Lars Von Trier agita Berlín

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Por Paulo Pécora
Enviado especial de Télam

Sobrepromocionada debido a su extensa duración y a la falsa polémica que él mismo tejió en torno a algunas escenas de sexo explícito en el filme, Nymphomaniac, volumen I habla más de las capacidades de Von Trier como publicista, provocador y generador de un enorme marketing en torno a sus obras, que como el gran cineasta que es.

La prueba de ello fue que, tras la proyección, no asistió a la conferencia de prensa y sólo posó para los fotógrafos vistiendo una remera negra con el logo del Festival de Cannes -de donde había sido expulsado en 2011 al declarar que entendía a los nazis- debajo del cual estaban impresas las palabras "persona non grata".

Los que sí asistieron a la conferencia de prensa fueron Uma Thurman, Stacy Martin (quien interpreta a la ninfómana en su juventud y se presta a varias escenas explícitas), Stellan Skarsgard, Christian Slater y Shia LaBeouf, aunque este último se fue enojado a causa de una pregunta sobre sus momentos sexuales.

Protagonizada por Charlotte Gainsbourgh (con quien ya había trabajado en “Anticristo” y “Melancholía”) y la joven Stacy Martin, la película aborda el encuentro casusal entre dos desconocidos: un hombre mayor y solitario (el sueco Stellan Skarsgard) y una mujer a la que encuentra tirada y herida en la calle, y que le revela una profunda pulsión que la obsesiona desde niña: el sexo.

Sus recuerdos van desde inocentes juegos infantiles que le provocaban placer a los 5 años, el mecánico que la desvirgó a pedido de ella a los 15, la competencia con una amiga para ver cuál de ellas se acostaba con más hombres en un tren, la pertenencia a una especie de cofradía de ninfómanas o, incluso, la forma indiferente en que podía destruir a una familia a través de su poder de seducción.

Con la metáfora de la pesca con mosca siempre presente en la conversación, Joe recuerda cómo salía a buscar a sus presas cuando era adolescente: les tendía un señuelo y los atrapaba tan fácilmente como su osadía y su necesidad insaciable de sexo se lo pedían, llegando a acostarse con más de cinco hombres por noche.

Más allá de la sobrexposición mediática y la atención que generó en el festival, Von Trier no alcanza en este filme la maestría que supo demostrar con sus dos películas anteriores, extiende el relato más de la cuenta y si bien muestra genitales, penetraciones y felatios, no satisface en lo más mínimo las expectativas de aquellos que fueron a ver esta versión completa por sus “censuradas” escenas de sexo explícito.

Sin ni siquiera el 1% de toda la publicidad que recibió “Nymphomaniac, volumen I”, la alemana “Kreuzweg”, de Dietrich Brüggemann, sorprendió gratamente con la implacable denuncia de las nefastas consecuencias que el fanatismo religioso -en este caso el católico- puede provocar en la mente y la persona de una adolescente, incluso llevándola a la muerte.

Con muchas posibilidades de obtener algún premio, aunque sea el Oso de Plata a la mejor actriz para su joven protagonista, “Kreuzweg” es un filme impactante y minimalista, filmado en 14 únicos planos, que trazan un paralelismo con las 14 estaciones del calvario que Jesús padeció antes de morir en la cruz.

Usando magistralmente el recurso del plano secuencia, el alemán Brüggemann realiza una descripción inquietante (e indignante) sobre el fundamentalismo religioso y sobre cómo los conceptos católicos de culpa y pecado pueden arruinar vidas humanas, especialmente la de una joven confundida y manipulada que se prepara para tomar el sacramento de la Confirmación.

Se trata de un verdadero vía crucis de una adolescente que -tal como su sacerdote, su madre y su entorno se lo mandan- debe sufrir y sacrificarse en esta vida para llegar al cielo o el paraíso, y elige entregar su vida a Dios para curar a su hermano, un niño autista que recupera la palabra en el mismo momento que ella muere.

 

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