Negocio para pocos

Milei reconduce el modelo de Vaca Muerta a una economía de enclave: más cerca de Nigeria que de Noruega

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Javier Milei en Vaca Muerta.

La política del presidente Javier Milei está transformando aceleradamente el modelo de negocios de Vaca Muerta en una economía de enclave. Ese formato extractivista prima entre los países subdesarrollados, mientras brilla por su ausencia en los desarrollados. Implica el desacople entre la economía doméstica y la renta petrolera, sometida a niveles obscenos de concentración, beneficiada por la reducción de los impuestos a su mínima expresión y liberada para ser transferida al exterior.

¿Noruega o Nigeria? ¿El bien o el mal? La disyuntiva que planteó el establishment cuando el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner inició la exploración de Vaca Muerta, hace más de diez años, empieza a resolverse. La política del presidente Milei, diseñada a instancias del establishment, conduce al modelo de negocios hacia una economía de enclave a la criolla. El formato se parece más al nigeriano que al noruego. La renta petrolera de Nigeria alimenta la formación de activos fuera del país a cargo de unas pocas corporaciones trasnacionales, mientras en Noruega alimenta al Fondo Soberano de Noruega, el más grande del mundo, que sirve para sostener un elevado gasto social en el país.

Desde el inicio del gobierno de Milei, en Vaca Muerta cobró impulsó una avanzada de las operadoras de los yacimientos sobre la renta del negocio. Una decena de compañías —por lo general, dueñas de los yacimientos— operan la producción no convencional. En el proceso de superconcentración de la renta en manos de las dueñas del petróleo, fueron perjudicadas las empresas de servicios y proveedoras, que ven reducidos sus márgenes.

Vaca Muerta: escala una confrontación entre actores locales y las petroleras por el derrame del negocio

La política oficial fortaleció las condiciones para el enclave a través de un fuerte ajuste a las contratistas, liderado por la estatal YPF, con el que se consolidó la concentración de la renta, además de otorgar beneficios impositivos y aduaneros a los dueños mediante el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones. El RIGI maximiza las ganancias, a la vez que les allana la ruta al exterior.

En definitiva, el modelo Milei benefició a un puñado de petroleras a costa de la evaporación de los márgenes de una multitud de empresas de todos los tamaños y orígenes, incluidas las pymes domésticas. Además de la renta, concentró los yacimientos en manos de un puñado de magnates criollos. Esto ocurrió a expensas de la de la retirada de capitales extranjeros, que encontraron mejores condiciones para sus inversiones en otras latitudes.

Enclave a la criolla

El enclave petrolero argentino, a diferencia de los conocidos en el mundo, se está definiendo con la participación central del establishment criollo. Paolo Rocca (Tecpetrol)Alejandro Bulgheroni (PAE), Marcelo Mindlin (Pampa), Edith Rodríguez (Pluspetrol), Miguel Galuccio (Vista) y José Luis Manzano (Phoenix) son los dueños de Vaca Muerta, a poco más de una década del acuerdo YPF-Chevron para desarrollar la producción de Loma Campana, que marcó el inicio de las operaciones no convencionales en el país.

Rocca, Mindlin, Bulgheroni, Rodríguez, Eurnekián, Galuccio y el Chupete Manzano, los dueños Vaca Muerta

Lo que en sus inicios parecía un coto de caza para las grandes corporaciones internacionales se ha transformado en un esquema donde el establishment empresarial argentino ha logrado consolidar una participación mayoritaria, no solo en la operación de los bloques, sino también en su propiedad directa.

El marcado contraste que exhibe la dinámica de financiamiento de los negocios en Vaca Muerta no hace más que consolidar las condiciones para una economía de enclave.

La mayor parte del petróleo y el gas de Vaca Muerta que no pertenece a YPF —el principal actor del sector en el país— es propiedad de los dueños de la Argentina.

Mientras las grandes operadoras logran colocaciones en dólares con costos razonables y amplio respaldo bancario, las empresas de servicios y proveedores del sector enfrentan condiciones crediticias draconianas que comprometen sus flujos de fondos y su capacidad de producción.

Tecpetrol, el brazo petrolero de Techint —del magnate Paolo Rocca— acaba de cerrar una emisión de bonos internacionales por US$ 750 millones, un 50 % más de lo inicialmente buscado, con un cupón del 7,625 % anual y un vencimiento a cinco años. La operación contó con la estructuración y respaldo de bancos internacionales de primera línea —Santander, Citibank, Itaú y BBVA— y colocadores locales como Balanz, Galicia y Macro.

En paralelo, YPF realizó emisiones en dólares por un total de 1.200 millones, combinando una colocación en el mercado local por 500 millones y un préstamo sindicado por 700 millones. Además, otros actores relevantes en la Cuenca NeuquinaPluspetrol (Edith Rodríguez), Pampa (Marcelo Mindlin), Vista (Miguel Galuccio) y PAE (Alejandro Bulgheroni)— preparan colocaciones propias para las próximas semanas, consolidando un flujo de financiamiento destinado a sostener la inversión en exploración y desarrollo no convencionales.

Lado B: tensión en la cadena de servicios

El alivio que representan esas colocaciones para las compañías operadoras no se traslada de forma homogénea a las empresas contratistas y proveedoras de insumos. Según un relevamiento del portal especializado en temas energéticos EconoJournal, las firmas de la cadena de valor de Vaca Muerta deben enfrentar tasas de financiamiento para cubrir descubiertos que, en algunos casos, llegan hasta el 170 % anual.

Aunque en los últimos días los indicadores muestran señales de mejora, las tasas siguen en niveles prohibitivos: los descubiertos “garantizados” no bajan del 70 % anual, mientras que las operaciones que se firman “a sola firma” permanecen por encima del 100 % anual. La tasa promedio de descuento de cheques se ubica cerca del 65 %, frente a una tasa de plazo fijo bancaria que ronda el 34 %.

Ese diferencial de financiamiento tiene efectos concretos y adversos. Las empresas contratistas son el segmento que concentra la mayor planta de personal en la cuenca y soporta estructuras de costos elevadas. Cuando el acceso al crédito operativo se encarece de esta manera, se reducen márgenes, se posponen pagos a proveedores y se tensiona la sustentabilidad financiera de compañías que sostienen la operación diaria de los yacimientos.

El escenario para Vaca Muerta es, por ahora, binario: las grandes operadoras aseguran dólares a tasas relativamente competitivas y con apoyo internacional; las empresas de servicios siguen atrapadas en un circuito de crédito caro que amenaza la cadena productiva y la preservación del empleo local. La viabilidad del proyecto en su conjunto dependerá de que ese acceso al financiamiento se equilibre y llegue también a los eslabones más vulnerables de la industria.

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