Tras ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes y de generar polémica en algunos de los lugares donde fue proyectada, llega a Argentina La vida de Adéle, la película francesa que cuenta una gran historia de amor y erotismo protagonizada por una joven que, en pleno despertar sexual, se enamora y tiene un romance apasionado con otra chica.
El filme propone un intenso relato sobre el difícil camino hacia la madurez, el crecimiento y la aceptación personal de Adéle, la protagonista, una estudiante secundaria que debe superar los mandatos sociales y familiares, las burlas de sus compañeros y los prejuicios instalados en su comunidad para ejercer su libertad y sus preferencias sexuales.
Dirigida por el franco-tunecino Abdellatif Kechiche, autor de filmes como “Cous-cous” y “Juegos de amor esquivo”, la película cuenta con las brillantes actuaciones de Adéle Exarchopoulos y Léa Seydoux, que componen respectivamente a una joven pueblerina y modesta, de clase media, y a una pintora y estudiante de bellas artes más sofisticada y consciente de su lesbianismo.
Las actrices se vuelcan por entero a sus personajes y se entregan a un altísimo nivel de exposición en varias escenas de fuerte contenido erótico y sexual, donde aparecen desnudas, besándose y amándose de manera explícita e intensa, en distintas posiciones y durante varios minutos en tomas de gran belleza y enorme realismo.
Transposición a la pantalla grande del cómic “El azul es un color cálido”, de Julie Maroh, la nueva película de Kechiche lo confirma como un autor dueño de un sentido del naturalismo admirable y de una gran capacidad de observación de sus personajes, especialmente de Adéle, a quien sigue en todo momento, en cada una de las escenas, llenando la pantalla con su rostro, su mirada y sus expresiones.
El director elige el primer plano como eje de su puesta en escena y registra de manera obsesiva el rostro fascinante de Adéle (lo hace casi siempre con un teleobjetivo, lo cual acentúa su presencia difuminando su entorno), transmitiendo -con gran realismo- sus deseos más íntimos y secretos, sus miedos, alegrías y frustraciones.
La predominancia del color azul -que remite al título del cómic en el que se basa el filme- se manifiesta tanto en el decorado como en el vestuario de los personajes, pero está presente especialmente en el cabello de Emma (Léa Seydoux) y simboliza todo aquello que Adéle considera atractivo, misterioso y prohibido.
El drama de Adéle -la angustia permanente generada por la duda sobre su propia orientación sexual- comienza cuando un día, en el camino hacia el encuentro con su nuevo novio, se siente sorpresiva y profundamente atraída por otra chica, bella, misteriosa, de pelo corto y teñido de azul.
Kechiche describe ese cruce casual entre ambas como un momento extraordinario, en el que el tiempo y el mundo entero se detienen para Adéle, los sonidos se hacen extraños, el silencio se adueña de todo, las personas parecen diluirse a su alrededor, y un deseo intenso pero desconocido empieza a crecer muy dentro de ella.
Todo cambia para Adéle a partir de ese instante, sus noches serán alteradas por frecuentes sueños eróticos en los que su novio desaparece, dejando paso a las caricias imaginarias de esa joven desconocida que tanto misterio le ocasiona y generando una enorme confusión en su interior, al punto de provocarle un malentendido -y su primera desilusión- con una de sus compañeras de clase.
Amante de la literatura y con vocación de maestra jardinera, Adéle se sobrepone a los prejuicios y presiones sociales, asume día a día sus deseos y preferencias sexuales y, casi por azar, como en su primer encuentro, se vuelve a cruzar con Emma en un bar para lesbianas: se comen una a otra con la mirada, hablan de arte, de Picasso y se despiden sin saber si volverán a verse.
A partir de allí comienza una relación de amistad entre ambas, se enamoran en pequeños paseos por el parque, se besan por primera vez, explotan de placer haciendo el amor y Adéle se transforma en modelo vivo de los cuadros de Emma, que poco a poco se convertirá en una pintora reconocida.
Los años pasan, Adéle se convierte en maestra jardinera y su novia -cada vez más interesada en la fama y en la superficialidad snob de su contexto artístico- intenta empujarla a explorar su pasión por la literatura, pero más allá de esas circunstancias la pasión que las quemaba se apaga, la relación entre ambas se hace monótona y cualquier excusa le bastará a Emma para terminarla.
La sorpresiva separación conmociona a Adéle y le provoca un dolor inmenso, pero a pesar de la pena la convierte en mujer, la hace crecer como persona independiente y le marca un nuevo rumbo en su vida, impreciso y brumoso, pero absolutamente suyo.
Fuente: Télam