En un fallo unánime, el Tribunal Oral Criminal 3 de La Matanza condenó a 10 años de prisión al ex policía bonaerense Julio Diego Torales, acusado de torturar a Luciano Arruga el 22 de septiembre de 2008. Afuera, la sentencia se esperó alrededor de una radio abierta, que la difundió desde la sala de audiencias, y fue celebrada con aplausos y emoción por organizaciones y militantes que se acercaron a acompañar a la familia.
"Durante el juicio, quedó comprobado que a Luciano lo tuvieron detenido más de diez horas en el destacamento siendo menor de edad" había dicho más temprano Vanesa Orieta, su hermana, minutos antes de conocerse el veredicto. En las calles alrededor del tribunal, la multitud gritaba a una sola voz: Luciano Arruga/Presente!" y esperaba la salida de la familia.
[youtube]cIiK01G-D60[/youtube]El condenado llegó al tribunal esposado y de traje, como en todas las audiencias. Una vez que estuvo en la sala de audiencias, entraron los jueces y leyeron los fundamentos del fallo condenatorio.
"No se pueden naturalizar estas prácticas"
Más temprano, Orieta expresó: "Buscamos la Justicia que merecemos. No podemos naturalizar estas prácticas", y agradeció "el aguante" a todas las organizaciones. Desde temprano, las calles Mendoza y Almafuerte estuvieron cortadas. "A Luciano lo mató la policía" era la consigna que se repetía en remeras y banderas. Y la cara del joven de 16 años, el esténcil que acompañaba masivamente el pedido de Justicia. Una gran cantidad de personas no pudieron ingresar a la pequeña sala donde los jueces Gustavo Omar Navarrine y Liliana Logroño informaron la sentencia.
Los abogados de la familia, representados por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), habían pedido 16 años de prisión e inahibilitación absoluta para Julio Diego Torales, ex policía bonaerense y único imputado en este debate oral. En tanto, el fiscal José Luis Longobardi reclamó una pena de 10 años. La defensa alegó por la absolución. Se sabe que hay dos agentes más que participaron de las agresiones contra el joven que entonces tenía 16 años, pero aún no fueron identificados.
El juicio
El debate oral comenzó la semana pasada y se extendió por tres audiencias de testimoniales y un día destinado a los alegatos. La voz de Luciano estuvo presente a través de su hermana Vanesa Orieta y su madre, Mónica Alegre quienes reconstruyeron lo que pasó hace seis años. También declaró un amigo de él, una amiga de su hermana, médicos que lo atendieron y dos policías que estaban de guardia ese día en el destacamento.
Según se supo durante en el juicio, a Luciano lo detuvieron dos policías en la esquina Bolívar y Perú por averiguación de antecedentes. Buscaban al responsable del robo de un celular. Lo requisaron sin testigos y, según la versión policial, le encontraron el teléfono. La querella tildó este procedimiento inicial de “dudosa legalidad”. Tras la detención, lo llevaron al destacamento de la calle Indart.
Estuvo nueve horas en un lugar que no tenía estaba habilitado para detenciones. En ese momento ya regía la resolución 1623/04 del Ministerio de Seguridad bonaerense que establece que los menores no deben ser alojados en comisarías.
Luciano pudo irse después de que su mamá volviera con la partida de nacimiento en la mano. Cuando se iba, alcanzó a señalar a Torales: “Vos me pegaste mientras dos me sostenían”. Volvió rengueando al barrio. Así lo vieron llegar sus amigos tras la detención. Su hermana lo convenció para que fuera al Policlínico de San Justo a hacerse ver las heridas: allí el médico Gabriel González certificó "un traumatismo en la región facial del lado izquierdo".
El chico le contó a su hermana cómo lo obligaron a comer un sándwich escupido y también la manera en la que lo amenazaron con llevarlo a la comisaría 8va donde lo violarían. "Luciano nos habló en este juicio a través de su hermana y su mamá para pedirnos Justicia" había dicho el fiscal Longobardi en su alegato.
Fuente: Infojus