Juana Molina: "Lo raro se volvió hermoso, antes no se podía ser feo, ahora muchas chicas que en mi época hubieran sufrido, están muy tranquilas, en la suya…"

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Juana Molina en uno de los rincones de la casa que comparte con su ex, la nueva mujer de éste, el hijo que ambos tienen en común y sus mascotas. Foto: Gustavo Pascaner.

 

Por Denise Tempone
Para Siete Días

Uno a uno, los jazmines paraguayos caen sobre la pelopincho moderna armada en el medio del jardín, hasta ensuciarla por completo. No todos se sumergen en el agua verdosa por la lluvia del día anterior, algunos quedan atascados en los cactus y las suculentas que parecen haberse apoderado del patio con total desparpajo, al igual que la enredadera que tomó las paredes blancas hasta invisibilizarlas. Entre esa pequeña insurrección agreste, Juan Molina se presenta con un vestido suelto, como su pelo, en sandalias y con unas particulares medias que imitan otras sandalias. No está sola. Su alegre familia ensamblada la rodea: su manager y ex marido, Federico Mayol, la nueva mujer de él y el hijo de tres años que ambos tienen, comparten el espacio. También están su productora y colaboradora Andrea y la gata Lorenza, que no renuncia a atrapar los colibríes que los visitan asiduamente.

Una guitarra eléctrica resuena desde el cuarto independiente construido sobre la casa. Más tarde, con estilo grunge y algunos mechones de colores, bajará la hija que hace veinte años Juana tuvo con Federico, Francisca, quien al igual que su madre, acaba de descubrir la furia de la guitarra y está ensayando. Como el resto del jardín, cada miembro de la familia parece fluir con sus propios tiempos y a su ritmo, pero compaginados y sin invadirse.

A la hora de las fotos, Juana lucha contra la luz despareja, los perfiles que no la benefician y los ángulos que la afectan. No disfruta la situación, sin embargo, sabe que ese "mal necesario" es la forma más efectiva de promocionar las presentaciones que se le vienen durante el verano latinoamericano. El sábado 15 de febrero presentará su nuevo y festejado disco, "Wed 21" en el Konex. El 1 de marzo de marzo lo hará en el Festival Neutral en Chile y volverá al país para, exactamente un mes mas tarde, presentarse en la primera emisión del Lollapalooza nacional. Luego, la esperan escalas en lugares más insólitos del planeta que podrían ser Tokio, Berlín o alguno de esos sitios donde lo comercial es mirado con desconfianza y lo raro, reivindicado. Y es que aunque se sienta extraña de vez en cuando, Juana ya sabe que existen ciertos pequeños oasis que celebran su personalidad, y hacia ellos va cada vez que puede.

-¿Que hábitos te cambian cuando estás de gira?

-Por empezar nunca puedo tomar el desayuno como a mí me gusta. Es muy complicado mi desayuno. Yo exprimo una naranja, a tenedor, en un bol, y corto una banana y pongo nueces, semillas, avena y me lo como. Todo eso lleva diez minutos mínimos. Y en la gira no tengo el tiempo, ni las naranjas, la banana, nada.

-¿Tenés cosas sin las que no podes viajar? ¿Cosas de chicas?

-Quiero mi cepillo de dientes y mis cositas para limpiarme la cara. No me gusta estar incómoda. No me gusta acostarme pegote.

-¿Ningún ritual de belleza?

-No sé, pienso en la comodidad, en lo que me hace sentir bien más que en la belleza.

-¿Tenés una feminidad funcional, se podría decir?

-Yo creo en lo funcional en general para todo. Para la moda, para el diseño de muebles, de utensilios, me parece que la belleza lo da lo funcional porque no hay nada que sobre ni que falte.

-Tuviste una madre modelo pero no te preocupa nada la belleza…

-Tengo esta postura porque no tengo esa belleza. Yo me resigné, ya está, no puedo llegar, nunca pude y bueh...

-Entonces, ¿no te producís por resignación o simplemente no te interesa?

-Yo preferiría, como todo el mundo, ser una mujer muy hermosa que no necesite nada. Ahora hay muchas maneras de verse más linda pero no sé, ahora yo creo que las chicas que no son muy lindas igual se pueden ver lindísimas, no solamente porque hay cosas para verse mejor sino porque hay una idea más amplia de la belleza. En mi adolescencia eras fea y chau, no existía la posibilidad de ser linda de otra manera. Tenías que ser linda-linda para que te fuera bien. Ese concepto de "chicas que planchan en una fiesta", cambió radicalmente.

-¿Entonces cuál es tu concepto de lo lindo?

-No sé, por ahí yo tengo una remera con agujeros y está todo bien. A mí no me importa ser un zaparrastro siempre y cuando el zaparrastro tenga una armonía. Por ahí tenés un pantalón que no da más pero que justo es de un color que pega bárbaro con otra cosa que no da más y todo el linyerismo junto tiene un sentido. No me gusta la ropa nueva, me parece que tiene algo artificial, sin alma. Igual ahora hay telas que vienen ya como usadas (risas)

-En el mundo de la moda y la sociología se esta señalando la reivindicación de lo raro. ¿Coincidís con eso?

-Lo raro se volvió hermoso en algunos círculos. Cada vez más por suerte. Antes no se podía ser feo. Ahora no sé cómo es pero yo veo que muchas chicas que en mi época hubieran sufrido, planchado (risas), están muy tranquilas, muy cómodas, en la suya… Envidiable realmente (se le humedece la mirada).

-Vos empezaste tu carrera como la rara y finalmente encontraste un lugar que festeja tu individualidad. ¿Eso fue algo que siempre supiste que iba a pasar?

-(Con los ojos llorosos) No, nunca supe si iba a pasar. (Suspira). A mí lo que me cagó la existencia durante tantos años fue la vanidad. No hacer las cosas por temor a no ser excelente desde el principio. Yo creo que esa exigencia de perfección o de sobresalir o el terror a ser rechazada fue lo que me detuvo tantos años. Porque yo tengo claro que quiero hacer música desde los cinco años. Y cuando uno sabe lo que quiere ser y no lo es, se vuelve un ser indefinido, no existe realmente.

-¿Cómo empezaste a existir entonces?

-Me costó mucho poder superar esos miedos, esas fobias, esos terrores, ese pánico que yo tenía. Me tomó años, (se le caen lágrimas y se las seca). Si yo fuera como son las chicas de hoy, más libres, mas desprejuiciada, hubiese empezado a los doce. ¡Si yo sabía que quería hacer esto desde que tengo uso de razón! Yo toco la guitarra desde los cinco años y no dejé de tocarla nunca. No sé si era educación mezclada con época o generación, ambiente, exilio, todo eso forma parte de quien soy y de quien fui y de por que no pude hacerlo hasta que lo pude hacer.

-¿Por qué se te escapan lágrimas? ¿Te angustia o te emociona hablar de eso?

-Las dos cosas, porque cuando sos joven realmente crees que "bueno, después", "bueno, algún día", "bueno, más adelante" Un día, un día, un día y ¡pará! ¡Un día vas a morirte! Y un día me di cuenta de que un día me iba a morir y que no me había animado hacerlo. Ahí ya se me habían pasado muchos días sin hacerlo.

-¿Y son días que sentís que perdiste esos?

-No lo siento. ¡Lo sé! Es un hecho. Es muy triste.

-Pero hay gente que no lo hace en toda la vida…

-Bueno...pero también hay gente que nunca pierde tiempo y hace las cosas directamente. No pierde el tiempo que perdí yo. Pobre la gente que lo sabe y no lo hace nunca. Yo era así. Y me da bronca acordarme de cuando era así.

-¿Te da bronca con vos misma?

-Sí. Mucha.

-¿Pero eso no es muy cruel?

- Soy cruel yo. Conmigo y con los demás. Sí, sí, ya sé, después viene el aceptarse (gira los ojos para arriba) y bla bla bla, pero los años pasaron igual y yo me lo perdí. Qué tonta…

-Los años pasaron de éxito en éxito en televisión. Tan malo no pudo haber sido.

-Es que, suena muy presumido pero yo eso lo hacía de taquito. Era mi "mientras tanto". Era algo para tener guita para hacer música. Siempre fui encontrando la excusa, la excusa máxima era eso, la guita, el tiempo… Hacer otra cosa para poder hacer lo que no hacía. Y lo que quería hacer nunca llegaba. Y la verdad es que ese tiempo fue una pausa innecesaria, hasta tenía las canciones ahí cajoneadas. Ahora en vez de hacer mi sexto disco estaría haciendo mi disco veinte.

-¿Cuál fue el día particular en que hiciste un quiebre?

-Hubo un momento en que me imaginé mirando MTV ya vieja decrepita, (como si MTV fuera a durar toda la vida), pensando "yo lo podría haber hecho". Me imaginé sintiendo un rencor, un odio, una envidia, una mala leche infinitas. Me ví todo el tiempo criticando y odiando a los que sí lo hacían. Eso fue en el ‘93. Ahora que me acuerdo, ya sé como llegué a esa reflexión. Fue cuando tuve que parar para hacer reposo en el embarazo. Dejé el programa, dejé todo y no podía hacer nada más que estar en cama mirando televisión. Y ahí se me disipó la actividad y como una marea que baja y deja un muelle al descubierto, apareció la sensación de querer hacer música de nuevo.

-¿Cómo fue esa revelación?

- Pensé, "¿Cómo pasó esto? Ya pasaron siete años desde que yo iba a trabajar en televisión para tener guita para hacer la música que quería hacer y ¿qué hice?". Me angustié y recordé todo. Mi reflexión era que si yo trabajaba en un laburo normal no iba a tener tiempo para estudiar guitarra, para hacer shows, para salir a tocar. Entonces, pensé, pensé, pensé y llegué a la conclusión de que laburar en la tele me iba a permitir pagar el alquiler, las cuentas, todo y trabajar poco. Y que al trabajar poco iba a poder hacer música.

-Y terminaste trabajando más…

-Terminé laburando el triple, sin parar. Al principio era perfecto porque yo trabajaba los lunes en la "Noticia rebelde" y chau. Actores nos pagaba todas la semanas, yo estaba en el paraíso pero me duró tres meses porque me llamó Antonio Gasalla y se desvió todo. Nunca más tuve un segundo más para pensar en nada, o tal vez no lo quería tener realmente, hasta ese reposo obligado del embarazo

-Ese fue el comienzo del cambio de vida.

-Ese fue en puntapié. Darme cuenta que no quería ese futuro para mí. Y estoy contenta de que eso haya pasado. Hoy soy muy feliz con el lugarcito que encontré para mí y para mi música.

-Tu ex marido fue tu compañero en ese proceso ahora que te separaste, ¿qué encontrás sexy en un hombre?

-Es muy difícil responder eso. A mí nunca me gusta nadie. No me gusta nadie en serio. Tengo que hablar para que me guste, al menos una, dos veces, lo tengo que conocer y eso no es tan fácil. Uno no puede tener charlas con el hombre de su vida todos los días, ¿no?

-Estamos haciendo la entrevista en la casa de tu ex marido, ¿no es raro verlo con otra pareja, con otro hijo, en otra casa?

-No, porque estamos mejor así. Las cosas son más naturales, nos llevamos bien. Yo lo quiero mucho y quiero que sea feliz, ¿por qué no compartir esto? Parece raro pero bueh, no es la primera vez que me lo dicen.

 

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