Quinta a fondo con el shale

Éxodo energético: tras abandonar Mendoza, YPF compró un bloque estratégico en Vaca Muerta

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La petrolera estatal YPF confirmó días atrás la venta de Malargüe y Chachahuén, las últimas áreas de petróleo convencional que aún mantenía en Mendoza. El anuncio marca el cierre definitivo de su participación en las zonas maduras de la provincia, y profundiza el giro estratégico hacia Vaca Muerta, la formación no convencional más prometedora del país.

La medida se inscribe en el Proyecto Andes, el programa de reorganización de activos que impulsa la empresa para concentrar sus esfuerzos en Neuquén, y deja tras de sí un tendal de despidos, pasivos ambientales sin remediar y una caída sostenida en las regalías provinciales.

Durante décadas, Mendoza fue una región clave en la producción de hidrocarburos. El retiro de YPF no solo tiene implicancias económicas, sino también sociales y ambientales. Los pozos maduros abandonados difícilmente serán remediados por las operadoras más pequeñas que se hacen cargo de esas áreas, mientras que cientos de trabajadores quedaron fuera del circuito productivo. El derrumbe de las regalías petroleras, que cayó más de un 10% en los primeros cinco meses de 2025 respecto al mismo período del año anterior, revela el impacto fiscal de esta transformación.

Aunque la producción de petróleo se mantuvo relativamente estable, según datos de la Secretaría de Energía de la Nación, el repunte gasífero —que ganó protagonismo en las regalías— no logró compensar la merma petrolera. El reordenamiento interpela el futuro energético de Mendoza, que ve cómo se desdibuja su rol histórico en el mapa hidrocarburífero nacional.

Vaca Muerta como nuevo eje: YPF compra activos a Total y se asocia con Shell

Mientras se repliega de Mendoza, YPF refuerza su presencia en Vaca Muerta. Esta semana, la empresa estatal concretó la compra del 100% de los bloques no convencionales La Escalonada y Rincón La Ceniza, que pertenecían a Total Austral, filial local de la multinacional francesa TotalEnergies. La operación se da en un contexto de fuerte incertidumbre económica y política, y marca la salida definitiva de Total del negocio petrolero en Argentina, aunque mantendrá su participación en el sector gasífero.

Horacio Marín, hombre de Paolo Rocca en YPF. Foto: AmCham

YPF pasará a controlar el 45% de los derechos sobre esos bloques, en sociedad con Shell Argentina (45%) y la estatal neuquina G&P (10%). La transacción se inscribe en una ola de desinversiones extranjeras que se aceleró por una decisión del gobierno nacional en abril: la liberación parcial del cepo cambiario. Según reveló LPO, muchas empresas aprovecharon la posibilidad de cerrar operaciones y llevarse sus dólares a través del contado con liquidación (CCL), sin pagar el “peaje” de la brecha cambiaria.

En el siguiente mapa se observa, marcadas en rojo, una de las áreas que abandonó en Mendoza (Chachahuén) y el bloque que pasa a operar pasando la frontera de Neuquén:

El éxodo multinacional y el modo “wait and see”

La lista de compañías que abandonaron total o parcialmente el país es extensa: Exxon Mobil, Petronas, Equinor, Procter & Gamble, HSBC, Walmart, Falabella, Latam, Norwegian, Qatar Airways, Shell, BASF, Glovo, Nike, Carrefour y Danone, entre otras. Aunque el proceso no comenzó con la actual administración libertaria, se agravó por el contexto económico y por decisiones que algunos economistas consideran erradas.

En el sector petrolero, las empresas están en modo “wait and see”, a la espera de definiciones tras las elecciones legislativas. En Vaca Muerta, se frenaron nuevas perforaciones y se proyecta una caída de actividad cercana al 30%, mientras el mercado descuenta una devaluación que podría redefinir los márgenes de rentabilidad.

Mendoza, entre el abandono y la reconfiguración

El retiro de YPF de Mendoza no solo implica una pérdida de inversión y empleo, sino también una reconfiguración territorial del poder energético. La provincia, que durante décadas fue protagonista en la producción de hidrocarburos, queda relegada a un rol secundario, con regalías en retroceso y pasivos ambientales en aumento. El Proyecto Andes, lejos de ser una reorganización técnica, se revela como una decisión política que redefine el mapa productivo del país y deja a Mendoza en el margen.

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