El vice y la directora del Banco Nación se enfrentaron este verano por la construcción territorial de la interna peronista. La mujer le achacó al jefe del Senado usar fondos públicos para "comprar" dirigentes. El capítulo vendimial.
La Vendimia no fue capaz de unir lo que la rosca por espacios políticos desunió. El vicegobernador Carlos Ciurca y la ex diputada nacional y actual directora del Banco Nación, Patricia Fadel, ni se miraron cuando el destino los cruzó a centímetros de distancia sobre el escenario vendimial montado en la bodega Los Toneles, de Guaymallén, desde el que los socios de Bodegas de Argentina desplegaron su capacidad de lobby para torcer las decisiones del Estado a favor de sus intereses.
Con empresarios y políticos por todos los rincones del salón de Los Toneles destinado al acto tradicional de la Vendimia Ciurca y Fadel trataron de mantenerse a distancia, pero el destino y las ansias de cartel que todos los políticos llevaron al almuerzo los puso a pasitos de distancia. No hubo ni un frío saludo entre ambos.
La pelea de los dirigentes peronistas salió a luz en los primeros días de enero, cuando Fadel acusó a Ciurca de "usar plata del Estado para robarse dirigentes" del sector azul del PJ para la Corriente Peronista, que encabeza el vice junto a los intendentes Rubén Miranda y Alejandro Abraham. La dirigente del Valle de Uco no usó la ironía ni obligó a los receptores del mensaje a hacer segundas lecturas, directamente calificó de "lamentable" al accionar de Ciurca.
El vice se mantuvo en silencio, aprovechando que los dichos de su enemiga interna se produjeron durante sus vacaciones. Lo que peor le cayó a Ciurca es que Fadel usara Facebook para expresarse en su contra y no lo hiciera por la vía partidaria correspondiente.
Esta semana volvió a estallar la pelea entre ambos, cuando la ex diputada volvió a apelar a la red social para enrostrarle al vice el aprovechamiento de una compleja situación familiar del intendente de Alvear, Juan Carlos De Paolo, para imponer un presidente del Concejo Deliberante en ese departamento distinto al querido por el jefe comunal.
La saga de una novela que aguantó todo el verano