El 8 de abril de abril de 1977, Ana María Moral, estudiante de Filosofía y Letras, fue fusilada en la escalinata de la Iglesia de Fátima en medio de un fuego cruzado desatado tras un operativo realizado por un grupo comando organizado. Muchos años después, su familia pudo reconstruir lo ocurrido y hallar sus restos, que estaban junto a muchos otros en el Cuadro 33 del Cementerio de Capital.
Su hermano, quien declaró este lunes en el IV Juicio de Lesa Humanidad que se desarrolla en Mendoza y juzga a ex jueces, policías y militares por complicidad y ejecución de crímenes enmarcados en el terrorismo de Estado, aseguró que un amigo de la familia que trabajaba en la iglesia de Godoy Cruz le dijo que la delación de "un tal cura Pérez" fue la que ayudó a las milicias a encontrar a Moral y su amiga, la nadadora Gisela Tenembaum.
Además de la historia de Ana María Moral, se escuchó el testimonio de Florencia Aramburo y se reconstruyó el desenlace de Jorge y Emiliano Pérez, estos dos últimos de boca de Virgilio Ponce.
Dos amigas perseguidas
Alberto Moral González es el único hermano de Ana María Moral, a quien describió como “una hija de mendocinos, con una mamá ama de casa y un papá trabajador. Fue buena alumna en la Primaria, mejor en la Secundaria y excelente en la Facultad de Filosofía y Letras”.
Contó Alberto que como estudiante universitaria Ana María se enroló en la Juventud Universitaria Peronista. Eso le valió la persecución del aparato terrorista estatal. Precisamente, cuando detectaron que estaban en peligro, Moral y otros compañeros se fueron a San Juan, desde donde iban y venían hacia Mendoza. Para pasar por el control policial –contó su hermano- el salvoconducto era una damajuana de vino.
La última vez que Alberto vio a Ana María, ella le refirió que junto a su compañera y amiga, Gisela Tenembaum, vio cómo el militar Jorge Antonio Olivera –condenado en San Juan en 2013 y prófugo una semana después de la sentencia- violó y mató a Marie Ann Erize, una bella joven de padres franceses que militó en Montoneros y fue desparecida en octubre de 1976.
Durante ese episodio Ana María le dijo a Alberto que habían sido detenidas, pero ella y Gisela lograron escapar. Fue entonces que volvieron desde la vecina provincia caminando por la vía del tren y tardaron 7 días. Para entonces, ya había sido secuestrado y asesinado, en San Juan, Roque Moyano, pareja de Moral.
Una vez en Mendoza, Ana María Moral y Gisela Tenembaum, que también compartían su pasión por la natación, fueron a vivir a una casa en Villa Hipódromo. También estuvo allí Juan José Galamba.
El 8 de abril de 1977 Ana María tenía que encontrarse con uno o más compañeros pero en un operativo de fuerzas conjuntas los cercaron y acribillaron. Ella fue fusilada en la puerta de ingreso de la iglesia Virgen de Fátima. Al día siguiente, los Moral se enteraron de lo sucedido, por familiares y vecinos.
Un sepulturero amigo de la familia les dijo que “los chicos están en el Cuadro 33” del Cementerio de Capital. Entonces, Dora González le hizo hacer a su hijo una cruz con la inscripción “Ana María” e iba todos los meses a llevar flores hasta que, en 1986, pudieron recuperar los restos y darles la sepultura que la familia dispuso.
Sobre el final de su declaración, Alberto Moral señaló que un familiar que le hacía trabajos al sacerdote de la iglesia Virgen de Fátima le refirió que el tal “cura Pérez” le aseguró que él, había llamado a la policía para que dieran con su hermana y los otros compañeros.
El privilegio de no ser violada
Ana María Florencia Aramburo, abogada, fue secuestrada en la vía pública, junto a su suegra, Silvia de Defant, el 6 de marzo de 1979. Hizo escala en la Delegación de la Policía Federal, donde fue interrogada y golpeada, salvándose de la picana por el hecho de que la estaban reparando, sin éxito, en su presencia. De allí, fue trasladada y torturada en el D2.
Durante su testimonio en el juicio explicó que sus verdugos le concedieron "la gracia de no ser violada", dando por sentado que ésta era la máxima agresión. Pasó en dos oportunidades por la Penitenciaría Provincial y recaló en el Penal de Devoto hasta el 24 de marzo de 1983 en que recuperó la libertad.
La testigo relató que en el año 1974 colaboraba con el exilio chileno refugiado en Mendoza debido a la represión desatada por el golpe de Pinochet contra el Presidente Salvador Allende. Por esa época, también intervino en algunas reuniones del FAS –Frente Antiimperialista y por el Socialismo-. A raíz de ello notó que la hostigaban hasta que pudo corroborarlo, días después del 24 de marzo del ’76, cuando se anotició de que había sido allanado el local de venta de cuero que había montado con Ernesto Defant. Por este motivo decidió trasladarse a Buenos Aires junto a su pareja.
Al regresar a la Provincia, en 1979, fue apresada. Los primeros seis meses de detención fueron una sucesión equívocos que la colocaron en situaciones insólitas. Pasó por la Penitenciaria Provincial “en depósito” y recaló en Devoto, no en condición de detenida sino “a disposición del área”. Durante este período, a pesar de los reclamos, no consiguió ver a su hija, tal como consignó su relato el sitio juiciosmendoza.blogspot.com
A principios de septiembre de 1979 llegó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –CIDH- para verificar las numerosas denuncias que daban cuenta de las atrocidades cometidas por la dictadura. Por esos días, Aramburo, fue sometida a Consejo de Guerra y condenada por un Tribunal Militar a 8 años de prisión. Su caso dio un giro al abrirse una causa por infracción a la Ley 20840, en la Justicia Federal, que tuvo como juez al fallecido Gabriel Guzzo y como defensor oficial a Guillermo Petra.
Persecusión a una familia entera
Virgilio Alberto Ponce, quien vive en España, se refirió a los hechos padecidos por su tío Jorge Albino Pérez, su primo Emiliano Pérez y su pareja, Gloria Fonseca.
Virgilio se crió en General Alvear con los Pérez, de quienes destacó que lo trataron como a un hijo más de la familia y habló de sus primos como “mis hermanos”.
Dio detalles de la persecución que sufrió la familia que comenzó cuando a sus tíos Albino Pérez y Mafalda Pereyra los echaron del Hospital de General Alvear sin razón alguna. Incluso Albino estuvo preso varios días.
Decidieron mudarse a Las Heras, al barrio Tamarindos. Jorge Pérez ya no vivía con ellos porque estudiaba en Córdoba.
Días antes de los operativos en los que los Pérez fueron secuestrados ocurrió un hecho significativo en esa casa de Las Heras. Se presentó un grupo de 5 ó 6 personas con uniformes de Agua y Energía. Virgilio fue quien los recibió, sin sospechar que se trataba de una operación espía. Le dijeron que debían detectar una falla eléctrica. Quien llevaba la voz de mando recorrió todo el inmueble, mientras el resto esperaba y observaba otras partes del domicilio. En un momento se encontraron con un cable pelado y Ponce se lo señaló al supuesto operario de Agua y Energía, quien ni se inmutó. Seguidamente, los falsos empleados de la empresa estatal se fueron.
El 6 de abril de 1977, Virgilio volvía del trabajo a su casa cuando observó estacionado un camión de la Fuerza Aérea y la puerta de ingreso violentada. Entró y se encontró con un grupo de personas armadas entre quienes estaban los mismos que habían concurrido días anteriores disfrazados de empleados de Agua y Energía.
“Nos pegaron, se llevaron fotos y documentos y todo lo que encontraron de valor. Fue un saqueo”, relató el testigo, quien ratificó que ese mismo 6 de abril, en otro operativo similar en la casa de sus tíos, secuestraron a Emiliano y Jorge Pérez (quien había regresado de Córdoba y se había refugiado allí), hecho del que ya han dado cuenta testigos directos del caso.
También supo Ponce que tres días después sufrió el mismo destino –secuestro y desaparición- la pareja de su primo Jorge, Gloria Fonseca.
Virgilio Ponce explicó también que sus tíos Albino Pérez y Mafalda Pereyra hicieron todo tipo de gestiones, sin éxito, e incluso en la Fuerza Aérea, para obtener alguna información.
Fuente: juiciosblogspot.com.ar