
La pobreza y la indigencia en Mendoza han mostrado una evolución significativa en el último año, aunque los niveles siguen siendo preocupantes en comparación con el promedio nacional. El Gran Mendoza, como principal aglomerado urbano de la provincia, concentra las estadísticas más representativas, y su análisis permite comprender tanto los avances como las persistencias estructurales del fenómeno.
Durante el primer semestre de 2025, el Gran Mendoza registró una fuerte caída en los niveles de pobreza e indigencia. La pobreza pasó del 52,9% en el primer semestre de 2024 al 33,5% en el mismo período de 2025, mientras que la indigencia descendió del 13,8% al 4,7%. Esta variación representa una mejora de casi 20 puntos porcentuales en pobreza y más de 9 puntos en indigencia, lo que ubica a Mendoza como uno de los aglomerados con mayor reducción interanual.
Sin embargo, esta mejora debe leerse con cautela. Aunque los ingresos familiares crecieron en mayor proporción que las canastas básicas —un 23,3% frente al 12,6% en Cuyo—, el documento advierte que la pobreza sigue afectando a más de 356.000 personas en el Gran Mendoza, y la indigencia a casi 50.000. Es decir, uno de cada tres mendocinos vive bajo la línea de pobreza, y uno de cada veinte no logra cubrir siquiera sus necesidades alimentarias básicas.
Mendoza, en números
Indicador | Primer semestre 2024 | Primer semestre 2025 | Variación interanual |
---|---|---|---|
Pobreza (%) | 52,9% | 33,5% | ↓ 19,4 puntos |
Indigencia (%) | 13,8% | 4,7% | ↓ 9,1 puntos |
Personas pobres | 556.533 | 356.620 | ↓ 199.913 |
Personas indigentes | 145.429 | 49.590 | ↓ 95.839 |
Total población relevada | 1.052.000 | 1.064.000 | ↑ 12.000 |
En el espejo nacional
A nivel país, la pobreza se ubicó en el 41,4% en el primer semestre de 2024 y descendió al 33,2% en 2025. La indigencia, por su parte, bajó del 11,9% al 5,6%. Esto significa que Mendoza, con un 33,5% de pobreza, se encuentra apenas por encima del promedio nacional, pero con una tasa de indigencia inferior (4,7% frente al 5,6%).
Este contraste revela una particularidad: si bien Mendoza logró reducir la indigencia más que otras regiones, su pobreza estructural sigue siendo elevada. El documento señala que esta situación puede estar vinculada a la composición del mercado laboral, la informalidad persistente y la concentración de servicios en el Gran Mendoza, que deja fuera del análisis a zonas rurales y productivas como el Valle de Uco, el Este y el Sur provincial.
Evolución regional y contexto ampliado
En la región de Cuyo, que incluye a Mendoza, San Juan y San Luis, la pobreza pasó del 41,9% al 33,8%, y la indigencia del 13,5% al 4,5%. Mendoza, como aglomerado más poblado, marca la tendencia regional. Sin embargo, el documento advierte que los datos del INDEC se limitan a zonas urbanas, lo que excluye a una parte significativa de la población mendocina que vive en áreas rurales o en pequeños centros urbanos.
En comparación con otras regiones del país, Mendoza muestra una evolución más favorable. Por ejemplo, el Gran Resistencia (Chaco) presenta una pobreza del 48,1% y una indigencia del 15,5%, mientras que el Gran Buenos Aires, con más de 12 millones de habitantes, mantiene una pobreza del 38,4% y una indigencia del 7,7%. Estos datos posicionan a Mendoza en una situación intermedia, con avances notables pero aún lejos de una recuperación plena.
Factores y límites del modelo
El documento atribuye la mejora en los indicadores a una desaceleración en el aumento de las canastas básicas, que permitió que los ingresos familiares crecieran en términos reales. Sin embargo, también advierte que esta mejora es coyuntural y no necesariamente refleja una transformación estructural. La pobreza sigue siendo alta, y la vulnerabilidad de los hogares frente a shocks económicos persiste.
Además, se destaca que la medición oficial no contempla el acceso a servicios esenciales como salud, educación, transporte o vivienda, lo que limita la comprensión integral del fenómeno. En este sentido, la pobreza monetaria es apenas una dimensión de un problema más complejo, que requiere políticas públicas sostenidas y focalizadas.
La evolución de la pobreza e indigencia en Mendoza durante el último año muestra una mejora significativa en términos estadísticos, pero también evidencia los límites de las mediciones oficiales y la persistencia de desigualdades estructurales.