Hollande, un "pequeño burgués de provincia" que sometió a Francia al régimen de Merkel

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La imagen positiva del presidente francés François Hollande ha caído hasta el 16% al compás de su giro a la derecha.
La imagen positiva del presidente francés François Hollande ha caído hasta el 16% al compás de su giro a la derecha.

 

"Mi enemigo no tiene nombre, no tiene rostro ni partido, nunca presentará su candidatura y jamás será electo; sin embargo, ese enemigo gobierna. Ese adversario es el mundo de las finanzas". Con este mensaje, el 15 de mayo de 2012 el socialista François Hollande llegó a convertirse en el 24º presidente de la historia de Francia.

En un contexto de crisis internacional, y con preponderancia de gobiernos de derecha en el Viejo Continente, el regreso del Partido Socialista al Palacio del Elíseo despertó gran expectativa internacional. Sin embargo, a poco más de un año de asumir, el gobierno dio un giro drástico en su política económica, que se coronó con la aprobación de un severo plan de austeridad, llamado Plan de Responsabilidad Fiscal. Y con la elección de Emmanuel Macron, un hombre del establishment, en la cartera de Economía en remplazo de Arnaud Montebourg, el funcionario que con sus críticas desató una crisis interna en el partido de gobierno que generó la renuncia en pleno del Gabinete y el posterior recambio, anunciado hace unas semanas.

Cuando el PS arribó al poder en 2012, lo hizo con una oferta diferente al discurso hegemónico de una Europa cooptada por propuestas de ajuste. "Mantener las políticas de austeridad condenan a Europa a la explosión, no sólo a la recesión", dijo por ese entonces Hollande, quien en ese momento había presentado un proyecto para poner en marcha un plan de crecimiento en la Eurozona que incluía la inyección de 120 mil millones de euros que saldrían de los fondos de la Unión Europea (UE) y el Banco Europeo de Inversiones (BEI). Sin embargo, esta postura duró poco.

"Cuando asumió Hollande dijo haber entendido la 'voluntad de cambio' del pueblo francés, pero poco tardó en renegar de sus promesas y alinearse con la troika, que en los hechos gobierna Europa y la lleva hacia la debacle política y el estancamiento económico", aseguró Oscar González, ex secretario general del Partido Socialista argentino y actual miembro de la mesa nacional de Socialistas para la Victoria.

Y es que luego de despotricar en reiteradas oportunidades contra la "fatal austeridad",Hollande cambió sorpresivamente de rumbo y decidió alinearse con Merkel, a quien la cúpula del socialismo francés tildó como "la canciller de la austeridad".

Para justificar este cambio de rumbo, el presidente galo dijo que lo hacía para "transmitir a Europa confianza en su futuro". Sin embargo, este giro en su política económica le trajo graves consecuencias al interior de su partido, cuando un importante grupo de diputados socialistas puso en jaque la unidad partidaria luego de que el primer ministro, Manuel Valls, impulsara un severo plan de ajuste. Este programa llevó el nombre de Pacto de Responsabilidad y consistió en la reducción del gasto público en unos 50 mil millones de euros y la decisión de eximir a las empresas de aportar al Estado otros 30 mil millones de euros por las cargas familiares de sus empleados entre 2015 y 2017, con el supuesto compromiso empresario de crear nuevos puestos de trabajo y generar inversiones.

El economista del Centro Cultural de la Cooperación, Martín Burgos, quien vivió durante 20 años en Francia, criticó la decisión de "reducir los impuestos a los empresarios con el supuesto propósito de recuperar el crecimiento, en un contexto de falta de crecimiento, ya que durante siete años este país no creció".

La decisión de Valls generó un fuerte rechazo en el ala izquierda del PS, que tildó a Hollande de "deambular con la biblia liberal en la mano derecha". El volantazo del presidente francés, sumado a un mal rendimiento económico, explican la fuerte caída en la imagen de Hollande, que con un 16% de popularidad tiene el índice más bajo de aceptación para un mandatario en los últimos 50 años.

Durante la gestión socialista, Francia arribó a un desempleo récord con 3,3 millones de desocupados. Según un trabajo del Instituto Nacional de Estudios Estadísticos de Francia, las mujeres y los jóvenes son los más perjudicados por el deterioro de las condiciones laborales en el país galo. Entre las mujeres que trabajan, el 30% lo hace en empleos de medio tiempo y entre los menores de 25 años la tasa de desempleo aumentó de 6,8 al 23,9% entre 1975 y 2013, y la mitad de ellos está empleada con contratos precarios.

 

Inmigrantes

Otro de los temas que marcaron la gestión de Hollande tuvo que ver con los inmigrantes. Cuando asumió, el mandatario prometió luchar "contra el racismo y el antisemitismo". Sin embargo, tiempo después, el gobierno socialista se alineó con las propuestas del ultraconservador Frente Nacional liderado por Marine Le Pen, y avanzó contra la población gitana. Todo comenzó con la expulsión de una estudiante de 15 años de origen kosovar llamada Leonarda Dibrani, que fue expulsada porque su familia no tenía documentos. "La mayoría (de los gitanos) deben ser llevados hasta la frontera (…) Nuestro papel no es acoger a estas poblaciones", declaró Valls, quien por entonces era ministro del Interior. El resultado fue que sólo en 2013 Francia echó a 5000 gitanos de asentamientos ilegales en los alrededores de distintas ciudades.

 

Conflictos armados

En este aspecto también es notable el cambio de marcha de Hollande. Cuando arribó al poder, el presidente socialista tuvo un fuerte mensaje antibelicista que incluyó planes para un pronto retiro de las tropas francesas en Afganistán. Sin embargo, todo quedó atrás cuando el año pasado el presidente decidió que sus tropas debían invadir la República de Mali con el argumento de controlar a grupos rebeldes islámicos que buscaban dominar al país africano.

"El giro de Hollande expresa el curioso destino de ciertas presuntas izquierdas con 'sentido de realidad', que en Europa, y en Argentina también, terminan asumiendo el discurso y, sobre todo, la defensa de los intereses del gran capital para ganar la aceptación del establishment corporativo, el gran capital y sus voceros de la 'prensa seria'", concluyó Oscar González.

 

Durmiendo con el enemigo

La periodista Valérie Trierweiller, ex mujer del presidente francés François Hollande, publicó el jueves pasado un libro donde cuenta detalles de su relación con el mandatario y revela, entre otras cosas, que el líder socialista detesta a los pobres. En pocas horas Merci pour ce moment (Gracias por este momento) se convirtió en un fenómeno de venta y desató un revuelo político en Francia.

En el libro, la ex primera dama de 49 años cuenta una situación que podría poner un manto de sospecha sobre la línea ideológica de Hollande. "Él se presenta como un hombre que no ama a los ricos. En realidad, el presidente no ama a los pobres. Él, un hombre de izquierda, les dice en privado 'los desdentados', muy confiado en su sentido del humor", revela la periodista en su libro, donde describe al presidente francés como "un pequeño burgués de provincia".

Esta frase generó una gran cantidad de respuestas en las redes sociales, donde miles de franceses se fotografiaron con sus dientes pintados de negro para aparentar estar desdentados. Este movimiento de "Sin dientes" está conformado por agrupaciones de izquierda, conservadoras, nacionalistas u organizaciones LGBT (minorías de género), que rápidamente buscaron aprovechar el potencial de la frase del presidente. Lo mismo hizo la gran mayoría de los diarios franceses, que se hicieron eco de la situación.
El diario económico Les Echos, por ejemplo, calificó la publicación como el "golpe de gracia" para Hollande y aseguró que la frase "les sans-dents" (los desdentados), "será difícil de olvidar y promete marcar su gobierno".

Además, Trierweiller, que fue pareja de Hollande durante nueve años y cuyo libro vendió más de 200 mil ejemplares, asegura que el mandatario es un "cínico, egoísta, carente de sensibilidad, táctico y calculador".

Desde el gobierno, el que hizo mención al tema fue el primer ministro, Manuel Valls. "Es un ataque, pido dignidad y respeto por la figura presidencial. La mezcla de la vida pública y privada rebaja el debate", concluyó el premier.

Fuente: Infonews

 

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