Por Daniel Yebra Carmona
Para eldiario.es
Michael Roberts, cabeza de cartel del cuarto congreso “Trabajo, Economía y Sociedad” de la Fundación 1º de Mayo, es un reconocido economista marxista que ha batallado durante décadas en la City de Londres. El británico advierte de una pérdida “sin precedentes” del poder adquisitivo de las familias europeas en esta crisis de inflación. Y recuerda que solo unos sindicatos más fuertes pueden hacerla frente.
“Ha habido una reducción drástica del empleo en la industria manufacturera, en el Reino Unido, en los EEUU y en España. Y las nuevas industrias no están sindicalizadas. Ni las industrias tecnológicas, ni el sector de los medios de comunicación, ni los nuevos sectores minoristas tampoco”, lamenta. Aunque saca optimismo: “Esto está empezando a cambiar. Estamos empezando a ver organización en Amazon, en Starbucks, incluso en Google”.
“También estamos viendo luchas serias en Asia, América Latina y África. Vamos a ver muchas más. Y posiblemente también organizaciones independientes no solo en el Sur Global, sino también en el Norte Global en las nuevas industrias”, reflexiona Michael Roberts.
-En la crisis de inflación de los 70, se daban por hecho las subidas salariales para recuperar el poder adquisitivo. Hoy, instituciones y empresas ni se plantean aumentos de sueldo con el IPC con el argumento de evitar un espiral de precios y salarios, ¿tienen realmente que conformarse los trabajadores y sufrir una grave pérdida de poder adquisitivo?
-En los años 70, muy a menudo había lo que llamaban indexación de salarios para que hubiera un aumento automático de sueldos a la par con el aumento de precios. Por supuesto, esto era extremadamente costoso para los empleadores si no estaban realmente en la posición de aumentar aún más los precios. Pero es un mito que entonces hubiera una espiral de los salarios. No es verdad. Si se observan los datos, se puede ver que los salarios reales también cayeron durante ese período, a pesar de que en algunas industrias y algunos sectores hubo esa indexación, particularmente en el sector público pero también en algunos de los sectores industriales.
-¿Cuándo se perdió esa indexación?
-Todo eso se eliminó durante las décadas de 1980 y 1990. Durante todo ese tiempo llamado período neoliberal, se redujo el poder sindical de los trabajadores y se introdujo una legislación para impedir que pudieran mantener sus salarios altos, hemos visto una caída muy pronunciada en la participación de los salarios como porcentaje del PIB en todos los países de Europa. En la OCDE en general, mientras que en promedio los salarios representaban alrededor del 75% del PIB en la década de 1970, ahora está sobre el 65%. Esa es una caída bastante grande. ¿Dónde está eso? ¿Ha desaparecido? Obviamente se ha ido al incremento de la participación de los beneficios (empresariales) en el PIB. Así que tenemos una transferencia de salarios a beneficios. Y lo que estamos viendo en la espiral inflacionaria actual se debe a que no hay indexación y a que la legislación es muy dura contra los trabajadores. Y también porque las organizaciones sindicales son mucho más débiles y es mucho más difícil para los trabajadores aumentar sus salarios para igualar los aumentos de precios. Y la evidencia es clara de que los salarios reales han caído a un ritmo en la mayoría de los países europeos que no tienen precedentes. Estamos hablando de una caída del 6%, 7% u 8% en los ingresos reales en un año. Si solo estamos midiendo los salarios contra los precios, eso es una gran caída, que no se debería de dar. No va a ser compensado.
-Los trabajadores de algunos sectores están consiguiendo más subidas que otros…
-Recientemente IG Metall, la Unión Industrial Alemana llegó a un acuerdo, que suena bien, pero si lo miras, puedes ver que está muy por debajo de la tasa de inflación que está experimentando Alemania este año y el próximo, por lo que los trabajadores están sufriendo una pérdida salarial real. Entonces, la idea de que los aumentos de salarios provocan aumentos de precios no tiene sentido. Empíricamente, podemos ver que no es así, de hecho, y también podemos ver particularmente en este período que la principal contribución al aumento de precios ha sido, en primer lugar, el aumento de los precios de las materias primas energía, alimentos y otras materias primas subiendo. Y, en segundo lugar, los enormes aumentos de precios por parte de los empleadores. Los beneficios (empresariales) han sido la principal contribución a los aumentos de precios, no los aumentos de salarios, en esta espiral inflacionaria. Entonces, los trabajadores no tienen que disculparse si piden un aumento salarial, ni preocuparse de que de alguna manera provocarán una espiral de precios. Esto es un mito y una propaganda que nos cuentan los empresarios y sus representantes.
-Las economías europeas se han transformado: oligopolios, multinacionales, más servicios y menos industria… ¿los sindicatos se han sabido adaptar?
-Bueno, lo que hemos visto es una transformación de los sectores en los últimos 30 o 40 años, particularmente con la gran caída en la rentabilidad de la fabricación en la década de 1970 en la mayoría de las grandes economías, y una gran depresión a principios de la década de 1980. La actitud de los empleadores en las grandes multinacionales de tratar de trasladar sus industrias, el empleo y la tecnología fuera de Europa y América del Norte hacia lo que entonces se llamaba el Tercer Mundo y que ahora llamamos el Sur Global. Hacia todos los países donde había mano de obra barata y la oportunidad de construir fábricas con salarios bajos. Esa fue la transformación.
-¿También en España?
-Si observamos lugares como España fue ligeramente diferente porque recibió inversiones de Alemania y Francia cuando se unió a la Unión Europea, y vimos la expansión de la industria. Pero en general, ha habido un éxodo de empleo manufacturero en todos los ámbitos al mismo tiempo que crecía el sector servicios, lo que significa que, particularmente en países como el Reino Unido donde estoy, estas economías ahora están dirigidas a economías en las que viven de los beneficios obtenidos por las multinacionales, donde el Reino Unido opera como un centro financiero para redistribuir y generar ganancias para estas empresas en varias partes del mundo. Así que no ha habido adaptación de los sindicatos. Ha habido una reducción drástica del empleo en la industria manufacturera, en el Reino Unido, en los EEUU e incluso en España. Y las nuevas industrias no están sindicalizadas. Ni las industrias tecnológicas. El sector de los medios de comunicación tampoco. Y, por supuesto, los nuevos sectores minoristas tampoco. Esto está empezando a cambiar desde el final de la gran recesión. Estamos empezando a ver organización en Amazon, en Starbucks, en otros sectores nuevos que no existían antes, incluso en Google. Así que esto es quizás una indicación de una nueva tendencia en los trabajadores de la próxima generación que va a transformar el movimiento sindical.
-¿Cómo podría crecer la densidad sindical y la fuerza de los sindicatos en este contexto?
-Hemos visto una reducción masiva en la participación de la sindicalización de alrededor de dos tercios, es enorme. En los últimos 30 o 40 años, ha habido una disminución dramática en la proporción de personas en los sindicatos en comparación con la fuerza laboral total. Esto se ha dado, como decía antes, por el gran cambio desde el sector manufacturero a los servicios, particularmente en el Norte Global, y hacia nuevas industrias que no están sindicalizadas. Creo que existe una posibilidad cada vez mayor de que las nuevas industrias tengan un papel determinante, como ya ocurrió en el siglo XIX cuando la gran transformación en el movimiento sindical se dio por el cambio desde las industrias artesanales como la carpintería, la plomería…. a los sindicatos de masas en las grandes fábricas, en los muelles, en el transporte, etc. Y vimos el desarrollo de los sindicatos de masas a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX. Luego hemos visto esta aniquilación en la segunda mitad del siglo XX. Pero creo que ahora tenemos toda una capa de nuevas industrias, donde los trabajadores apenas comienzan a organizarse. Y la gente no debe olvidar que la mayor proporción de trabajadores en todo el mundo no se encuentra en el Norte Global. Están en Asia, están en América Latina. Están en África. Aquí es donde el proletariado, usando la antigua frase, es de largo mayor. La clase trabajadora del mundo nunca ha sido mayor y nunca ha sido mayor como porcentaje de la población adulta total y la población activa. Y se basa principalmente en el Sur Global ahora, donde hay mucha actividad. Esta semana vemos lo que pasa en Foxconn, que es una gran empresa taiwanesa que opera en China, donde los trabajadores están luchando contra sus empleadores porque no les están pagando lo que acordaron pagar. Así que ha habido luchas serias como esa, vamos a ver muchas más. Y posiblemente también organizaciones independientes no solo en el Sur Global, sino también en el Norte Global en las nuevas industrias. Soy optimista.
-¿Qué herramientas tienen los sindicatos para luchar a día de hoy?
-Siempre existe la herramienta básica, que es que los empleadores no pueden conseguir las cosas ni los servicios que quieren vender a menos que los trabajadores trabajen. Es algo muy básico. Karl Marx dijo una vez, todo niño sabe que si la gente deja de trabajar, entonces no se hace nada. Ese es el poder básico que tienen los trabajadores, porque los empleadores no tienen poder, en realidad, dependen completamente de su fuerza laboral para entregar lo que se requiere. Los empleadores usan lo que pueden usar para evitarlo y eso lo puede hacer más difícil, pero el poder básico que tienen los trabajadores de retirar su trabajo todavía está ahí. Pero no solo eso. También hay muchas otras formas en que los trabajadores pueden mejorar sus condiciones. Los sindicatos brindan un nivel de apoyo en seguridad, y también en horas y condiciones de trabajo. Una cosa es decir que te pagan mejor, pero si estoy trabajando en pésimas condiciones, si estoy trabajando por turnos o trabajando muchas horas, entonces las condiciones de trabajo no son seguras. Los sindicatos tiene el poder de organizarse contra eso también. Todas estas son áreas importantes en las que los sindicatos juegan un papel y tienen que jugar un papel cada vez mayor en el futuro. Entonces, podrías decir, bueno, eso no es nada nuevo. Lo que quiero decir es que hay nuevas áreas en las que vamos a ver ese desarrollo y los sindicatos tienen que estar familiarizados con la tecnología, deben ser inteligentes acerca de los nuevos desarrollos que están ocurriendo en las industrias para construir la organización que necesitan los trabajadores.
-¿Las huelgas han perdido efectividad en un mundo globalizado?
-Si el argumento es que si se declara una huelga, la empresa trasladará su ubicación a otro lugar donde la gente no hace huelgas y donde es mas barato, en realidad no es tan fácil para las empresas hacer eso inmediatamente. Y también, los sindicatos deben luchar no solo en el frente económico, sino también políticamente para garantizar que los gobiernos no permitan que las multinacionales simplemente saqueen la infraestructura y la tecnología y se la lleven a otra parte. Si los trabajadores están luchando por mejores condiciones, las dos cosas deben ir juntas. Sí, todo es más difícil por ser internacional, pero tampoco es imposible para los sindicatos organizarse internacionalmente. Lo hemos visto en muchas ocasiones en los últimos años en varias industrias, particularmente en la industria del transporte, donde el comercio tiene lugar entre buques portacontenedores, conductores de camiones portuarios. O incluso desde el conflicto de Ucrania, hemos visto esfuerzos de los trabajadores para combinar todos estos temas. Entonces sí, es difícil. No es fácil para los sindicatos organizarse, ni para los trabajadores porque se enfrentan a las fuerzas de los medios, los gobiernos, las leyes, y, por supuesto, a los intentos de los empleadores de debilitar su capacidad de funcionar. Pero no es imposible. Históricamente podemos ver que a veces tuvo un gran éxito en la transformación de la realidad.
-¿Están sabiendo incorporar los sindicatos el papel transformador del feminismo?
-Cuando observamos la situación económica general, podemos ver que todavía hay una marcada diferencia entre el salario promedio de los hombres en industrias y servicios, y el de las mujeres. Y, sin embargo, las mujeres ahora constituyen en muchos países, la mayoría de la fuerza laboral, no solo una pequeña minoría. Y ha habido una transformación en los últimos 50 años en los que las mujeres han llegado al sector laboral en grandes masas, particularmente en industrias clave como la salud, la educación y los servicios públicos, los servicios sociales, donde las mujeres son dominantes. Si miramos el liderazgo de los sindicatos, es cierto que esto no siempre se ha visto reflejado, pero es algo que está comenzando a cambiar. El sindicato industrial más grande del Reino Unido ahora tiene a una mujer como secretaria general, y eso también se aplica en otros sindicatos. Entonces hay una transformación en ese sentido pero todavía hay una brecha enorme entre el nivel de los salarios medios de los trabajadores masculinos y femeninos. Eso se debe en parte a que las trabajadoras tienen trabajos peor pagados y no consiguen los mejores trabajos que pagan mejor. También aunque existe una legislación en contra de la igualdad salarial no siempre se aplica. Pero lo que creo es que la organización sindical y la expansión de los sindicatos ayudará a reducir esa brecha entre el empleo masculino y femenino.
-¿Y cómo deben sumarse los sindicatos a la transición verde?
-Creo que esta pregunta es muy importante porque este es uno de los problemas clave al que nos enfrentamos en el siglo XXI. Tenemos que hacer algo para detener el calentamiento global, las emisiones de carbono y el impacto que está teniendo lo vamos a sufrir todos, no solo en el Sur Global donde ya lo están sufriendo, sino también en Europa, donde vamos a ver condiciones climáticas extremas, etc., que van a afectar a la vida y las condiciones de las personas. Y tenemos que hacer algo al respecto. Cualquier sindicato que se precie tiene que mirar no sólo el tema de los salarios y las condiciones de sus miembros, sino también al panorama más amplio de lo que está sucediendo en la economía, particularmente lo que están haciendo las empresas y lo que están haciendo los gobiernos. Solo así podemos hacer frente a esta peligrosa crisis que se avecina. Entonces, me parece que la formación tiene un papel clave en la lucha para que sus empleadores adopten políticas ambientalmente mejores, para que los gobiernos comiencen a hacer algo con respecto a las emisiones de combustibles fósiles.
Los sindicatos no solo pueden mirar lo que está sucediendo en su lugar de trabajo, sino que también deben analizar cuestiones políticas más amplias
Y ahora, ¿qué pasa con todos esos trabajadores que trabajan en la industria de los combustibles fósiles? ¿Cómo va a lidiar el sindicalismo con eso? Eso plantea un problema político, pero los trabajadores de la industria del petróleo o de la industria del gas, que en realidad es una fuerza laboral bastante pequeña, ¿cómo van a mantener sus trabajos si queremos eliminar este tipo de energías? Bueno, requiere un plan nacional, un plan internacional, a través de la eliminación gradual de las industrias de combustibles fósiles. Y volver a capacitar y cambiar a los trabajadores a nuevas industrias renovables, donde también tienen habilidades o se puede redirigir, para asumir la expansión de las industrias renovables y de otras industrias ambientales que generarán una gran cantidad de puestos de trabajo disponibles para los trabajadores que en este momento están trabajando en industrias que quizás se están sumando a la crisis de emisiones de carbono. Puedes verlo con otra analogía, ¿qué pasa con los trabajadores que trabajan en la industria armamentística? No queremos más armas. Queremos eliminarlas gradualmente pero los trabajadores perderán sus empleos, y es un argumento que a menudo dan los sindicatos. Bueno, hay muchas otras construcciones civiles que debemos hacer en las que las habilidades de los trabajadores que tienen las habilidades de la industria de armas se pueden usar, como en todo tipo de áreas de transporte, medio ambiente, etc. Necesitamos un plan. Y eso significa que los sindicatos no solo pueden mirar lo que está sucediendo en su lugar de trabajo, sino que también deben analizar cuestiones políticas más amplias y involucrarse en ese plan que logre esa transformación del desequilibrio que tenemos en este momento en el empleo, con los objetivos equivocados y los trabajos equivocados. Necesitamos los objetivos correctos y los trabajos correctos.