El gobierno ultraconservador de Hungría subió las penas contra migrantes mientras empuja a miles a los dominios de la muerte

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Hungría cerró este viernes su principal paso fronterizo hacia Serbia luego de que 300 refugiados escaparan de un campamento cercano, mientras miles aguardaban en una estación ferroviaria y otros en un tren, del que huyeron para no caer presos.

Con el país convertido en el principal epicentro de la crisis de refugiados en Europa, el Parlamento de Hungría aprobó un paquete de leyes que endurece fuertemente las penas de cárcel para los inmigrantes ilegales, con hasta tres años de prisión para quienes crucen las fronteras nacionales de manera irregular.

Con la ley, que además contempla cinco años de prisión si el cruce se realiza armado o dañando la valla en la frontera con Serbia, el gobierno ultraconservador de Hungría busca "aliviar la presión migratoria" de los últimos meses, en los que más de 160.000 refugiados entraron al país a través de la frontera serbia.

Los refugiados tratan de evitar ser llevados a alguno de los cinco campamentos del país porque no quieren ser registrados en Hungría, un país económicamente deprimido donde es mucho más probable, comparado con Alemania, que sus solicitudes sean rechazadas.

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, quien ayer defendió el "derecho" de su país de no recibir inmigrantes musulmanes, se aferra de una normativa europea que exige que los refugiados sean registrados en el primer país por el que ingresan a la Unión Europea (UE) y dice que la solución al problema es reforzar las fronteras.

Desde que la crisis de refugiados llegó a Hungría, Orban levantó una valla alambrada en la frontera sur con Serbia, militarizó esa zona y ahora frenó todas las salidas de trenes con destino al oeste y norte de Europa, en un intento por forzar a los refugiados a tramitar sus solicitudes en el país.

Orban se opone rotundamente a un plan de Alemania por el que sería obligado a recibir una cuota de refugiados que profesan el islam y dice que el reciente anuncio alemán de que dará asilo a todos los sirios ha empeorado el problema al alentar a más refugiados a viajar hacia Europa y hacia Hungría en particular.

En un reflejo de su desesperada negativa a ser registrados en Hungría, unos 300 refugiados se escaparon hoy de un campamento de refugiados cercano a la sureña ciudad de Roszke, tras lo cual la policía cerró el principal paso fronterizo hacia Serbia por "motivos de seguridad".

"En el interés de prevenir accidentes, la policía ha cerrado temporalmente el paso fronterizo de Roszke al tráfico entrante y está redirigiendo el tráfico hacia otra ruta", dijo la policía en un comunicado citado por la cadena de noticias BBC.

En la estación de Keleti de Budapest, en tanto, cientos de los 3.000 refugiados tomaron hoy sus pertenencias y dijeron que iban a viajar a pie hacia Austria, pero luego de dar una vueltas alrededor del predio retornaron a su campamento improvisado para continuar una espera que ya se prolonga varios días.

El lunes pasado, Hungría permitió inesperadamente que varios miles de refugiados tomaran trenes hacia Alemania y Austria. Al día siguiente, las autoridades suspendieron todos los servicios ferroviarios durante 48 horas, pero tras reanudarlos, ayer, canceló todos los servicios hacia el oeste o norte de Europa.

Hoy, y por segundo día, unos 500 refugiados seguían negándose a ser evacuados de un tren en el que pasaron la noche y ser llevados por la policía a un campamento de refugiados cerca de Budapest, en la localidad de Bicske, muchos de ellos con boletos hacia Berlín o Viena.

Luego de que la policía húngara se retirara sorpresivamente de Keleti permitiendo a los refugiados ingresar en la reabierta estación, el tren partió ayer desde allí con carteles que señalaban que iba a Sopron, una ciudad cercana a la frontera con Austria.

Sin embargo, fue detenido por la policía en Bickse, a sólo 40 kilómetros de la capital, donde la policía trató de evacuar a los refugiados a la fuerza para llevarlos al campamento de refugiados de la ciudad, desatando escenas de brutal represión.

En medio del caos, un hombre se tiró a las vías junto a su mujer, que gritaba pidiendo ayuda, y su bebé, y tras un forcejeo con un grupo de agentes fue esposado y separado de su familia.

En reacción, otros refugiados que habían abandonado el convoy se opusieron a los agentes y lograron volver a subir al tren, del que se niegan ahora a descender por el temor, además, a que les tomen las huellas dactilares, lo que puede dificultar que les concedan asilo en Estados del norte de Europa.

En tanto, la policía húngara informó hoy que las autoridades interceptaron ayer a 3.313 refugiados que entraron en el país de una forma ilegal por la frontera sureña con Serbia.

Fuente: Télam

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