Juan Martín Guevara: "Lucho contra el ícono del Che, si uno no lo humaniza nadie se va a proponer los ideales de semejante tipo porque es un referente lejanísimo"

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El hermano del legendario guerrillero asegura que la figura grandilocuente del Che dificulta el conocimiento del ser humano tras el héroe y de sus valores.  Trabaja en un archivo histórico sobre Ernesto Guevara.

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Juan Martín Guevara

 

Por Matías Máximo
Para Infojus

Quizá la sangre sea un fluido más, pero la ciencia dice también que es un archivo de gestos y expresiones. Por eso es tentador mirar a Juan Martín Guevara y recortarle el bigote, ponerle una barba desprolija y pensar en cómo sería el Che si no lo hubieran fusilado. Tin (como lo nombra el Che a su hermano menor en las cartas latinoamericanas), es un hombre que no quiere héroes ni íconos, sino militantes de carne y hueso.

“Fue muerto en combate el Che Guevara en Bolivia”, salió en las tapas de los diarios del 9 de octubre de 1967, y en ese momento el impacto para Martín fue doble: “La pérdida de un hermano y de un referente militante, un compañero”, le dijo a Infojus Noticias en esta entrevista.

- ¿Cómo fue tu periodo detenido?

- Primero me metieron en 1974 y al año siguiente otra vez. Exactamente ocho años y tres meses. Estaba en el PRT y la razón por la que me detuvieron la sabrán los milicos. Es decir, está clara, pero el por qué justo te cazaban era cosa de la inteligencia de los militares. La condena que nos aplicaban podía ir de los diez años a los cincuenta. Dependía de lo que durara la dictadura. Si es que salías vivo. Ellos tenían divididos los presos que correspondían a cada cuerpo del ejército, de modo que si pasaba algo el general de cada ejército cazaba a sus presos y se los llevaba consigo. Eran dueños y señores de nuestra vida.

- ¿Caíste por la ley antisubversiva?

- Sí, la 20840, que era amplísima. Podías no haber participado en nada pero te metían preso, reemplazaba lo que vendría a ser la asociación ilícita y la ampliaba a niveles que dos personas que caminaban juntas eran subversivas, o una revista, o lo que se te ocurra.

- ¿Sabían que eras hermano del Che?

- Sí, pero cuando todavía no había sido el golpe sabían quién era mi hermano, pero no era algo que se hablara como ahora. Lo que hicieron en un primer momento era aislarnos, ponernos en celdas individuales para que nadie pudiera ni hablar, porque la idea era mantenerte aislado y lo más débil física, psíquica y emocionalmente. Buscaban que en un momento determinado te quiebres, el objetivo era claro.

- ¿Pero cuando subieron los militares tu apellido fue indiferente?

- Al tiempo de preso no fue indiferente. Una vez en Sierra Chica, abrieron la puerta y apareció un tipo vestido de fagina, y dije bueh, llegó mi hora. El tipo cierra a puerta, se sentó en el cemento y me dice ‘así que vos sos el hermano del Che’. Al principio me hacía preguntas y yo contestaba con monosílabos mientras pensaba ‘andate rápido de acá’. A lo último veía que yo no engranaba en la conversación y me reconoció que había aprendido mucho de la contrainsurgencia. Cuando se va dijo ‘qué lástima que tu hermano andaba en la zurda porque era un tipo bárbaro’.

- ¿Hubo algún otro episodio?

- Cobraba palizas más que otros a veces, sí. Pero no era radicalmente diferente el trato que recibían otros. Una vez tuvimos acceso a ver cómo te caracterizaban y yo era irrecuperable. Te calificaban en recuperable, difícilmente recuperable o irrecuperable. Entonces vos sabias que te tenían identificado y que te marcaban, así que había que pensar en que te querían quitar información los guardiacárceles, las cartas que mandabas e incluso otros presos.

- ¿Cómo fue enterarte la muerte de tu hermano?

- Para sintetizarla cuando en el 67 salió en los diarios que ‘fue muerto en combate el che Guevara en Bolivia’, en ese momento el impacto fue doble: la pérdida de un hermano y de un referente militante, un compañero. En el caso mío fue la pérdida del referente más importante y revolucionario de la época, además de un corte, en lo que nosotros pensábamos o veíamos como posibilidad de cambio. Como hermano también la sufrí. Nunca pude separar estas cosas, nunca fue nada más que mi hermano ni nada más que un revolucionario.

- ¿Cómo te llevás con el ‘ícono Che’?

- Yo lucho bastante con la idea del icono porque me parece que eso no favorece. Si uno no lo humaniza y hace ver que usó pañales, que tenía hermanos y a veces era un hinchapelotas, nadie se va a proponer los ideales de semejante tipo. Porque ¿cómo vas a llegar al héroe?, no se puede. Si lo pones en un nivel donde emularlo es imposible, es un referente lejísimo. Humanizarlo sirve para que las juventudes puedan ser los posibles ‘Ches’ o ‘Cheas’. A las mujeres si quieren pueden llamarlas Tamaras, si les tienen ganas de ponerle otro nombre acorde a esa gesta.

Martín se ríe de una forma vital, se ríe fuerte: pone entusiasmo a esa risa. Y no es la carcajada de un hombre que tiene un discurso y lo repite, sino la de aquel dispuesto a aprender y teorizar mientras habla. Cuando Martín dice juventud hay una luz parecida a los que se miran fijo al sol del amanecer hasta quedar ciegos por un rato. En su mirada hay esperanza.

- No solo es posible, es necesario que aparezcan más Ches. Sin ir más lejos, Chávez muere y hay un tema de falta de líder, y esto no tiene que ver con querer Maduro, sino de pensar también qué hubiera pasado no estaba Fidel: seguro que la revolución cubana no hubiera existido. Humanizar para mí representa la posibilidad de que la gente llegue a entender o a percibir sobre la posibilidad de hacer cosas. Que la transformación es parte de la vida humana y que tiene que haber gente que la encabece. La masa sola no. Tienen que haber referentes, cada época tiene los suyos y hay épocas que no los tienen, pero son necesarios.

- ¿Qué ves de ese espíritu en la juventud contemporánea argentina?

- En el 83, hace 31 años, estaba todo el mundo peleado con todo el mundo entre los compañeros. Los cinco organismos de Derechos Humanos cada uno por su lado. En el 2001 vi una cosa diferente en el sentido de que con esa explosión popular yo volví a ver lo que eran las manifestaciones de los años 60 y pico, al estilo cordobaso. Después con la entrada de Néstor Kirchner aquello de que no había oído receptivo para los jóvenes cambio, y a la juventud se le abrió el camino a la militancia a la política y a discutir. Ahí ya es otra la cosa, puede haber información pobrísima, experiencia escasa, pero lo esencial que es la fuerza y la energía está.

Antes en un momento era al revés, había experiencia y formación pero falta de energía. Hoy te podés encontrar con jóvenes mal formados y con poca experiencia pero con muchas ganas de hacer, muy movilizados. Ahí es donde yo digo que es posible hablar de la militancia sin que la gente se espante y te diga zurdo despectivamente, cosa que pasaba en otros momentos. Creo que ahora se puede discutir e intercambiar opiniones. Hay debates. Ya no es ‘las cosas son así y no me meto’. Ahora es ‘estoy metido y discuto’.

- La frase en Cuba es ‘Pioneros por el comunismo seremos como el Che’

- Hay una pedagoga cubana que me explico lo difícil que es trasladarle eso a los pibes, una inmensidad. Lejísimo. Hay que acercarlo, es posible y es necesario. Ches y dirigentes, que sean capaces de llevar a los pueblos para delante. No hay que tergiversar ni poner las cosas lejos, tampoco acusar de guerrillero y dejar de lado la formación de conciencia y valores, la filosofía y el humanismo.

- ¿Qué opinás de las biografías sobre tu hermano?

- Lo mejor es leer al Che, esa es la mejor forma de conocerlo. Y después de leerlo lo más que se pueda, recién ahí tomar alguna biografía, porque los biógrafos investigan y en la lectura no está esa información. Yo recién ahora estoy leyendo biografías. Hay una incluso de la ETA.

- ¿Viste las películas?

- Hay una interpretada por Omar Sharif de 1969 (Che!) donde se lo presenta como un asesino y es increíble. Ahora también habrá un troglodita que diga que era un asesino, pero son cuatro trogloditas, no como en esa época que miraban la película y se la creían. Las huellas del doctor Ernesto Guevara, es un buen documental. El de Tristan Bauer, Che, un hombre nuevo, es un gran documental. Hay un documental que me pasaron de Bolivia que hizo un francés, Ernesto Che Guevara: le journal de Bolivie, y sinceramente no me gustó porque me pareció efectista y no me agrega nada. Unos pequeños documentales que vi de Bolivia me parecieron interesantes

Las que interpreta Benicio del Toro, Che, El argentino; Che, Guerrilla, las dos me parecieron muy respetuosas de la historia. Steven Soderbergh es un tipo que trabajó mucho en Cuba y fue serio con los datos aunque, claro, es Hollywood. La boicotearon en Estados Unidos, por lo que sé pudo recuperar la guita, pero no ganó nada con la película. En Diarios de motocicleta, el que sobresale es Rodrigo de la Serna con el personaje de Alberto Granado, en cambio Gael García Bernal queda ahí. Pero no porque sea menos, sino porque el director decide que sea ‘el futuro Che’, y si uno de esos dos no fuera el Che, uno diría es la película de dos tipos que salieron a andar en moto. Es muy complicado hacer de Che, no por el trabajo actoral, por el personaje, porque está cercano y mueve muchas cosas.

- ¿Estás trabajando en un archivo?

- La primera de las cuestiones que plantean los periodistas y comunicadores sociales es que la comunicación es algo fundamental para el traslado de las ideas, los objetivos, la estrategia y la táctica. En el caso del Che, como Che y no como Ernesto, estamos haciendo un análisis de investigación desde la primera vez que se dijo Che en el año 56. Esto abarca muchas cosas: cómo fue tratado el personaje y desde qué ámbitos. Desde el que lo quiso y el que no lo quiso hasta el que no quería tergiversar y tergiversó igual. Por qué surge la remera, el tatuaje, el pendorchismo y el mercadeo de la imagen. Yo me negué a vender un reloj con la cara del che que estaba hecho en la Casa de la Moneda en Cuba, dije ‘que lo hagan otros bueno, pero ustedes déjenme de joder’. Al final lo sacaron de circulación. El archivo incluye todo tipo de materiales, desde libros a canciones. Pero todavía estamos trabajando en eso porque queremos que sea completo y pensamos en grande, ya que el Che seguirá Che por muchos años.

 

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