Aunque murió en la más absoluta intrascendencia, José Guadalupe Posada Aguilar es considerado un precursor del movimiento nacionalista que después protagonizaron José Clemente Orozco, Diego Rivera, Francisco Díaz de León y Leopoldo Méndez.
Mendoza se dará un lujo desde este sábado en el Le Parc: ese día arranca la muestra del maestro mexicano José Guadalupe Posada Aguilar (1852-1913), montada, destacaron las autoridades, en un "esfuerzo conjunto del Espacio Cultural Julio Le Parc en conjunto con el Ministerio de Cultura, el Consulado Honorario de México en Mendoza y la Embajada de México en Argentina".
La inauguración será el 12 a las 19.
El maestro de las calacas
Pintor y caricaturista mexicano, famoso por sus litografías con escenas de muerte, estampas populares y caricaturas sociales, inspiradas en el folclore. Figura destacada del panorama artístico mexicano, José Guadalupe Posada desempeñó en él tan notoria influencia que su papel podría equipararse a la trayectoria del famoso douanier francés, Henri Rousseau, y a su impacto en la evolución del arte europeo de principios del siglo XX; en efecto, la revelación de la obra de Posada confirma su gran predicamento estético y da fe de su empeño en realizar un arte propiamente mexicano.
Poseía un talento natural para el grabado, y no sin haberse visto obligado a superar una empecinada oposición familiar, su padre le permitió ingresar, a los dieciséis años, en el taller profesional de Trinidad Pedroso, reputado maestro de quien aprendió los principios, métodos y secretos del arte litográfico. En estos primeros años de aprendizaje, el joven Posada manifestó una facilidad innata para la caricatura, de tal modo que su mentor logró introducirle en el mundo del periodismo y de la prensa gráfica como dibujante, y logró publicar sus primeras viñetas en el periódico El jicote (1871), cuando el artista acababa de cumplir los diecinueve años.
Influido por su familia, que seguía mirando con malos ojos su actividad un tanto bohemia y estaba empeñada en conseguirle una ocupación más segura, José Guadalupe ganó una plaza de maestro de litografía en la Escuela Preparatoria de León. A esta ciudad del estado de Guanajuato se había trasladado, en compañía de su maestro, en 1871. Fue profesor durante cinco años, aunque compartió la actividad didáctica con lo que le gustaba en realidad: la litografía comercial -textos de anuncios y carteles- y la estampación de imágenes religiosas.
Las graves inundaciones que asolaron León en 1888 le obligaron a trasladarse a Ciudad de México, donde le hicieron rápidamente ofertas para trabajar en distintas empresas editoriales, entre ellas la de Irineo Paz. Allí elaboró cientos de grabados para numerosos periódicos: La Patria Ilustrada, Revista de México, El Ahuizote, Nuevo Siglo, Gil Blas, El hijo del Ahuizote, etcétera. Su nombre cobró una fama inesperada y su cotización se disparó, alcanzando cimas que pocos meses antes le habrían parecido inimaginables. Esta repentina bonanza económica le permitió abordar una serie de experimentos gráficos que culminaron con la exitosa utilización de planchas de cinc, plomo o acero en sus grabados.
A partir de 1890, sus trabajos gráficos ilustraron las publicaciones, de carácter nacionalista y popular, del impresor Antonio Venegas Arroyo: historietas, liturgias de festividades, plegarias, cancioneros, leyendas, cuentos y almanaques, destacando La Gaceta Callejera y las hojas sueltas que incluían imágenes e información resumida de carácter diverso sobre "acontecimientos de sensación".
Las ideas de Posada eran de clara índole progresista y, al servicio de éstas, dibujó caricaturas y bocetos satíricos consagrados, en general, a elaborar una crónica de la vida mexicana de la época o a poner de relieve los sufrimientos de su pueblo bajo el yugo de los grandes terratenientes. Las sátiras de los políticos más influyentes de la época le costaron la cárcel en más de una ocasión. El gran número de encargos que se amontonaban en su taller le obligó a crear una técnica nueva, el grabado al ácido en relieve, mucho más rápida.
Su extensa producción gráfica, estimada en más de veinte mil grabados, realizados en litografía o planchas de metal, podría clasificarse como expresionista, puesto que recrea con extraordinaria imaginación, gran sentido humorístico y profunda capacidad crítica las lacras, miserias y prejuicios de la realidad social y política de su época.
Su obra abarca múltiples temas, entre los que cabría destacar las célebres "calaveras" o imágenes de ultratumba; los "desastres", que comprenden catástrofes de tipo natural (inundaciones, epidemias, sucesos astronómicos, nacimientos de seres monstruosos), accidentes, hechos sobrenaturales, crímenes y suicidios; los "ejemplos" o lecciones morales que pueden extraerse ante la perversidad y bestialidad humanas; sucesos sociales y políticos, donde sobresalen las viñetas referidas a las ejecuciones y los "corridos" revolucionarios; los milagros religiosos; la serie denominada Don Chepito, que narra las desventuras de un solterón ridículo, una especie de antihéroe; así como las imágenes captadas de la vida cotidiana con inigualable precisión e intención certera.
Posada fue considerado como un precursor del movimiento nacionalista en las artes plásticas por algunos de quienes lo protagonizaron: José Clemente Orozco, Diego Rivera, Francisco Díaz de León y Leopoldo Méndez. En 1933, veinte años después de su muerte, fue redescubierto por el pintor Jean Charlot, quien editó sus planchas y reveló la influencia de Posada sobre artistas de las posteriores generaciones. Gran dibujante, trabajador incansable y un gran técnico del grabado, Posadas murió, tan pobre como había nacido, en Ciudad de México, en 1913. Sus restos, que nadie reclamó, fueron sepultados en una fosa común.
Fuente: posada100.com.mx/Espacio Le Parc