Fito colgó su disco en internet

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Este es el disco completo de Fito Páez:

 

 

Fito acaba de anunciar que tendrá un año muy prolífico con tres discos y una novela, y "El Sacrificio" es el primer capítulo de esta etapa, un CD que se puede bajar en forma digital de Itunes y que recibieron los casi 7 mil asistentes al recital de hace pocos días en el Luna Park.

El álbum al que Páez considera un disco maldito reúne canciones que el rosarino compuso entre 1989 y 2013, es decir la mayoría de sus etapas: antes del boom arrasador de "El amor después del amor", antes de ser padre, antes de Cecilia Roth, Romina Ricci, Dolores Fonzi y con decenas de cambios de banda.

Una escucha al disco permite encontrar características muy Páez, los cuentos fantásticos, cargados de imágenes que parecen cuadros de Dali o Frida Khalo y a veces frescos de Diego Rivera, algunas cosas de jazz, de música latina, de rap y rock, con mucha poesía.

Estas canciones no son sobras, está claro al escuchar cada una porque Paez decidió guardarlas, algunas de ellas hablan de situaciones muy dolorosas, de la muerte de su madre y sus tías, de la separación con Fabi Cantilo.

Pero también las hay de fuerte compromiso social, de momentos de furia de Páez cuando no podía creer el respaldo popular que el menemismo y su impronta cultural tenían en los `90.

Rechazo a la falta de solidaridad, desprecio al fenómeno de los espejitos de colores comprados en Miami con la convertibilidad, mientras el uno a uno dejaba al 40 por ciento de la población sumergida en la pobreza, y se destruir el aparato industrial y la tan rica cultura argentina.

De eso habla la canción que abre el disco "El sacrificio" que bien podría haber estado incluida en "Ey" o en "Tercer Mundo", mientras que "Esto podría haber sido una canción", es una hermosa balada de amor, que parece ser una despedida a una tortuosa relación.

"Guerra de luz" lo tiene a Páez rapeando sobre una base electrónica, y descargando su enojo contra productores y amigos que lo traicionaron, pero también contra la destrucción de la cultura por parte del neoliberalismo. La canción es un raconto de las atrocidades cometidas en los `90.

Hay canción que Fito guardo por pudor, en aquellos años de "El amor…" o de "Circo Beat", cuando se había convertido en una especie de Oráculo de Delfos, al que se lo consultaba sobre lo que acontecía en la Argentina y alrededores, incluidos la fecha del fútbol y los datos del tiempo.

Años de ego hinchado, de cierta soberbia, que Páez dejó de lado y superó, para declararse un sobreviviente de batallas en las que el adversario no estuvo a la altura del conflicto.

"Mouchette" es una bonita canción que tiene un aire jazzy y bossa nova, como la atmosfera del CD "Abre", mientras que "El fantasma Caníbal" es parte del imaginario fantástico de Páez de monstruos africanos asolando Ciudad del Cabo. Aunque sea en otra selva, sin dudas, se respira a Horacio Quiroga en esa canción.

Ese mismo clima, pero más litoraleño, bien santafesino y rosarino es el que se respira en "El mal vino y la luz", con ciertos aires de folclore argentino, mientras que "Inglaterra" es un funky bien negrito y sucio.

"No la chingues buey" es un funky con un gran groove, en la Páez recita casi en estilo rapero, una carta de amenazas y rencores a un amigo traidor o tal vez cuente la historia de un apostador que amenaza cual killer a un deudor.

"EL dolor" es un cuento musicalizado, la banda arma una cortina sonora, mientras Fito va recitando los párrafos al micrófono como si fuera un locutor de un programa radial nocturno.

El gran cierre con "La Puta Diabla" confirma el gran regreso de Páez con este disco, que recupera lo mejor del rosarino, aquellos trazos que los fans de diferentes etapas sabrán apreciar.

Fuente: Télam/Sony

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