Por Guadi Calvo
Publicado en Rebelión
A casi cuarenta días de iniciada la limpieza étnica en Gaza Israel ya ha ejecutado, mal contadas, a 15.000 personas, 5.000 de ellas menores, estableciendo un promedio de un niño muerto cada diez minutos. Al mismo tiempo, en la extinta Cisjordania se han registrado más de 230 ataques a civiles palestinos, por parte de la banda paramilitar los colonos, superando el centenar de muertos
Netanyahu sigue llevándose por delante toda la jurisprudencia internacional que existente al respecto en la Convención de Ginebra que regula el derecho internacional humanitario, los crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio, inclusive, ¿en algún momento será juzgado por la Corte Penal Internacional?
Deberíamos preguntarnos si las Naciones Unida tendrán algo más para aportar que sus paupérrimos comentarios, los mismos que cualquier buena señora, con mucha más sensatez, haría en la cola del pan, ¿para qué sirven los organismos internacionales como la Liga Árabe entonces, que a cuarenta días de una matanza injustificada, si hubiera alguna justificada, no ha salvado una sola vida gazatí?
Todavía Netanyahu pasea su soberbia por los medios atlantistas agarrado a excusa de los rehenes, amenazando con más muertes, ejercitando con pasión su rol de asesino y buscando tiempo para profundizar su plan de exterminio. Cuántos quedan de esos rehenes, de los que todavía no se conoce el número real y mucho menos la ubicación -ya que la inteligencia sionista, que pasó por alto la Operación Diluvio de al-Aqsa, no ha podido determina siquiera- seguirán con vida si esas mismas bombas que están ejecutando a miles de palestinos también los han matado a ellos.
¿Alguna vez Netanyahu será detenido, enjuiciado y condenado?, ¿bastará un pedazo de cuerda, una bala o una descarga eléctrica para castigar sus crímenes? ¿Pagará como han pagado sus camaradas enjuiciados en Núremberg, Göring, von Ribbentrop y un puñado más de los muchos que tendrían que haber sido ejecutados en memoria y justicia de los millones de muertos y víctimas que padecieron la barbarie nazi?
A la luz del tiempo y la reiteración de genocidios surge la duda: ¿Habrá sido suficiente castigo o en verdad un premio el miserable nudo que quebró el cuello de Adolf Eichmann?
Esperando esa venturosa hora de justicia universal nos seguimos preguntando: “¿Cómo se castigan los ataques a hospitales, centros de refugiados, escuelas, ambulancias y la tortura y ejecuciones de prisioneros? ¿Cómo se castiga dejar a 2,3 millones de personas sin agua, sin oxígeno, sin siquiera electricidad para los quirófanos y obligando a los cirujanos a operar sin anestesia? ¿Cómo se castiga la utilización de fósforo blanco para bombardear población civil, expresamente prohibido por la legislación internacional hace casi cuarenta y cinco años?
Ya son más de un millón y medio de personas las que han sido obligadas a desplazarse de sus lugares no solo perseguidas por los bombardeos, sino por la acción de las FDI, cuyos francotiradores tiene orden de asesinar al azar a cualquier civil que tengan en la mira con el fin de amedrentar a los sobrevivientes para que obedezcan las órdenes de las invasoras fuerzas de seguridad de abandonarlo todo y marchar hacia el sur.
¿Hasta cuándo y cuánto el mundo, comenzando por Estados Unidos, tolerará que el régimen sionista siga con sus bombardeos? Al mismo tiempo la prensa atlantista, en un ejercicio de cinismo que supera cualquier límite, insiste en llamar a este genocidio “La guerra entre Israel y Hamás”, como si un Estado, en el caso que Israel lo fuera, pudiese entrar en guerra contra el Automóvil Club, el sindicato de chancheros o el Manchester City.
Mientras, en el interior del hospital de Al-Shifa, el principal de la Franja de Gaza, han tenido que dejar de atender por la falta de insumos. Dejando de funcionar como tal permanece sitiado por tanques sionistas mientras en su interior todavía quedan unos 700 pacientes, junto a 1.500 refugiados y otro tanto personal del hospital, médicos, enfermeros y asistentes. El hospital, que ya ha sido atacado en varias oportunidades, había perdido el sector de emergencias, la maternidad y el ala de cardiología, finalmente, el domingo día 12 quedó absolutamente incomunicado, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Mientras, los francotiradores judíos disparan a todo lo que se mueve en torno y dentro del hospital.
Desarticulando la mentira de que Hamás utiliza las personas atrapadas en el hospital como escudos humanos, su director, el doctor Mohammad Abu Salmiya, denunció a través de una radio local que están preparados para la evacuación, pero las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), desplegadas en entorno al edificio no lo permiten, ni siquiera retirar los cadáveres que saturan la morgue, los pasillos y pabellones enteros que obviamente carecen de electricidad para su refrigeración, por los que los cuerpos, en ámbitos donde las temperaturas pueden trepar a los cuarenta grados, lo demás imagínelo usted.
¡Ah, el horror! ¡El horror!
Solo nos queda tomar la voz de Conrad para poder describir con precisión ya no lo que está sucediendo hacia el interior de la Franja de Gaza, sino también fuera de ella, donde todo se le permite al régimen sionista.
Una vez más, el pasado día 11, Netanyahu rechazó los pedidos de un alto el fuego, sabiendo que frente a la magnitud de sus crímenes la Casa Blanca quizás se vea obligada a ordenarle que se detenga, por lo que los próximos días serán los peores para la población de Gaza.
Netanyahu, junto al Jefe del Estado Mayor del Ejército Herzi Halevy, está bajando del atracón de soberbia de las primeras semanas y sabe que ya se han gastado prácticamente todo el crédito, por lo que podría llegar a ser derrocado, no solo por haber permitido lo que sucedió la jornada del 7 de octubre, sino porque nadie sabe, a esta altura, dónde esconder el genocidio que ha quedado expuesto a nivel mundial, el verdadero plan maestro del sionismo, lo que el pueblo palestino viene denunciando desde hace 75 años, por lo que continuará extendiendo la guerra todo lo que le sea posible.
Según información periodística israelí Netanyahu en una semana más, o como máximo dos, sino antes, deberá aceptar un alto el fuego, lo que podría precipitar su caída. Aunque todavía cuenta con el apoyo de Biden, que se ha negado en varias oportunidades a imponer restricciones a Tel Aviv para que detenga la masacre.
Por otra parte Netanyahu, si se quiere mantener en su cargo, deberá hacer un gesto de la ultraderecha del sionismo (si hubiera sionismo que no sea de ultraderecha) que le exige anexar Gaza de una vez.
Como parte del intento de limpieza étnica, desde antes que se iniciasen los bombardeos y en los primeros días de comenzados para justificar la devastación por venir el régimen lanzó una serie de mentiras que en el trascurso de los días han ido cayendo:
Ya ha quedado claro que los muertos judíos no son 1.400 ni 1.200, como se mintió en un primer momento, sino ahora apenas llegan a los 900 -de todos modos una barbaridad-, pero es todavía peor, el que un Gobierno “civilizado” haya manipulado algo tan sumamente delicado como el número de víctimas habla de la profunda inmoralidad del régimen. Tampoco Netanyahu dice que la mitad de esos muertos pertenecían a las fuerzas israelíes, cuya improvisación y torpeza asesinó incluso civiles judíos cuando intentaban “liberarlos” de sus captores con tanques y bombas.
Con el cúmulo de pruebas que existen, incluso en la prensa israelí, sobre las mentiras y las torpezas de las fuerzas de seguridad judías, los rehenes en manos de Hamás quizás corran serio peligro de vida si una vez liberados se atrevan a decir la verdad sobre lo que sucedió el sábado 7 de octubre.
Tampoco son ciertas las acusaciones de violaciones de mujeres, incluso niñas cuyos cuerpos fueron arrastrados por las calles, tampoco fueron calcinadas personas vivas y, sobre todo, lo de los cuarenta bebés decapitados, a pesar de que Biden dijo haber visto fotos, hasta ahora solo se sabe de un bebé y no decapitado, sin que existan pruebas de que hayan sido los combatientes de Hamás los culpables. Una tragedia de todos modos, pero seguimos hablando de la incapacidad moral de Netanyahu que sí sabe, y mucho, de cómo asesinar bebés.
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Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC