Por Andrew Higgin
Para La Nación
El desplome del precio del crudo sacudió el orden económico y político mundial, un giro en la rueda de la fortuna que fortaleció los intereses de Estados Unidos y llevó al borde de la crisis financiera a varios grandes países exportadores de petróleo, en especial, a los hostiles a Estados Unidos, como Rusia, Irán y Venezuela.
La caída de casi un 50% en el precio del crudo desde junio tuvo su impacto más conspicuo en la economía rusa y en el presidente Vladimir Putin. El ex ministro de economía ruso Alexander Kudrin, amigo de Putin, advirtió esta semana sobre una "crisis económica de proporciones", y llamó a mejorar las relaciones con Europa y Estados Unidos.
Pero la onda expansiva va mucho más allá. El desplome del crudo podría influenciar en las deliberaciones de Irán sobre llegar o no a un acuerdo con Occidente por su programa nuclear. También podría forzar a los petro-Estados de Medio Oriente a una reevaluación de su rol de administradores del suministro mundial de crudo. Y podría impulsar la economía de los grandes consumidores de petróleo, como Estados Unidos y China.
Tal vez, incluso haya sido el empujón que faltaba para que Cuba decidiera sellar su acercamiento a Washington.
Tras la estrepitosa caída a menos de 60 dólares el barril -tras haber alcanzado los 115 dólares en junio-, los precios del crudo tocaron fondo esta semana. El desplome, por más que se revierta parcialmente, fue tan abrupto y pronunciado como para trastocar los planes y suposiciones de muchos gobiernos. Eso incluye la evidente esperanza que tenía Putin de que Rusia pudiese campear las sanciones de Occidente por su intervención en Ucrania sin mayores perjuicios económicos, y las aspiraciones de Venezuela de seguir con la política de gasto público descontrolado del fallecido presidente Hugo Chávez.
La caída del precio, dijo Edward N. Luttwak, asesor de larga data del Pentágono, "está noqueando a los principales adversarios de Estados Unidos" sin que el gobierno tenga que hacer nada.
Para Irán, el golpe es tan duro que su gobierno, buscando cubrir el creciente agujero de su presupuesto, ofreció a los jóvenes iraníes la opción de pagar para ser exceptuados de los dos años de servicio militar obligatorio que rige en el país.
El 95% de los ingresos por exportaciones de Venezuela, que tiene las reservas estimadas de petróleo más grandes del mundo y que las ha usado para posicionarse como enemigo del imperialismo de Estados Unidos, provenía de la venta de crudo, antes de la caída de los precios. Ahora, el país tiene problemas para solventar los planes sociales y para sostener una política exterior cuya base es la holgura petrolera, incluidas las remesas de petróleo a precio reducido que enviaba a Cuba y a otros países.
En medio del temor de los mercados de que Venezuela caiga en default de su deuda, el presidente Nicolás Maduro, elegido el año pasado tras la muerte de Chávez, dijo que su país seguirá pagando sus compromisos. Pero la inflación en Venezuela está por encima del 60%, hay escasez de muchos productos básicos, y muchos expertos creen que la economía está en recesión.
Pero la principal víctima hasta el momento probablemente sea Rusia, donde los ingresos por exportación de energía representan más de la mitad del presupuesto de gobierno. Putin consolidó el fuerte apoyo con el que cuenta por haber sabido desterrar la tormenta económica que afligió a su predecesor, Boris Yeltsin. Pero la semana pasada, Rusia volvió a quedar de rodillas, tras un desplome del rublo que hizo que los consumidores rusos corrieran alarmados a los comercios a gastar todo lo que tenían. "Esta película ya la vimos", dijo Strobe Talbott, alto asesor sobre Asuntos Rusos de la presidencia de Bill Clinton tras la caída de la Unión Soviética, en 1991, y actual presidente de la Brookings Institution, de Washington.
Las penurias de Rusia han tenido efecto en todo el mundo, desde la caída de las reservas en los centros de esquí de Austria hasta la baja del mercado inmobiliario de Londres, haciendo cundir el pánico en la vecina Belarús, estrecha aliada del Kremlin, y hasta amenazando con dejar fuera de juego a la Liga Continental de Hockey de Rusia, que les paga a sus jugadores en rublos.
"Es un enorme impulso para Estados Unidos: tres de nuestros cuatro adversarios más activos están seriamente debilitados y su margen de maniobra se ha visto gravemente reducido", dijo Luttwak, en referencia a Rusia, Irán y Venezuela.
El único de los principales adversarios de Estados Unidos no dañado por la caída del crudo es Corea del Norte, que importa todo el petróleo que consume.
David L. Goldwyn, coordinador internacional de energía del Departamento de Estado durante la primera presidencia de Obama, advirtió que una implosión de la economía de Venezuela podría perjudicar a los países del Caribe y de América latina de una manera que tendría coletazos para Estados Unidos.
"Pero el balance es favorable a Estados Unidos", dijo en referencia al bajo precio del crudo, porque los consumidores norteamericanos ahorran dinero, y la situación "perjudica a Rusia y pone presión a Irán".
Marwan Muasher, ex ministro de Relaciones Exteriores de Jordania y actual vicepresidente del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, predice otro efecto dominó en Siria, si Rusia e Irán no logran mantener su apoyo económico, militar y diplomático al presidente Bashar al-Assad.
Otros especulan que los petro-Estados del Golfo Pérsico, aunque sigan siendo enormemente ricos, tal vez deban recortar su apoyo financiero a los rebeldes islámicos radicalizados de Siria,
Muasher dijo que la caída del precio del crudo también podría empujar a los países productores de petróleo de Medio Oriente hacia una reforma política y económica, ya que amenaza el así llamado sistema rentista de los gobiernos que obtienen gran parte de sus ingresos de lo que pagan los extranjeros por sus recursos naturales.
Los países antiestadounidenses más golpeados han acusado de sus desdichas a un complot extranjero, sugiriendo que Washington, en connivencia con Arabia Saudita, hundió deliberadamente los precios. Esa visión es particularmente extendida en Rusia, donde ex agentes de la KGB cercanos a Putin creen desde hace tiempo que Washington planeó la caída de la Unión Soviética haciendo que Arabia Saudita incrementara su producción petrolera, hundiendo así los precios y asfixiando los ingresos de Moscú.
En más de un sentido, la actual caída del precio es obra de Estados Unidos, y proviene en gran medida del auge de la producción de petróleo norteamericana gracias al desarrollo de fuentes alternativas, como el shale oil.
Al compensar el declive de la producción de petróleo convencional, el aumento de producción de shale oil ha permitido que el total del petróleo producido en Estados Unidos crezca de 5 millones de barriles diarios en 2008 a los 9 millones de barriles diarios actuales, según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos. Ese aumento de 4 millones de barriles es más de lo que producen diariamente Irak o Irán, segundo y tercero en la lista de mayores productores de la OPEP después de Arabia Saudita, y eso ha presionado fuertemente a la baja el precio internacional del crudo.
Si bien los regímenes productores de petróleo, como Rusia, están claramente sufriendo los efectos, para China es una bendición inesperada, ya que importa cerca del 60% del crudo que necesita para mover su economía.
China se convirtió en el mayor importador mundial de crudo en 2013, al superar a Estados Unidos, así que es la principal beneficiaria del hundimiento de los precios. Bank of America Merril Lynch estimó el mes pasado que por cada 10% que baja el precio del crudo, China podría incrementar su crecimiento económico en un 0,15%.
Un fuerte crecimiento de China haría aumentar la demanda de petróleo y así ayudar a reducir las penurias de la OPEP, que extrae alrededor de un tercio del petróleo de todo el mundo, pero en parte debido al aumento de la producción interna en Estados Unidos, el organismo ha perdido gran parte de su capacidad para fijar el precio a través del control de la producción.