Por Marta Peirano
Para eldiario.es
Snowden es un refugiado político. El exanalista de la NSA se enfrenta a cargos de espionaje y traición por haber filtrado un millón y medio de documentos clasificados que demuestran que EEUU espía de manera masiva y no regulada a todos los usuarios de Internet. Si no estuviera en Rusia, gracias a un permiso de asilo que ya ha renovado dos veces, Edward Snowden estaría en la cárcel. No sería el primero.
El australiano Julian Assange lleva casi cuatro años refugiado en la embajada de Ecuador para no enfrentarse a una investigación criminal del gobierno de los EEUU. Su delito es haber facilitado una herramienta para denunciantes llamada Wikileaks. Chelsea Manning cumple una sentencia de 35 años porque usó Wikileaks para denunciar que el Ejército estadounidense cometió crímenes de guerra en Irak. Jeremy Hammond está condenado a diez años de cárcel porque filtró cinco millones de correos de la agencia privada de inteligencia y espionaje Stratfor, en los que se desvelaron todo tipo de abusos.
A diferencia de Manning o Hammond, Julian Assange y Ed Snowden están atrapados, pero no están en prisión. Pueden comunicarse con su conocido círculo de colaboradores, dar conferencias en el SxSW y conceder entrevistas. Hasta ahora, Edward Snowden ha dado pocas entrevistas y no había concedido ninguna a un medio hispanohablante. Hace dos semanas concedió las dos primeras y, de momento, las únicas: una a El Objetivo de La Sexta y la otra a eldiario.es.
Quedamos en el Hotel Metropol, una reliquia del zar Nicolás II que fue sede de los bolcheviques y donde Lenin pasó siete días alojado con su esposa (habitación 107). También ha sido la residencia de varios jefazos de la KGB, pero Snowden no lo elige por eso. Le gusta porque tiene siete puertas de salida a la calle y porque, a diferencia de nuestro hotel, no hay grandes ventanales que revelen lo que pasa en el interior.
Dejamos los móviles en conserjería y le esperamos en la sala Pushkin, en la segunda planta. Cuando llega, su presencia es al mismo tiempo familiar y extraña. Con unas pequeñas modificaciones, consigue alterar su aspecto físico lo suficiente para pasar completamente desapercibido y llevar una vida relativamente normal. El próximo junio cumplirá 33 años. Parece mucho más joven.
[youtube]Glz2AqqDxao[/youtube]-¿Espía la NSA a ciudadanos españoles?
Edward Snowden: -Por supuesto que la NSA registra las comunicaciones de los ciudadanos españoles de la misma manera indiscriminada que las del resto del mundo. Esto no es polémico y, si alguien trata de negarlo, la prensa tiene la obligación de presionar. En el mejor de los casos, está desinformado. En el peor, están tratando de engañar al público por motivos políticos.
¿Cómo decirlo? Yo estaba allí. He trabajado personalmente con las herramientas de vigilancia masiva y he tenido que cribar comunicaciones que venían de todas partes del mundo, incluyendo España. Desafortunadamente, ninguna de las reformas que ha llevado a cabo el Gobierno de Estados Unidos desde 2013 ha tenido en cuenta que, con la ley vigente, el Gobierno puede monitorizar las actividades privadas de todo el mundo de manera indiscriminada, también a los ciudadanos estadounidenses.
-¿Investigan a cualquier ciudadano sin una orden judicial?
-Bajo este paradigma, llamado "recolección a granel" por el Gobierno y vigilancia masiva por el resto del mundo, no se necesita una orden judicial individual para interceptar y archivar secretamente tus actividades. Técnicamente, esto no es difícil de hacer, gracias a la confianza de los ciudadanos en una serie de operadoras de telecomunicaciones que gestionan el grueso de sus comunicaciones, resultando en lo que tenemos hoy: un mundo en el que los gobiernos tienen tanta información sobre ti como sobre los terroristas más duros. Por si acaso.
Algunos miembros del Gobierno pueden argumentar que tener un registro de tus actividades a través de los metadatos no es tan terrible. "No nos ponemos los cascos y escuchamos tus llamadas telefónicas", dicen. Pero después de trabajar con esas herramientas, te puedo asegurar que no hace falta ponerse los cascos. Es una pérdida de tiempo: los metadatos son mucho más intrusivos y más valiosos que cualquier cosa que puedas decir.
-¿Por qué son tan peligrosos esos metadatos y qué clase de información contienen?
-Las palabras se pueden malinterpretar, dificultando el saber quién es realmente una persona sin dedicar una enorme cantidad de tiempo a vigilarlos. Pero registrando todas sus actividades diarias, los analistas de inteligencia tienen acceso a los patrones vitales de todo el mundo, la historia secreta del alma. Si lo piensas, el principio es sencillo: cuando ves que alguien llama a su ex a las dos de la mañana, y esos dos teléfonos se encuentran en un hotel, no te hace falta escuchar la conversación para entender el resto de la historia.
El registro de esos metadatos sin una orden judicial revela cada frontera que cruzas, cada cosa que compras, cada llamada, cada torre celular que te cruzas, cada amigo que haces, cada página que visitas y cada correo que envías. Todo esto forma parte de un sistema cuyo alcance es ilimitado y que circula sin frenos.
-¿Cuál ha sido el papel del Gobierno español y de su servicio de espionaje, el CNI? ¿Ha colaborado más o menos que otros gobiernos europeos?
-Si quieres saber cuál es el papel del Gobierno español, deberías plantearle la pregunta al Gobierno español. Pregúntale si alguna vez han guardado registro de cualquier tipo de metadatos sin una orden judicial. Pregúntale si alguna vez ha compartido esa información con otros países. La respuesta a ambas preguntas es "sí", pero deberían decirlo ellos.
-¿Sirve este espionaje masivo para prevenir el terrorismo?
-No. Si la Administración dice que esas actividades se han hecho para prevenir el terrorismo, tiene sentido recordarles que la Casa Blanca contrató dos auditorías en respuesta al escándalo del NSA en 2013 y les dio acceso total a la información. Después de examinar la historia de la vigilancia masiva en EEUU, y el registro de las actividades de todo el mundo durante 10 años, no pudieron encontrar "ni un solo aspecto" en que haya prevenido un ataque terrorista.
"No hemos identificado un solo momento relacionado con amenazas en los EEUU en el que el programa de registro de llamadas telefónicas haya cambiado el resultado de una investigación de contraterrorismo -dice el informe al que tuvo acceso el Washington Post. Más aún, no hemos encontrado ningún momento en el que el programa haya contribuido de manera directa al descubrimiento de un complot terrorista o a la interrupción de un ataque terrorista".
No hay duda de que algunas investigaciones electrónicas, aprobadas individualmente por un juez e interceptando las comunicaciones concretas de sospechosos criminales, pueden ser efectivas y necesarias. Pero no deberíamos olvidar las lecciones de la historia: la vigilancia no tiene que ver con la seguridad, tiene que ver con el poder.
-¿También estaba siendo espiado el Gobierno español, igual que lo estaban Angela Merkel o Nicolas Sarkozy?
-No puedo hablar de primera mano, prefiero referirte a los periodistas que ahora tienen el archivo de documentos. Pero si incluso los aliados más cercanos a Estados Unidos, como Angela Merkel, François Hollande o Nicolas Sarkozy estaban siendo espiados, ¿por qué habría de ser el Gobierno español diferente al alemán cuando es un aliado menos importante para Estados Unidos?
Sin embargo, a mí no me interesa particularmente que Merkel, Hollande o Sarkozy hayan sido grabados. Esté bien o mal, son lo que tradicionalmente hemos considerado objetivos válidos de un servicio de inteligencia extranjero. Puede ser ilegal, pero para eso les pagan. Estoy mucho más preocupado por la naturaleza indiscriminada de la vigilancia que nos afecta a todos nosotros independientemente de nuestra posición: la recolección indiscriminada, intercepción previa y lectura de este material, porque cambian el equilibrio de poder entre ciudadano y Estado.
Cuando creas el precedente de que la vida y los registros de cualquiera pueden ser interceptados y almacenados, independientemente de si están o no están haciendo nada malo, lo que estás permitiendo son fichas policiales de personas inocentes que se almacenan solo por si acaso. Y ya hemos visto en el pasado, en circunstancias extraordinarias como la Segunda Guerra Mundial, qué puede pasar después con ese tipo de registros masivos: fueron utilizados para políticas de exterminio. Hoy estamos haciendo esto a una escala que habría sido inimaginable entonces.
-¿Debería estar prohibido este espionaje masivo incluso si se demuestra eficaz?
-Hay razones para prohibir este tipo de políticas. La investigación sin restricciones puede tener valor en algunos contextos. Por ejemplo, la policía podría encontrar más camellos de poca monta si pudieran registrar la casa de todo el mundo en el momento en el que salen a trabajar sin tener que explicarle nada a un juez y decir 'esa persona parece sospechosa, esa persona tiene un corte de pelo qué podría estar relacionada con el narcotráfico y esa persona está posteando en Internet de una manera que parece un radical, parece una amenaza para el orden político así que voy a echarle un vistazo y ver lo que guarda bajo las sábanas, a ver si tiene algo que esconder'. Eso se puede llamar de muchas maneras, pero sin duda no es una sociedad libre.
-El año pasado el fiscal jefe de la Audiencia Nacional de España, Javier Zaragoza, publicó una tribuna en el New York Times junto con otros fiscales europeos y el jefe de la policía de la City londinense pidiendo puertas traseras para los teléfonos móviles y otras tecnologías. ¿Por qué es una mala idea que los jueces puedan acceder a estos datos?
-Lo que quiere este fiscal y otros es conseguir una puerta trasera que nadie más que la justicia pueda utilizar. Sin embargo, cualquier experto en tecnología te dice que esto es imposible: cuando creas una puerta de atrás, estás creando una vulnerabilidad que debilita la seguridad de todo el sistema. Es un agujero que no solo servirá a tu propio Gobierno o un juzgado que llega una investigación legítima, sino también a grupos criminales, hackers o espías extranjeros.
El problema con las puertas traseras no es un problema de vigilancia, es un problema de seguridad. Para hacer la vida del investigador un pelín más fácil, ponemos en peligro la seguridad de toda sociedad. Así se facilitan los ciberataques y el día en que algo salga mal será un problema imposible de arreglar. Tendrás todo tipo de dispositivos ahí fuera, activos, en las casas de la gente, en sus oficinas, en el banco, en el hospital, al que cualquier extraño podrá tener acceso. Cualquiera: desde un niño de 14 años hasta un grupo de espías del Gobierno.
-¿Cuáles son los riesgos de este tipo de ataques?
-Están evolucionando a un paso muy rápido porque el ataque es mucho más fácil que la defensa. Sin embargo, la defensa no se patrocina, carece de verdadero apoyo político porque a los políticos lo que les gusta es oír hablar de los atractivos ataques: “Oh, ¡hemos comprometido la seguridad de una central nuclear en Irán!” o “¡hemos hackeado a un sospechoso de terrorismo!”. No se paran a pensar 'espera, si tenemos esta extraordinaria capacidad ofensiva, ¿no significa eso que nuestros adversarios tienen la misma capacidad ofensiva para usar en nuestra contra?'.
Esto es mucho más importante para los países desarrollados que para los países en vías de desarrollo porque nosotros estamos mucho más conectados y tenemos mucho más que perder. Tú puedes hackear Corea del Norte todo el día y no vas a tirarles nada porque apenas tienen sistemas informáticos y de los pocos que tienen casi ninguno está conectado a Internet. Nosotros tenemos los embalses conectados a Internet, tenemos los hospitales conectados a Internet, tenemos el Parlamento conectado a Internet.
-En España hemos tenido varias reformas en la ley de Enjuiciamiento Criminal y de Terrorismo y en la ley de Seguridad Ciudadana que comprometen la libertad de expresión y otros derechos civiles. ¿Es una tendencia en todo el mundo? ¿Van a endurecerse este tipo de leyes aún más?
-Esta es una de esas cuestiones de filosofía política que no me siento capacitado para responder porque no soy un político, soy un ingeniero. Lo que sí puedo decir es que, como demuestra la historia, la evolución natural del Gobierno es a expandirse. La evolución natural de la autoridad es buscar más autoridad, y que lo habitual es que esta tendencia solo cambie cuando hay un escándalo. En este contexto me preocupa especialmente el creciente apetito del Gobierno en democracias liberales occidentales, sociedades libres, por coartar, por contener y por amordazar la libertad de expresión. Especialmente en Europa, y muy especialmente en España, donde ocurren cosas como que unos titiriteros hayan sido encarcelados por decir algo que claramente está enmarcado dentro del contexto de una parodia. Y el Gobierno dice: 'esto es lo que dice la ley'. Y la ley es absoluta.
Es preocupante que haya una policía de Twitter en España que dice: “Este tuit es inapropiado o hiere los sentimientos de las víctimas del terrorismo, o este tuit apoya a un grupo terrorista”. Esto no significa que, como sociedad, no debamos condenar a aquellos que tratan de humillar a los que han sufrido una pérdida, eso sería repugnante. Pero durante mucho tiempo hemos estado de acuerdo en que ser mala persona no es ilegal. Si lo fuera, no podríamos tener una sesión completa en el Parlamento salvo que tuviera lugar en la cárcel. Tenemos que reconocer una división entre la corrección del discurso y aquello que supone una amenaza para la sociedad, algo tan existencial que debe ser restringido.
-Los titiriteros estuvieron cinco días en la cárcel sin fianza y aislados en aplicación de la legislación antiterrorista.
-Esto nos lleva al corazón del asunto del terrorismo, la palabra mágica que desbloquea las más increíbles capacidades del Gobierno con la mínima supervisión. España tiene un historial de terrorismo –como lo tiene EEUU– que es anterior al 11S, anterior a Al Qaeda. Pero ¿por qué tiene esto que cambiar la naturaleza de nuestra sociedad? Hemos reordenado nuestra sociedad, hemos reordenado nuestras libertades a la medida de las fuerzas de seguridad, para detrimento de la sociedad.
Esto es algo que ya ha ocurrido en el pasado, pero en el contexto de una guerra. Cuando existe el peligro de que unos submarinos vayan a la bahía a destruir tus barcos, entonces declaras la ley marcial, y hay un control de las personas consideradas radicales y disidentes. Aun así es repugnante, pero había más gente dispuesta a tolerarlo porque la naturaleza de la guerra supone una amenaza existencial para la sociedad. La sociedad entiende que se trata de un periodo fugaz, que acabará rápidamente. Sabremos claramente cuándo ha terminado porque se firmará un tratado de paz y, si no lo aceptamos, nuestra sociedad no existirá mañana. ¿Podemos decir lo mismo del terrorismo?
Ni siquiera los grupos terroristas más agresivos del mundo, gente como ISIS que quema personas vivas, suponen una amenaza existencial para nuestras sociedades; no tienen esa capacidad de operación. Esto no quiere decir que el terrorismo no sea un crimen que debemos tomar muy en serio. No digo que no debamos luchar contra el terrorismo, ni que no debamos estar vigilantes y tratar de mitigar la amenaza tanto como se pueda. Pero sin sacrificar la naturaleza de nuestras sociedades como respuesta a lo que no deja de ser un crimen aislado y esporádico.
Si no lo hacemos, ¿qué es lo que nos jugamos? Lo que perdemos es una porción de nuestros valores que ningún grupo terrorista, por poderoso que fuese, podría habernos arrebatado. Dejar de ser una sociedad libre por miedo al terrorismo es la única manera que tienen los terroristas de ganar.
-¿Cuál es la situación actual de un whistleblower, un alertador, alguien que tiene en su poder documentos que deberían ver la luz y los filtra?
-La protección de whistleblowers no existe a nivel nacional. Y creo que la única manera que tenemos de hacer que exista es hacerlo de manera internacional. Necesitamos un sistema que vaya más allá de las prerrogativas de un Gobierno nacional, que siempre va a ser vengativo y castigador: un estándar internacional de arbitraje que pueda valorar si una denuncia se ha hecho por el bien general o ha sido tan dañina que no debería haber ocurrido. Cuando eso pase, los grupos nacionales que quieran evitar las denuncias lo tendrán que hacer públicamente, exponiéndose a las críticas.
Estamos tratando de crear mecanismos razonables de protección para alertadores pero, en la ausencia de eso, porque ese no es el mundo en el que vivimos ahora mismo, si quieres filtrar información de este tipo tienes que pensar en lo que realmente te importa y lo que merece la pena sacrificar.
En la Freedom of the Press Foundation manejan SecureDrop, un buzón para alertadores, fuentes anónimas, etc. ¿Qué le aconseja a alguien que está considerando usarla? En España tenemos Fíltrala, que cumple el mismo propósito.
SecureDrop y probablemente Fíltrala, con quien no estoy tan familiarizado, son cosas a las que no debes nunca conectarte desde tu propia casa, no debes ni buscar información sobre ellas en tu casa. Porque imaginemos que hay una investigación penal del Gobierno. Ellos saben que es una filtración que afecta a determinado grupo o compañía, y están tratando de saber de dónde viene y sacan el historial de navegación de todos sus empleados. Y dicen: la oficina está limpia. Pero luego van a mirar en sus casas y ven que 29 de 30 personas tienen el historial limpio, pero hay uno –el afortunado 30– que ha estado mirando herramientas de anonimización desde su casa. Esto sería un indicador que lo marcaría como sospechoso. Especialmente si está buscando cosas como Fíltrala o SecureDrop.
-¿Cómo debe actuar alguien que quiera filtrar información a un medio de comunicación?
-Si quieres filtrar algo, debes buscar estas herramientas desde ordenadores que no estén conectados a tu nombre; deberías buscar un ordenador anónimo, en una biblioteca, o algún sitio con el que no tengas relación. Si llamas a un periodista, tienes que hacerlo desde un número que no esté asociado a ti, una cabina o así. Tienes que ser consciente del rastro que vas dejando a tu paso, por ejemplo no deberías llamar desde tu coche, porque tiene una matrícula que puede ser registrada desde las cámaras de tráfico. Si vas a un café a conectarte, no deberías pagar con tu tarjeta. Y muy definitivamente, si sueles navegar por la Red, tienes que empezar a usar TOR. Tienes que empezar ahora, antes de que te metas en ninguna operación, para que parezca algo normal en ti, en lugar de extraño.
-¿Por qué hay que usar TOR?
-Yo y todas las personas con las que tengo relación usamos TOR para todo. Hay muy pocas razones para no usar TOR en todas tus comunicaciones, salvo que estés haciendo algo que requiera el más alto ancho de banda y el menor retraso. Y, si ese es el caso, entonces puedes dejar de usar Tor solo para hacer eso.
Pero a veces ni siquiera basta con TOR. Incluso cuando estas usando técnicas o redes de anonimización, todas tus rutinas de seguridad pueden quedar comprometidas si las contaminas con un identificador real. Por ejemplo, si usas tu ordenador para llevarlo a un café y abres el navegador y se abren pestañas con Facebook o se baja el correo de manera automática o, simplemente, si tu ordenador tiene una cookie de seguimiento que te han instalado por publicidad sin que tú lo sepas. Cualquiera de estas cosas puede delatar tu verdadero nombre cuando tratas de mantenerte anónimo.
La mejor manera de evitar esto es usar lo que llamamos un sistema operativo amnésico, que olvida todo lo que has hecho con él, como TAILS. Este es un sistema con el que cualquiera que no tenga conocimientos de informática puede usar TOR, puede usar un navegador seguro, cifrar correos, y todo desde un sistema operativo que se instala en tu ordenador, lo llevas en un pendrive USB, o en un CD y arrancas el ordenador desde el pendrive o el CD sin tener que usar tu propio sistema instalado en tu disco duro que tiene todos esos mecanismos forenses que te conectan a lo que haces en el navegador.
-Alberto Garzón ha pedido que España cumpla con la resolución del Parlamento Europeo del 29.10.15 que le garantizaría a usted asilo político. ¿Tiene esperanza de que un posible Gobierno de coalición de izquierdas en España sería más susceptible de cumplir esta resolución europea?
-Yo prefiero mantenerme neutral en lo que se refiere a los partidos porque creo que debemos centrarnos en los valores, más que en los partidos. Ama el acto, no al actor. Pero si creo que son declaraciones interesantes y esperanzadores, a pesar de las protestas de las figuras más institucionales de los gobiernos que dicen 'mira, aunque pensemos que lo que hizo este tío está bien y beneficia al público en general, no podemos hacer esto porque Estados Unidos no nos deja. Nos castigará o tomará medidas o dejará de compartir inteligencia con nosotros'.
No hay duda ahora mismo de que nadie fue dañado como consecuencia de mis revelaciones. Ni los más veteranos altos cargos de EEUU, cuando les preguntaron bajo juramento si podían señalar una sola persona que hubiese muerto como consecuencia de ellas, pudieron aportar un nombre.
El derecho a pedir y recibir asilo está recogido en tratados que mi propio Gobierno ha firmado como un derecho humano, tanto en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos de la ONU como en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Si hay políticos que dicen que deberíamos abandonar nuestra defensa de los derechos humanos por miedo a que nos castiguen, pienso que eso dice mucho más sobre esos políticos y lo que verdaderamente piensan de los derechos humanos que de ninguna otra cosa.
-Antes ha dicho que Daniel Ellsberg se arrepintió de no haber filtrado antes los papeles. ¿Se arrepiente usted de algo?
-De lo mismo. Hasta los alertadores que han sufrido grandes pérdidas como resultado de sus filtraciones, Chelsea Manning, Thomas Drake de la NSA sobre todo, que han acabado en la cárcel... Thomas Drake era un directivo veterano de la NSA, un alto cargo con una vida extraordinariamente satisfactoria, un trabajo extraordinario, una mujer, una casa, y lo perdió todo. Perdió su carrera, y recibió la amenaza de décadas y décadas de cárcel. Arruinó su vida. Y sin embargo no se arrepiente de lo que hizo.
De manera parecida, y aunque yo he pagado un alto precio, lo único de lo que me arrepiento es de no haberlo hecho antes.
Incluso habiendo pagado un alto precio, la única cosa que atormenta a un filtrador es: ¿esperé mucho tiempo? Especialmente en el contexto de la vigilancia. Cuanto más se permite que exista este espionaje masivo sin que la opinión pública se pueda resistir, más se enquista. Cuando más poder consiguen los gobiernos, más rápidamente se acostumbran a ese poder. Cuanto más tiempo lo tienen, más difícil es quitárselo. Así que no puedo evitar preguntarme, cómo sería si esta entrevista si mi filtración hubiese llegado en 2003, en vez de en 2013. Cómo de distinta habría sido esta década.