
Mientras el CEO de Mirgor, José Luis Alonso, exige reformas laborales y previsionales para mejorar la competitividad, la empresa muestra que su existencia es inescindible de la increíble cantidad de recursos del Estado y la sociedad que captó desde que fue pensada, hace más de cuatro décadas. Ese contraste es una constante en el relato inseminado y alimentado por la oligarquía argentina con su poderosa maquinaria ideológica para darle volumen popular al modelo para privatizar la riqueza y socializar los costos.
Mirgor es una sociedad que fundaron Mauricio Macri y Nicolás Caputo, a principios de los 80, en Tierra del Fuego, para fabricar los equipos de aire acondicionado para los autos de Sevel, la automotriz de Franco Macri que fabricaba a nombre de Fiat y Peugeot. Mirgor se radicó en Tierra del Fuego sólo para capitalizar los aportes que el Estado dispuso para financiar un régimen de promoción industrial en la isla.
Mientras Sevel ajustaba trabajadores, Mirgor ganaba volumen como proveedor. Lo hacía sin visibilidad, pero con beneficios derivados de las mismas políticas que desregulaban el sistema laboral. Las decisiones empresariales del Grupo Macri se tejían dentro de un modelo donde el Estado asumía los costos, ya sea mediante estatización de deudas o incentivos fiscales estratégicos.
El mendocino Alonso dirige las operaciones de Mirgor desde 2016. Había hecho poco hasta ahí la compañía por fuera del régimen de Tierra del Fuego. Sin la promoción industrial inyectando plata a Mirgor durante treinta y pico años, Alonso seguiría en su casa de Mendoza, donde, dijo, se había retirado de la vida laboral a los 45 años, habiendo reunido ya los recursos que necesitaría hasta el fin de su vida. Aunque, cambió de opinión con el ofrecimiento de Mirgor, aseguró.
Nueve años después, se declaró admirador del modelo de Milei, aseveró que Mirgor ya tiene tantos clientes en el exterior que no necesita a Tierra del Fuego. Y, ahí nomás enhebró con precisión de reloj suizo la proclama gastada por las gargantas oligarcas: “La realidad es que el costo previsional en Chile es nada. O sea, el costo laboral chileno no es nada, y en Argentina es altísimo”, espetó el ejecutivo, que antes trabajó en Chile. No obstante, advirtió que aún sin costo laboral ni previsional, “Chile no produce porque no es competitivo”.
Alonso asumió en Mirgor con el inicio de la Presidencia de Macri. Sus contratantes, contó el CEO en La Fábrica Podcast, le encomendaron ejecutar un plan para salir de la dependencia del régimen de Tierra del Fuego mediante la diversificación de operaciones. Y después relató la serie de oportunidades que se abrieron de inmediato para agrandar los negocios, casi siempre bajo el paraguas de compañías extranjeras con las que los vínculos se aceitaron con la deriva de las urnas de noviembre de 2015.
Mileísta y precarizador
“En mi opinión, Argentina está transitando un camino prometedor”, dijo Alonso, mientras cientos en Tierra del Fuego salían a las calles a defenderse de las consecuencias del recorte al régimen de incentivos a la industria en la isla. “Hoy se nos presenta la oportunidad de exponernos y abrirnos al mundo, y eso es, simultáneamente, una amenaza y una oportunidad”, dijo.
Spoiler: la oportunidad depende de la precarización laboral y la amenaza es el convenio de los trabajadores.
“Si logramos aprovechar esa oportunidad, el país podrá aumentar sustancialmente sus exportaciones. Pero si no lo hacemos, esa misma apertura puede volverse en contra de la manufactura argentina”, advirtió el CEO calentado el ambiente para irrumpir con el ejemplo de precarización a la chilena como norte para Argentina.
“Vos en Chile podés trabajar 100 años en un trabajo, sin embargo, vos te vas de esa empresa y la máxima indemnización que vos recibís son 11 sueldos”, soltó en tono jactancioso, aunque atropellándose las palabras en más de un tramo del ciclo de conversaciones La Fábrica Podcast, que nació bajo el paraguas de la UIA y se independizó a la fuerza después de que los jefes del brazo gremial del Grupo Techint, de Paolo Rocca, y asociados, lo eyectara a patadas de la entidad.
Alonso consideró que la precarización laboral y previsional es tan necesaria como inminente en Argentina. “Tiene que venir una reforma laboral y una reforma previsional que le den competitividad a la industria argentina. Aparte, yo creo que el gobierno de Javier Milei las va a hacer”, dijo el ejecutivo.
El contraste es insultante
El CEO de una empresa que ha tenido en el Estado —sin ambigüedades— el principal sostén desde su concepción ahora exige ajustes estructurales que afectan directamente las condiciones laborales y salariales de los trabajadores. Pone en cuestión el costo previsional, las indemnizaciones, y propone como única vía de competitividad la flexibilización del trabajo.
La paradoja se evidencia cuando compara el caso chileno —con menos protección laboral— como ejemplo a seguir, ignorando que fue precisamente la protección estatal lo que permitió a Mirgor consolidarse como uno de los referentes industriales del país. Hay elementos clave que permiten entender el alcance de los aportes estatales a Mirgor, desde que nació como subsidiaria (en negro) de Sevel.
- Beneficios fiscales: Mirgor accedió a exenciones de IVA, Ganancias e impuestos internos, además de ventajas aduaneras por operar en una zona franca. Estos beneficios están contemplados en la Ley 19.640, que rige el régimen fueguino.
- Apoyo logístico y financiero: El Estado nacional ha facilitado condiciones especiales para la importación de insumos y la exportación de productos, incluyendo acceso preferencial a dólares para compras externas (a través de certificados SIRA, por ejemplo).
- Infraestructura y servicios subsidiados: La instalación de plantas en Río Grande y Ushuaia implicó inversiones públicas en energía, conectividad y transporte, que indirectamente favorecieron a Mirgor y otras empresas del polo tecnológico.
Además, Mirgor ha sido señalada como una de las compañías que más se benefició del régimen fueguino junto con Newsan, lo que ha generado críticas sobre la sostenibilidad de ese modelo y su impacto en el empleo y la competitividad.
La historia de una empresa subsidiada
Desde su fundación en 1983 en Tierra del Fuego, el Régimen de Promoción Industrial establecido por la Ley 19.640 le otorgó a Mirgor beneficios fiscales clave que fueron fundamentales para su expansión en sectores como autopartes, electrónica de consumo y telefonía móvil.
- Años 80 y 90: Mirgor comenzó fabricando sistemas de climatización para automóviles. Su instalación en Tierra del Fuego le permitió acceder a beneficios impositivos y aduaneros que redujeron significativamente sus costos operativos.
- 2000s: Diversificó su producción hacia electrónica de consumo, incluyendo televisores, celulares y notebooks. Esta expansión fue posible gracias a los incentivos del régimen fueguino, que favorecía la importación de insumos y la producción local.
- 2010s: Consolidó alianzas con marcas como Samsung y LG, fabricando productos bajo licencias exclusivas. El régimen siguió siendo clave para mantener competitividad frente a productos importados.
- En 2021, el Decreto 727/2021 extendió la vigencia del régimen hasta 2038, con posibilidad de prórroga por 15 años más.
- En 2025, nuevos decretos eliminaron impuestos internos para productos fabricados en Tierra del Fuego y redujeron aranceles a la importación de celulares, lo que podría afectar la ventaja competitiva de empresas como Mirgor.
Según estudios académicos, hasta un 18% de los ingresos de Mirgor en ciertos años provinieron directamente de beneficios promocionales. La empresa ha mantenido una estructura de deuda baja y una alta liquidez, en parte gracias a este respaldo estatal.
Riqueza privada, ajuste social
En Argentina, la palabra “competitividad” ha sido usada como justificación de reformas estructurales que recaen siempre sobre la espalda de los trabajadores. Flexibilización laboral, recortes previsionales, ajuste salarial: el menú es conocido, y suele presentarse como la única vía para que el país se “abra al mundo”. Lo que casi nunca se menciona es quiénes ya estuvieron abiertos —pero hacia los beneficios del Estado.
Los dueños de la Argentina, en virtud del poder que les confiere la fortuna, no lo serían sin los recursos y demás ventajas que le sacaron al Estado.
Mirgor, empresa insignia del régimen industrial fueguino, nació en 1983 bajo la protección fiscal de la Ley 19.640. A lo largo de cuatro décadas, accedió a subsidios sostenidos, exenciones impositivas y ventajas aduaneras que consolidaron su expansión. Ensambló productos para marcas globales, creció como empleador estratégico en el sur, diversificó sus negocios hacia la logística y la infraestructura.
Pero hoy, desde su alta cúpula empresarial, se alza una exigencia: reformar el sistema previsional, abaratar la legislación laboral, desarmar el esquema de indemnizaciones. Se argumenta que sin esos cambios, Argentina no podrá competir. El problema no es discutir reformas —eso es parte del debate democrático— sino aceptar que esa exigencia surge de quienes nunca compitieron en igualdad de condiciones, porque su crecimiento estuvo sostenido por subsidios estructurales que jamás se consideraron “obstáculo”.