En el vasto paisaje de la ciencia agropecuaria argentina, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha sido históricamente un pilar. Sin embargo, en los últimos años, su estructura ha comenzado a resquebrajarse bajo el peso del desfinanciamiento y los recortes presupuestarios.
Un investigador, hoy fuera del sistema, describe la situación en una carta que circula entre excolegas y trabajadores del instituto. En ella, se refleja una preocupación latente: la posible desaparición de una institución clave para el desarrollo productivo del país.
"Cuando era joven graduado, INTA me brindó la posibilidad de insertarme en la ciencia aplicada, con proyectos que tenían impacto real en las economías regionales", relata el autor de la misiva. En su testimonio, recuerda el entusiasmo de los primeros años, cuando los investigadores podían acceder a financiamiento y llevar adelante estudios que fortalecían a los productores locales.
Sin embargo, la realidad actual dista mucho de aquella época dorada. "Hoy veo con tristeza el proceso de erosión institucional en el que se encuentra atrapado INTA. Se lo está desmontando pieza por pieza, como si fuera un objeto descartable", denuncia el autor. Sus palabras reflejan el sentir de cientos de profesionales que ven cómo el instituto, pieza clave en el desarrollo del agro argentino, se desvanece sin resistencia.
En varias provincias, los equipos de investigación se han reducido significativamente. La falta de inversión en tecnología y la escasez de recursos han llevado a la cancelación de numerosos proyectos estratégicos. "Lo que más duele es ver que, sin INTA, muchos productores pequeños y medianos pierden el soporte técnico que les permitía mejorar su rendimiento y adaptarse a los cambios climáticos", escribe el investigador.
El proceso de desmantelamiento que denuncia la carta no es aislado; forma parte de una serie de ajustes que han golpeado otras instituciones científicas y tecnológicas en el país. La pregunta que queda es si este declive podrá revertirse o si el INTA, como tantas otras entidades públicas, quedará reducido a un mero recuerdo de lo que alguna vez fue.
Esta es la carta: