Dentro de la constelación de los partidos de izquierda, el PTS, dentro del cual se encuadran Myriam Bregman y Nicolás del Caño, definió su posición de cara al balotaje con un comunicado en el que llamó a no votar a Javier Milei pero aclaró que tampoco puede darle su apoyo a Massa.
Indicaron que el comunicado tiene el fin de "intentar acordar una posición común de nuestras organizaciones y su militancia".
Este es el comunicado completo:
Los tres millones de votos que sumó Unión por la Patria este 22 de octubre se explican mayoritariamente por el enorme repudio y temor que despertó la campaña de la derecha, encarnada centralmente por Javier Milei, pero también, a otro nivel, por Patricia Bullrich, que junto con Mauricio Macri hoy se convirtieron en el principal aval del ultraderechista. Una muestra más de la falsedad del discurso “anti casta” y una orientación de amoldarse al establishment político y los lineamientos de la derecha más tradicional expresada en el PRO.
En las semanas previas a la elección general el candidato de la Libertad Avanza dejó en evidencia adónde lleva su programa económico, alentando con declaraciones la corrida cambiaria y hasta la salida de depósitos en pesos de los bancos.
Ese proyecto reaccionario propone una dolarización que, de llevarse a cabo, implicaría un enorme salto en la pulverización de los ya alicaídos salarios y una mayor dependencia del país. Plantea privatizaciones de los ferrocarriles, de Aerolíneas y de otras empresas estatales, es decir miles de despidos, que se sumarían al cierre de distintas entidades estatales, de la cultura, de la ciencia y la tecnología. Implica, además, misoginia por doquier y una reversión de los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. La eliminación de la ESI obligatoria, para que se impongan ideas reaccionarias. Plantea, también, la justificación del genocidio bajo el mandato del poder económico. Acordó con lo más podrido de la burocracia sindical, como Luis Barrionuevo, para barrer con las conquistas que aún mantiene un importante sector de la clase trabajadora, quien ante el revés electoral del 22 de octubre ahora lo abandona.
Esto lo llevó a Milei a suprimir todo el perfil “anti casta”, con el que capitalizó la bronca contra los que vienen gobernando hace décadas, y cerrar filas con un sector de la política tradicional de la derecha como son Macri y Bullrich.
Desde la izquierda denunciamos siempre a la derecha que encarna Milei. La enfrentamos desde que surgió, sin naturalizarla, denunciado su programa de ajuste neoliberal y su agenda político-ideológica completamente reaccionaria y represora, mientras que desde el oficialismo se la promovía y se le daba prensa “para dividir a la oposición”. Cuando Myriam Bregman lo sindicó como “gatito mimoso del poder económico”, desnudó el verdadero carácter de Milei ante millones de personas en los debates presidenciales. Allí Myriam denunció su negacionismo del genocidio, levantando bien alta la bandera de nuestros 30.000 compañeros y compañeras, mientras el resto de los candidatos callaba. También planteó el derecho de las mujeres y disidencias; y denunció el consenso extractivista, demostrando que todas las fuerzas políticas capitalistas, de una manera u otra, se subordinan al mandato del FMI y se alinean incondicionalmente con la política criminal de Israel contra el pueblo palestino, que hoy está causando una verdadera masacre en Gaza y Cisjordania.
Sabemos que millones eligieron votar a Massa para impedir que avanzara el nefasto proyecto político, económico y cultural de Milei. Lo hicieron, en muchos casos, a pesar de conocer su trayectoria política, sus vínculos con el poder económico o sus posiciones derechistas en varios temas, como la llamada inseguridad. Solo el enorme temor al triunfo de Milei explica que muchos y muchas hayan decidido votar al candidato oficialista, que pasó del 21% al 36,6% de los votos, quedando con un holgado margen sobre el mal llamado "libertario".
El 19 de noviembre se dará la segunda vuelta, un balotaje, entre estos dos candidatos, una reaccionaria institución creada por el pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín en 1994 para legitimar con una mayoría artificial al futuro Presidente, intentando obligar a quienes eligieron otras opciones a que voten por uno u otro, y así contar con un Ejecutivo más fortalecido para aplicar los designios del capital.
De cara a ese balotaje, seguramente millones volverán a utilizar su voto para evitar un eventual triunfo del ultra reaccionario Milei. Comprendemos esta actitud, pero no la compartimos, ya que sería contribuir a fortalecer una opción contraria a los intereses de los trabajadores y de continuidad con el sometimiento al FMI. Desde ya que llamamos a no votar a Milei, sin embargo desde la izquierda no podemos darle ningún tipo de apoyo político ni electoral a Massa.
Es que Sergio Massa es hoy el principal responsable de un ajuste que hunde las condiciones de vida de las grandes mayorías trabajadoras. Bajo su gestión como ministro de Economía, la inflación llegó a cifras que no se sufrían desde hace más de tres décadas, profundizando la caída del salario real, los haberes jubilatorios y planes sociales. Fue el mismo Massa el que implementó el 14 de agosto, a horas de las PASO, una devaluación del peso oficial a pedido del FMI y luego anunció una serie de medidas como parte de la campaña electoral (sumas fijas, devolución del IVA, la cuasi eliminación del impuesto al salario, etc.), que aun así no revirtieron la pérdida general de todos estos años, mientras que la inflación sigue en su espiral ascendente licuando los salarios y jubilaciones. Según el propio INDEC luego de cuatro años de gobierno peronista, más de la mitad de los niños y niñas y adolescentes vive bajo la línea de pobreza.
No es casual que el candidato del oficialismo hoy tenga el aval y el apoyo de la mayoría de los agrupamientos y sectores de la clase explotadora (la AEA, los banqueros, el grupo Clarín, etc) que cree que con él y el peronismo se puede garantizar “gobernabilidad” para seguir avanzando en los planes de ajuste, en la flexibilización laboral, el extractivismo, y poder seguir haciendo sus negocios frente a lo que consideran una “aventura”. Ese aval llega, incluso, hasta el mismo imperialismo yanqui, dados los lazos que tiene el ministro con la Embajada de EE.UU., así como importantes sectores del Poder Judicial y del sistema mediático. Ese apoyo no es gratuito, implica políticas para el futuro.
Sergio Massa fue el responsable de que se legalizara en el Congreso el infame pacto colonial con el Fondo Monetario Internacional con los votos de casi todos los diputados y senadores de Juntos por el Cambio. Un pacto que -como denunciaron los diputados del FITU- trajo más inflación y penurias sobre las mayorías populares.
El problema no es solo la gestión del ministro/candidato. Es también el proyecto político que propone a futuro. Tomando como propio el discurso y perfil de Horacio Rodríguez Larreta, ha reiterado que apuesta a un “gobierno de unidad nacional” …con quienes reprimieron a docentes y pueblos originarios -como el gobernador jujeño Gerardo Morales- y “sectores del PRO, radicales y liberales”, dejando así la puerta abierta, incluso, a sectores del mismo partido de Milei-Villarruel. Si Massa ganara, intentará conformar un gobierno fuerte con sectores de la derecha para poder llevar a cabo el programa del FMI y el poder económico, “un consenso del 70%”, como también propuso el embajador yanqui Marc Stanley.
La burocracia sindical que dirige la CGT y las CTA es la responsable de las múltiples divisiones que hoy tiene la clase trabajadora, dejó que se hundiera el salario sin mover un dedo y hoy se constituye en un importante apoyo al proyecto reaccionario, extractivista y proimperialista de Sergio Massa.
El candidato de UxP ha ratificado que va a pagar hasta el último centavo de la deuda ilegítima y fraudulenta, lo que inevitablemente redundará en nuevos saltos devaluatorios, tarifazos y más inflación. La vía para pagarla es profundizar una orientación extractivista, fomentando la megaminería, el agronegocio y proyectos fósiles contaminantes de fracking y en el mar, entre otras actividades que destruyen el agua, los territorios y las poblaciones al servicio de un puñado de grandes empresas y multinacionales. Eso implicará nuevos ataques contra las mayorías populares. No casualmente ya ha salido a enfrentar las medidas de lucha de las y los docentes en defensa del salario. Precisamente por todos esos motivos, nuestra fuerza, que es parte de cada lucha contra el ajuste que viene imponiendo, así como enfrenta con todas sus fuerzas y llama a no votar a Milei, no puede avalar a Massa ni darle ningún apoyo en el balotaje, y se prepara para luchar junto a la fuerza de los trabajadores, las mujeres y la juventud contra cada nueva medida de ajuste que quieran imponer, por la recuperación del salario y las jubilaciones, contra la precarización laboral y para terminar con la dominación del FMI.
Pese al importante triunfo de Massa, el peronismo unido hizo la peor elección presidencial de su historia. No resulta casual que, en el transcurso de este desastroso gobierno hayan surgido fenómenos aberrantes como el mismo Milei, con quien el propio oficialismo colaboró para la confección de sus listas. Un fenómeno demagógico que se presentó como alternativa de supuesto cambio para millones, que solo vieron en estos años empeorar su nivel de vida bajo los gobiernos kirchneristas y macristas. Una falsa alternativa para esos millones que quedaron totalmente desamparados por la dirigencia sindical burocrática y la de las organizaciones sociales oficialistas.
Por su parte, en el nuevo escenario político, estalló Juntos por el Cambio, dividido entre una derecha dura que salió derrotada y que ahora apoya a Milei y sectores que se acercan a Massa. Este tipo de acercamientos tiene precedentes. Ya vimos cómo, durante el gobierno de Macri, gran parte de las bancadas de diputados y senadores peronistas votaban las leyes de ajuste y entrega que impulsaba Cambiemos.
El espectáculo que dan frente a los miles que no llegan a fin de mes y la pelean cada día, no deja de ser lamentable. La casta política negocia y pasa de un lado al otro en forma completamente obscena, mientras naturalizan a los Insaurralde y los ‘Chocolate’ Rigau.
Nadie puede negar los valores y principios que defiende la izquierda revolucionaria, que enfrenta a todos los políticos carreristas que responden a la clase capitalista y la decadencia sin límites de su régimen social y político.
Como planteó Myriam Bregman en el último debate presidencial, desde el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS), como parte del Frente de Izquierda Unidad, proponemos construir una nueva fuerza política independiente de izquierda, de la clase trabajadora, anticapitalista y socialista.
Para esa pelea, es un punto de apoyo la votación que logramos este domingo 22, donde alcanzamos 850.000 votos en distintas categorías, a nivel nacional. Donde, además, logramos fortalecer nuestra bancada nacional de diputados, con el ingreso por la provincia de Buenos Aires de nuestro compañero Christian Castillo, dirigente de nuestro partido. De esta forma, el FITU contará cinco diputados nacionales, siendo una voz fundamental de cara a las batallas y luchas que vendrán ante la crisis y el intento de ajuste.
Nuestra pelea es para poner de pie una nueva fuerza política, alternativa a los viejos partidos y a los que se presentan como nuevos, pero representan a la derecha más rancia, una nueva fuerza que sea el instrumento político de las mayorías obreras y populares que sólo podrán evitar la catástrofe que nos amenaza con una lucha de conjunto que desemboque en una huelga general.
Sabemos que muy pronto nos encontraremos en las calles con los millones que rechazarán los planes de ajuste. Para prepararnos para esas peleas, nos proponemos organizarnos en común con ellos y ellas en los lugares de trabajo, estudio, en los barrios. Gane quien gane, serán tiempos difíciles y habrá que salir a luchar, levantando un programa que plantee una salida a la crisis a favor de las grandes mayorías populares, atacando para eso los intereses del gran capital y el poder económico.
Necesitamos construir una nueva fuerza política que sirva para unir a los de abajo, para pelear por una nueva sociedad sin opresión ni explotación, por un nuevo orden socialista construido desde abajo. Donde gobiernen los que nunca gobernaron: los trabajadores y las trabajadoras.