Desde Río Negro, en una homilía cargada de denuncia social y sensibilidad pastoral, el arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, lanzó una crítica directa al gobierno nacional por el recorte de fondos destinados a los centros de prevención y recuperación de adicciones. “La omisión y el retardo de las cuotas convenidas para el sostenimiento de los centros que, en condiciones muy precarias, todavía están funcionando”, advirtió, en el marco de la conmemoración del beato Ceferino Namuncurá.
El mensaje eclesiástico se inscribe en un contexto de ajuste estructural impulsado por el presidente Javier Milei, cuya política de “motosierra” ha paralizado decenas de dispositivos territoriales, dejando a miles de jóvenes sin acceso a acompañamiento, tratamiento ni redes de cuidado. Para Colombo, “una mirada meramente policial y judicial de la problemática de las adicciones nos deja sin herramientas para afrontar este flagelo”, y condena a generaciones enteras “a la frustración y el sinsentido de la vida”.
Ceferino, patrono de la pastoral de adicciones
En su intervención, el arzobispo recordó que Ceferino Namuncurá es patrono de la pastoral de adicciones en la Iglesia argentina, y convocó a “acompañar todos los esfuerzos para cuidar la vida amenazada de tantos hermanos adictos que desean salir de su situación”. En un tono profundamente espiritual, pidió “que se detengan esos verdaderos signos de muerte” que avanzan en los barrios más vulnerables.
Colombo también apeló a una parábola evangélica para denunciar las falsas jerarquías humanas que dividen y excluyen: “No ponerse en evidencia a partir de falsas importancias humanas, porque siempre habrá motivos para pasar vergüenza si lo que nos divide o separa son criterios meramente humanos”.
Narcotráfico y abandono estatal
La homilía se enlaza con un comunicado previo de la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, que alertó sobre el crecimiento del narcotráfico y “la despenalización de hecho” del consumo y la venta de drogas en todo el país. “En las periferias y barriadas pobres, el narcotráfico va ocupando espacios sigilosamente y no se detiene. Da ‘trabajo’ a las personas mientras desintegra familias y extiende su vil campo de acción”, señalaron.
La Iglesia denuncia que, frente al retiro del Estado, las organizaciones de base “no dan abasto con la demanda de ayuda”. Escuelas atravesadas por el consumo, hospitales públicos desbordados, vecinos organizados bajo amenaza de armas: el escenario es de emergencia social y sanitaria. “La presencia de las Iglesias, con su trabajo en prevención, acompañamiento y recuperación, es clave para llegar antes que el narcotráfico”, concluye el comunicado.