“Lo buscó desde siempre”, expresó emocionada Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, al anunciar este lunes en la Casa por la Identidad la restitución del nieto 140. El joven es hijo de Graciela Alicia Romero y Raúl Eugenio Metz, secuestrados en diciembre de 1976 en Cutral-Có, Neuquén, y hermano de Adriana Metz, quien hoy milita en Mar del Plata como referente de la asociación.
Según la reconstrucción del organismo, Graciela dio a luz el 17 de abril de 1977 en el centro clandestino de detención La Escuelita de Bahía Blanca, donde permanecía cautiva junto a Raúl. Ambos fueron sometidos a torturas físicas y psicológicas, y desde entonces permanecen desaparecidos.
Historias de lucha
Graciela, nacida el 21 de agosto de 1952 en Bahía Blanca, era conocida como “Peti”. Según se recordó en la conferencia de prensa, fue "estudiosa, emprendedora y aguerrida", además de tener “buen humor, cocinar bien y coser”. Estudió economía antes de abocarse a la militancia política, al igual que su hermana María Elena, asesinada por la dictadura en 1977.
Raúl, nacido el 24 de agosto de 1953, tenía un hermano gemelo, Néstor, y era apodado “Melli”. Abuelas de Plaza de Mayo destacó que “tenía sentido del humor aunque era un poco calentón”, y que se crió en un hogar politizado, con un abuelo militante del Partido Comunista y ferroviario. Su historia militante comenzó en la Federación Juventud Comunista, pero luego continuó en comedores barriales, donde conoció a Graciela.
La pareja tuvo a su primera hija, Adriana, en octubre de 1975. Vivían en Neuquén cuando el 16 de diciembre de 1976 un operativo conjunto del Ejército y la policía irrumpió en su vivienda. Ambos fueron secuestrados mientras ella cursaba cinco meses de embarazo, y su hija fue dejada con un vecino. “Tomá, criala como si fuera tuya”, le dijeron los represores. El hombre contactó a la familia, y Adriana fue finalmente criada por sus abuelos paternos.
El parto en cautiverio
En La Escuelita de Bahía Blanca, Graciela dio a luz sin atención médica. Apenas pudo permanecer unos días con su bebé. Durante ese tiempo, logró cruzarse con la también secuestrada Alicia Partnoy, a quien le confió en un baño: “Tuve un varón”. Alicia también escuchó que uno de los interrogadores se habría llevado al niño.
En 1981, desde el exilio, Partnoy envió una carta manuscrita a los abuelos Metz revelando que el nieto había nacido el 17 de abril de 1977. Fue entonces cuando Adriana, sin que Oscar lo supiera, escuchó la lectura en voz alta de la carta y comprendió que tenía un hermano.
La investigación
Gracias a una información anónima, Abuelas inició una investigación junto a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y la Unidad Fiscal especializada en apropiaciones durante el terrorismo de Estado (UFICANTE). Con la documentación reunida, en abril de este año se contactó al posible nieto. Él aceptó realizarse el análisis genético en el Banco Nacional de Datos Genéticos.
El resultado fue concluyente: su perfil coincidía con la familia Metz Romero. Así se confirmó que se trataba de un caso de apropiación.
Memoria viva
Adriana, quien fue criada por su abuela hasta los 14 años y luego vivió en Mar del Plata, continuó la búsqueda familiar. Hoy es referente de Abuelas en esa ciudad, integra la comisión directiva desde 2023, y vive allí junto a sus hijos. Su historia, como la de tantos otros nietos, sigue siendo prueba de que el trabajo de Abuelas es también una forma de mantener viva la memoria colectiva.