Las víctimas VIP del modelo

El default avanza: cayó Bioceres, la multinacional rosarina de la biotecnología listada en el Nasdaq

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Bioceres fue fundada en 2001, en Rosario.

Cayó en default Bioceres SA, una de las empresas argentinas más importantes en el ámbito de la biotecnología y la innovación agropecuaria, con una trascendencia internacional que supera su tamaño puramente local en términos de ingresos. En medio de una creciente ola de cesaciones de pagos que sacude a compañías agroindustriales, energéticas y foresto-industriales, la noticia amplificó las señales de alerta sobre la fragilidad del ecosistema corporativo argentino. La emblemática firma biotecnológica con base en Rosario, ícono de innovación por haber alcanzado cotización en el Nasdaq en 2021, no pudo cumplir con pagos de deuda en dólares y enfrenta presiones tanto del mercado financiero como del propio entramado productivo que ayudó a sostener.

De Wall Street al default: la caída de un símbolo de la bioagricultura.

Bioceres SA, hasta hace poco controlante de Bioceres Crop Solutions —empresa cotizante en Nueva York— debía afrontar pagarés bursátiles por 5,3 millones de dólares en junio de 2025, monto que no pudo cancelar. Para julio enfrenta vencimientos por otros 3 millones, mientras que su exposición total en el Mercado Argentino de Valores (MAV) asciende a u$s37,6 millones. En simultáneo, productores que mantenían convenios de siembra con la compañía denunciaron demoras en los pagos por el cereal entregado, profundizando la preocupación más allá del ámbito financiero.

La compleja arquitectura societaria del grupo —que en 2024 transfirió el control de Bioceres Crop a la firma asociada Moolec, también de perfil biotecnológico— busca contener el impacto patrimonial de la cesación de pagos local. Sin embargo, la estrategia no logró frenar el derrumbe bursátil: las acciones de Bioceres en el Nasdaq acumulan una caída del 55% interanual, impulsada por balances negativos y una creciente pérdida de confianza en la solvencia del grupo.

Bioceres arrastra una deuda antigua que se convirtió en un lastre operativo y financiero. La caída de valor de mercado de Bioceres Crop, sumada a la exposición de empresas asociadas como Rizobacter —cuya calificación crediticia fue rebajada recientemente por la agencia Fix— sugiere que la estrategia de cambio de controlante buscó evitar un efecto dominó de carácter sistémico. No obstante, la fragilidad persiste, y el caso Bioceres se convierte en una alerta temprana sobre los límites de la ingeniería corporativa frente a una economía restrictiva.

La saga: Los Grobo, Surcos y Albanesi

La cesación de pagos de Bioceres se suma a una cadena de incumplimientos que comenzó a evidenciarse hacia fines de 2024.

Entre ellos destacan los casos de Los Grobo y Agrofina, que dejaron impagos compromisos por u$s21,4 millones y $9.400 millones en enero de 2025. Ambas compañías, con deudas totales que superan los u$s200 millones, no lograron acuerdos de refinanciación con entidades financieras relevantes, lo que refleja el endurecimiento del crédito incluso para actores consolidados.

Surcos, empresa de agroinsumos, enfrenta un cuadro crítico con obligaciones impagas que superan los u$s100 millones, cuentas embargadas y una composición de pasivos donde dominan las obligaciones financieras y pagarés bursátiles. Su deterioro financiero compromete una parte vital del engranaje de insumos agrícolas.

En el sector energético, el Grupo Albanesi —con fuerte peso en generación térmica— declaró el no pago de u$s19,5 millones en intereses de deuda en mayo de 2025. La situación está directamente vinculada a la deuda impaga de CAMMESA por u$s1.200 millones, lo que revela cómo el descalce financiero entre entes públicos y proveedores privados impacta la estabilidad sectorial.

En la foresto-industria, Celulosa Argentina manifestó su incapacidad de cumplir con ONs y cheques desde mayo, en un contexto de caída del 30% en ventas internas, suba de costos dolarizados y tasas de financiamiento del 35 al 45%. La apreciación cambiaria, sumada al fenómeno del carry trade, genera un círculo vicioso donde las empresas quedan atrapadas entre la inflación en dólares y la falta de crédito productivo.

Dólar caro, tasas insostenibles y sequía financiera

El denominador común de esta cascada de defaults es el origen: una macroeconomía en tensión, con empresas con obligaciones en dólares, ingresos en pesos rezagados, costos financieros altísimos y un sistema bancario que opera con lógica defensiva. La imposibilidad de acceder a líneas de crédito competitivas hace que incluso compañías tecnológicas o con trayectoria regional recurran a estructuras bursátiles de corto plazo —como los pagarés MAV— para financiar operaciones básicas, aumentando su vulnerabilidad.

En este contexto, el caso Bioceres no sólo representa un retroceso simbólico para la biotecnología argentina, sino también una advertencia sobre el agotamiento de ciertos modelos de expansión con apalancamiento externo. Aunque algunas maniobras societarias buscan contener el daño reputacional y patrimonial, la realidad operativa y financiera de fondo impone una agenda urgente: redefinir marcos de financiamiento, mejorar condiciones contractuales entre el sector público y privado, y evitar que la ola de defaults erosione aún más la capacidad productiva del país.

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