Rafa Nadal se cornó por tercera vez en Indian Wells tras derrotar en la final al argentino Juan Martín del Potro por 4-6, 6-3 y 6-4 en dos horas y veintinueve minutos de juego en el choque que cerró el torneo en la Pista Central del Indian Wells Tennis Garden. Un escenario que contó con un lleno absoluto en la final a pesar de las altas temperaturas que se sufrieron en el desierto californiano.
El partido tuvo partes bien diferenciadas. En la primera fue Nadal el dominador absoluto. El español saltó a la pista convencido de que sus opciones pasaban por llevar la iniciativa del juego. Sabía que la martilleante derecha de Del Potro podía hacerle mucho daño y fue él quien dio un paso al frente para tomar la batuta de los intercambios. Rompió el saque de su rival en el segundo juego y tomó la batuta del duelo. Mientras el argentino traducía sus dudas en errores no forzados, el español sumaba golpes ganadores moviendo a su rival de lado a lado de la pista. Pero después se recuperó Delpo y dio vuelta el set.
Derechas que castigan
Juan Martín, que hasta ese momento se había mostrado gris, comenzó a deslumbrar cuando entró en acción su juego. El argentino se olvidó del ranking, sus problemas en la muñeca, sus ampollas en los pies y los kilómetros rodados en rondas anteriores para centrarse en su juego.
Demostró tener una de las derechas más contundentes del circuito, un taladro capaz de perforar cualquier muro. Incluso el que Nadal trató de poner al otro lado de la pista y que acabó por derrumbarse antes de la hora de juego. Para entonces había perdido el primer set, la iniciativa e incluso la confianza en poder dar la vuelta a la situación. Rafa cedió el servicio en el arranque del segundo acto. Le tocaba remar a contracorriente y escalar a lo alto de una torre, la de Tandil, que se mostraba más alta a cada punto.
El pupilo de Franco Davin aprovechó los restos a mitad de pista de Nadal para tomar la iniciativa y los errores de este para abrir brecha en el luminoso. Cuando todo parecía visto para sentencia, Rafa resurgió de sus cenizas. Como es él, con gesto serio y sin hacer ruido. El ciclón pasó llevándose el tejado pero no la casa y volvió a construir el hogar desde los cimientos. Véase bolas profundas y alternando la dirección de sus golpes. El español dio vuelta el juego y forzó un tercer set.
La exigencia del tercer set fue tal que el aumento de nivel de juego fue inversamente proporcional al castigo físico. Ahí fue donde se desequilibró la balanza. A Nadal no le importó correr para firmar puntos marca de la casa, mientras que Del Potro acusó en demasía sus excesos. Antes del asueto en la silla Rafa puso la directa y logró una renta que supo administrar hasta el final.
Fuente: Marca