Por María Laura Carpineta
Para Télam
Desde el principal hospital de la Franja de Gaza, Nicolas Palarus, coordinador de Médicos Sin Fronteras (MSF) en ese territorio palestino, denunció este jueves que "la situación es horrorosa, una pesadilla", antes de correr a recibir un nuevo aluvión de heridos.
"No hay palabras para describir lo que pasa acá... Esto es la guerra y la gente no se puede mover, no puede irse, están aterrorizados", explicó el ciudadano francés en una entrevista telefónica concedida a Télam.
Palarus, quien trabajó en algunos de los lugares más violentos y olvidados del mundo como Pakistán, Sudán del Sur, República Centroafricana, Haití y República Democrática del Congo, arrancó la conversación con una disculpa.
"Perdón, pero no tengo mucho tiempo. Atacaron una escuela de la UNRWA (la agencia de la ONU para los refugiados palestinos) y ya hay muchos heridos y muertos, otra vez la mayoría niños y mujeres", contó con la tranquilidad de quien ya se acostumbró a la rutina violenta y devastadora de una guerra.
Desde que comenzó esta última ofensiva israelí contra Gaza hace poco más de dos semanas, Palarus y el equipo médico de MSF decidieron no moverse.
Trabajan en el principal hospital de Gaza, Al Shifa, y su oficina está a sólo 800 metros de allí.
"Es imposible movernos, ir a los barrios que son atacados. Las veces que lo intentamos fue muy peligroso, cayeron misiles muy cerca", explicó el francés.
Los únicos que van al rescate de los civiles que piden ayuda durante los bombardeos israelíes son las ambulancias de la Media Luna Roja y la Cruz Roja Internacional. Ya murieron dos paramédicos y hoy medios internacionales denunciaron que una ambulancia fue atacada cuando iba hacia la escuela de la UNRWA atacada.
Al Shifa es uno de los hospitales en Gaza que no fueron atacados. Sin embargo, Palarus no se siente seguro.
"Honestamente, con lo que estoy viendo en Gaza, podríamos ser atacados en cualquier momento. Acá sólo hay civiles, la mayoría heridos, y personal médico. Pero no me sorprendería si un misil cayera sobre el hospital", dijo sin disimular su resignación.
Los incesantes ataques israelíes contra el pequeño territorio, que es un poco más grande que la Ciudad de Buenos Aires, ya dejaron 784 muertos y unos 4.750 heridos, según cifras del Ministerio de Salud de Gaza.
"Algunos hospitales están saturados. Hoy hablamos con el hospital Nasser (situado en el sur de la franja) y nos dijeron que están desbordados. Nosotros todavía estamos funcionando bien, con muchos pacientes, pero tenemos material y medicamentos", relató.
"Nuestro problema es que todos aquí están cansados, tienen miedo, están estresados y angustiados... porque la mayoría de los que llegan al hospital son mujeres y niños. Aquí hay muchos pacientes graves y no es fácil lidiar con esto las 24 horas", agregó.
La principal preocupación del francés, sin embargo, son los desplazados que escapan todos los días de sus casas y terminan hacinados en los refugios de la UNRWA.
"Ya hay más de 150.000 desplazados y las familias siguen dejando sus casas. La situación es catastrófica porque no pueden salir de ahí y no hay suficientes baños, ni tienen duchas", describió el coordinador de MSF, quien además recordó que los cortes de electricidad son una constante hace varios días.
Es verano en Gaza, la máxima suele superar los 30 grados y la mínima a la noche nunca es menor de 20 grados.
Cerca de Al Shifa hay dos escuelas de la UNRWA que ahora funcionan como refugio.
La primera está preparada para recibir 600 personas y la segunda, 200. En total, las dos están albergando unos 2.000 civiles, la mayoría mujeres y niños. Tienen un baño cada 100 personas.
"La ONU está tratando de abrir nuevos refugios en centros de culto, como mezquitas, y en escuelas públicas gubernamentales, pero ya no hay lugares seguros en Gaza", se lamentó.
Poco después de cortar el teléfono, la prensa internacional mostraba como los heridos críticos del ataque a la escuela de la UNRWA inundaron la sala de emergencia de Al Shifa y el caos diario de gritos, llantos y sangre volvió a empezar para Palarus, su equipo y los cientos de médicos y enfermeros palestinos que hace más de dos semanas trabajan sin descanso.