La Comisaría 27ª de Godoy Cruz, donde este viernes apareció ahorcado Leonardo Rodríguez (20), acumula varios casos de gatillo fácil y abusos policiales según un relevo difundido por el Observatorio de la Violencia de Estado en Mendoza.
-El 2 de noviembre de 1990 Domingo González de 13 años y Luis Araoz de 14, se fugaron del COSE. En las inmediaciones del Dique Frias fueron acribillados por efectivos de Motorizada y de la comisaria 27ª. En principio se hizo pasar el hecho como un enfrentamiento y el caso fue archivado. Once años después fue reabierto, cuando dos de los responsables aparecieron además como integrantes de las “mafias policiales”. Finalmente el juez se apartó de la causa y el caso quedó impune.
-El 27 de junio de 2006 Jonathan Chandía salió con su hermano y un amigo a festejar su cumpleaños. Efectivos de la comisaria 27ª los detuvieron en el Corredor del Oeste, y mientras tenían a los tres tendidos boca abajo en el piso le dispararon a Jonathan dos tiros en la cabeza. Por el hecho fue condenado a perpetua el oficial Juan Carlos Oruza. Los demás efectivos quedaron impunes.
-El 5 de julio de 2011 el abogado Alejandro Gabriel Herrero entró a pedir auxilio a un negocio, diciendo que lo perseguían. Efectivamente así era. Un testigo vecino expresó que al hombre lo detuvieron entre ocho policías a los golpes y maltratos, que no era una detención normal. Luego se lo llevaron a la comisaría 27ª. Horas después apareció muerto en el calabozo. La versión oficial sostiene que fue por una insuficiencia cardíaca. Dentro de Tribunales corría el fuerte rumor de que existía una persecución de los policías al abogado porque éste había aconsejado a uno de sus defendidos que declarase en la justicia, y con esa declaración caerían varios de los uniformados.
Después de lo ocurrido con Leonardo Rodríguez, de 20 años, el Observatorio de la Violencia en Mendoza inició una campaña para desmentir las versiones de los uniformados “de que los pibes se suicidan en las comisarías”.
“Morir en una celda de comisaría, un lugar teóricamente dispuesto para que ello no suceda, constituye una de las peores expresiones de los métodos de terror represivo vigentes aún en democracia. Estos hechos se suceden cada vez con mayor frecuencia”, señalaron.