Por qué "suenan absolutamente inimaginables" las indagatorias a los iraníes sospechados de atentar contra la AMIA

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El periodista Walter Goobar explica quiénes son en la estructura de poder del país persa y qué no pueden responder los sospechosos que se busca poner a derecho con el acuerdo que trata el Congreso, con el rechazo de la oposición. 

Sospechoso: el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, en 1994 era comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Sospechoso: el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, en 1994 era comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán.

OPINIÓN - Por Walter Goobar*

Sólo la perseverante y sistemática denuncia de Néstor y Cristina Kirchner permitió que ambos presidentes fuesen los únicos que pudieron conmemorar los aniversarios del atentado a la AMIA en la calle, con los familiares y amigos de las víctimas, sin ser abucheados como sus antecesores y que –con una tardanza de 18 años–, la República Islámica de Irán se aviniera a lo obvio: a que si existía la menor sospecha sus funcionarios prestasen toda colaboración posible a la Justicia argentina. Sin embargo, la actual acta de entendimiento con Irán representa un giro de 180 grados en la política seguida hasta ahora, sin que se expliquen las causas de ese viraje que se traduce en altísimas concesiones a Irán a cambio de nada. No cabe la menor duda de que las circunstancias son excepcionales, pero es una falacia argumentar que el camino elegido era el único posible: el juicio en un tercer país –propuesto por la Presidenta hace dos años– hubiera sido una alternativa válida que obviaba el impedimento de la extradición, y hasta el juicio en ausencia –por el que han sido condenados cientos de criminales de guerra en todas las latitudes– hubiera sido una opción más digna.

Más allá de las discusiones semánticas referidas a si el acuerdo establecido con Irán permite “entrevistar”, “interrogar” o “indagar” a los sospechosos de la voladura de la AMIA, la posibilidad de que el juez Rodolfo Canicoba Corral o el fiscal Alberto Nisman pronuncien –en una sala de audiencias de Teherán– la frase “Señor ministro de Defensa: en el marco de las atribuciones que confiere la ley argentina a una declaración indagatoria, queda usted detenido”, suena absolutamente inimaginable.

De los sospechosos, uno es el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, quien en 1994 era comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán; dos son candidatos a presidente: Mohsen Rezai y Alí Akbar Velayati quieren suceder al actual jefe de Estado, Mahmoud Ahmadinejad, en las elecciones de junio. Rezai, ex secretario del Consejo de Discernimiento de Irán y comandante de los Guardianes de la Revolución, la organización militar más grande de la nación persa, fue imputado por haber organizado el ataque. Uno de sus hijos declaró en su contra en los Estados Unidos, aunque luego se desdijo.

Por su parte Velayati, canciller iraní entre 1981 y 1997 y actual consejero del ayatolá Khamenei, está acusado de ser uno de los autores ideológicos del atentado. Otro sospechoso de peso es el clérigo Mohsen Rabbani, ex agregado cultural de la embajada persa en el país. Según las investigaciones, se lo considera la “figura clave de la planificación de los atentados al centro comunitario y a la embajada”.

También se encuentra con pedido de captura internacional en Interpol el ex ministro de Información y Seguridad hasta 1997, Alí Fallahjan, quien habría participado en una reunión en 1993 en la ciudad iraní de Mahshad, en la que, según la fiscalía, se habría decidido el atentado. Vahidi también habría estado en ese encuentro que, sin embargo, será difícil de probar. La lista de los seis buscados con “circular roja” la cierra Ahmad Reza Ashgari o Mohsen Randjbaran, tercer secretario de la sede diplomática persa al momento del atentado y presunto encargado de activar las células terroristas iraníes en el país, y el libanés que fuera jefe del Servicio de Seguridad Exterior del Hezbollah, Imad Fayez Mughniyeh, muerto en un atentado en Damasco, Siria, en febrero de 2008.

Aunque se trate de una amigable y colaborativa entrevista, de una declaración testimonial o de una dura indagatoria en la que el sospechoso puede perder su libertad, hay una decena de preguntas que los sospechosos no querrán ni podrán responder. Aquí va sólo un breve muestrario:

–Jeque Mohsen Rabbani, durante años usted residió en la Argentina y se desempeñó como líder de la comunidad iraní en ese país. Sin embargo, cuatro meses antes del atentado a la AMIA, la SIDE lo filmó mientras recorría locales de venta de automotores para averiguar precios de camionetas Trafic idénticas a la del atentado del 18 de julio de 1994. ¿Por qué cuando descubrió que lo vigilaban cesó de golpe en la búsqueda de la Trafic y por qué se hizo nombrar agregado cultural de la Embajada? ¿Para qué necesitaba obtener inmunidad diplomática si no había cometido ningún ilícito?

–Jeque Rabbani, ¿recuerda el discurso que pronunció durante un acto realizado en el primer piso de la Confitería El Molino, en Rivadavia y Callao? En ese acto público usted definió la relación entre la república islámica y el Hezbollah libanés de la siguiente manera: “Irán, a través de Hezbollah, está haciendo su aporte a la revolución islámica mundial y al pueblo palestino”. Entre los asistentes a ese acto había una docena de carapintadas entre los que se contaban varios expertos en explosivos que viajaron reiteradamente a Teherán. ¿Podría darnos nombres de todos los expertos en explosivos que viajaron como invitados de su gobierno?

–Jeque Rabbani, haga memoria sobre los vínculos con los carapintadas: el 2 de junio de 1994 (46 días antes del atentado) se realizó en el local de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) un homenaje al ayatola Jomeini al que asistió el embajador de Irán y contó con la adhesión del Modin de Aldo Rico y de las agrupaciones Lucha Peronista y Reconquista, ligadas a Mohamed Alí Seineldín. Allí se distribuyó la publicación El Mensaje del Islam”, que usted dirigía y estaba dedicada al tema de la Guerra Santa. ¿Cuál es su postura frente a la Guerra Santa?

–Jeque Rabbani, en el acto de El Molino usted definió la relación entre Irán y Hezbollah, pero el 30 de mayo de 1994 –es decir un mes y medio antes del atentado contra la AMIA–, el líder espiritual del Hezbollah libanés, Hussein Fadlallah, pronunció un sermón en el que se atribuyó la autoría del atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires y anticipó la posibilidad de nuevos ataques. La parte pertinente del discurso habla por sí sola: “La resistencia tiene mucho oxígeno, el enemigo ha dicho que tiene la mano muy larga pero los combatientes musulmanes han probado, luego del asesinato de Abbas Mussawi, que sus manos pueden llegar a la Argentina. El frente se ha extendido a todo el mundo y la batalla se desarrollará a lo largo del tiempo”.

–Señor Rabbani, el sermón transcripto en el diario Al Hayat no fue la única vía por la cual Hezbollah anticipaba la inminencia de un atentado al término del Campeonato Mundial de Fútbol y además advertía que no lo iba a reivindicar. El 30 de junio de 1994, la publicación británica Foreign Report publicó una entrevista con un alto dirigente del ala militar de Hezbollah al que no identificó: “Líderes de la Jihad Islámica, el ala militar de Hezbollah, planean intensificar su ofensiva contra blancos israelíes durante el mes próximo”, advertía la publicación británica, en un artículo titulado “Julio sangriento en las fronteras israelíes”.

“Ya se enterarán cuando se produzca (la venganza o la represalia). Aunque no necesariamente la vamos a reivindicar”, amenazó el emisario de Hezbollah-Jihad Islámica? Cree usted que es una casualidad que el día después del fin del Mundial, la AMIA voló?

 

–Señor Rabbani, su ficha migratoria y la del diplomático Ahmad Reza Ashgari confirman que ambos estaban en Irán en agosto de 1993, fecha en que –para la Justicia argentina– se decidió el atentado. ¿Podría explicar el carácter de su misión?

–Señor Rabbani, a su vuelta de Irán usted abre una cuenta en el Deutsche Bank que luego cierra en noviembre de 1994, cuatro meses después del atentado, aunque usted permanece en la Argentina hasta 1997. ¿Podría explicar por qué en un período muy corto se mueven 150 mil dólares, que es una cifra mayor que la de todas las cuentas de la Embajada de Irán? ¿Por qué los días previos al atentado, el 4 y el 11 de julio, retiran 90 mil dólares en efectivo?

–Señor Ahmad Reza Ashgari, también conocido como Mohsen Randjbaran: usted estuvo acreditado en la Argentina como tercer secretario de la embajada de su país entre el 11 de julio de 1991 y el 8 de julio de 1994. ¿Podría responder por qué abandonó la Argentina diez días antes del atentado y seis días después del embajador Hadi Soleimanpour, a pesar de que su misión concluía recién en octubre?

–Señor Ashgari, su partida no es la única coincidencia: ¿Cómo explica que el día anterior al atentado, también abandonaron sus destinos los embajadores de Irán en Chile y en Uruguay, que embarcaron en el mismo vuelo con destino a la ciudad alemana de Frankfurt?

–Ex canciller Ali Akbar Velayati: ¿recuerda que cuando la Argentina canceló un contrato nuclear con su país usted declaró que a partir de la Guerra del Golfo, la Argentina se había alineado incondicionalmente con el Gran Satán?

–Ex canciller Velayati: podría explicar ¿por qué en los correos reservados de la Cancillería iraní, se calificaba a la Argentina como “la segunda Israel” porque “es un territorio de sionistas”. ?

–Señor ministro de Defensa, Ahmed Vahidi, ¿se considera usted un discípulo de Javad Mansouri, fundador y primer comandante de los Guardias Revolucionarios, que en 1982 fue nombrado viceministro de Relaciones Exteriores con una misión específica: “Transformar cada embajada iraní en el extranjero en un centro de inteligencia y una base para exportar la revolución”?

–En el libro de Mansouri, titulado Revolución y Diplomacia, escribe que “nuestra revolución sólo puede ser exportada con granadas y explosivos”.

–Señor Alí Fallahiyan: Desde 1988 usted estuvo a cargo de la jefatura de los servicios de inteligencia iraníes (Vevak). En septiembre de 1992, un tribunal berlinés estableció su responsabilidad junto a otros líderes de su país en el Caso Mykonos, que resultó en el asesinato del opositor Kazem Darabi. Por esa causa, usted ya estuvo en la lista de los más buscados por Interpol. ¿Se siente un perseguido político?

*Publicado en Info News

 

 

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