios para el corto plazo. Uno de ellos, pudo saber este diario, irá en línea con una frase reciente de Miguel Galluccio, el CEO de YPF: "Necesitamos muchos más Chevron en la Argentina”" dijo el jueves en el Council of Americas. El anuncio en cuestión, que se concretará en pocos días, será una inversión de una petrolera privada de capitales argentinos que se asociará con YPF.