La postal se repite. En la madrugada del sábado 23 al domingo 24 de agosto, vecinos de Puente de Hierro volvieron a registrar quemas de basura, columnas de humo y un olor penetrante que se cuela por las ventanas. La escena, que se ha vuelto habitual, contradice el anuncio oficial del Gobierno provincial sobre el cierre definitivo del basural más grande de Mendoza.
El anuncio oficial: cierre y nueva ley
El 1 de mayo, en la apertura de la Asamblea Legislativa, el gobernador Alfredo Cornejo presentó el proyecto de Ley de Residuos Sólidos Urbanos (RSU), acompañado por la ministra de Energía y Ambiente, Jimena Latorre, y la subsecretaria de Ambiente, Nuria Ojeda. En ese marco, se anunció el cierre del basural de Puente de Hierro como “un paso clave para el cuidado del ambiente” y símbolo de una nueva etapa en la gestión de residuos.
La normativa propone un sistema provincial articulado con los municipios, con estándares mínimos, control y participación ciudadana. Pero en Puente de Hierro, la participación parece limitada a la denuncia desesperada.
La persistencia del basural
En la intersección de Severo del Castillo y Roque Sáenz Peña, en Guaymallén, los olores, los roedores y las quemas nocturnas siguen siendo parte del paisaje. “La verdad es que ya no se puede vivir así. Los olores son muy fuertes; hay muchos roedores, moscas, mosquitos y garrapatas; y la parte más complicada son las quemas, que se producen todas las noches”, relata Ana, vecina cuya casa limita con el basural.
Las denuncias llegan desde distintos puntos del Gran Mendoza. Héctor Ríos, vecino de La Pega (Lavalle), vive a 800 metros del predio. “Descubrí todo este problema de contaminación después de la muerte de mi señora. Se enfermó el 14 de noviembre y murió 38 días después, con un cáncer de hígado fulminante”, reveló.
En las últimas horas, Ríos volvió a denunciar en el Ministerio Público la contaminación sin control generada por las quemas nocturnas.
Impacto sanitario y ambiental
Héctor, deportista que llegó a subir el Aconcagua a los 50 años, hoy sufre crisis asmáticas y asegura que tiene “los pulmones como los de un fumador”. Ana advierte que “la gran mayoría de los niños tiene problemas respiratorios, alérgicos y de piel. Incluso hemos visto muchos con discapacidad”.
Aunque el municipio instaló freatímetros para monitorear las napas, los estudios disponibles —como el de la UNCuyo— datan de hace cinco años.
El trasfondo del conflicto
El terreno es de propiedad privada y estaba cedido al municipio mediante un comodato con los herederos. Esa relación permitía tareas de remediación y recuperación de materiales. Al interrumpirse esa dinámica, surgieron tensiones con antiguos explotadores. “Lo que se cortó fue una economía marginal, con condiciones paupérrimas, que no podía seguir funcionando”, explicó la municipalidad en una entrevista tiempo atrás.
El incendio que afectó el predio —con socavones y residuos invisibles— obligó a un abordaje técnico complejo. Camiones, maquinaria pesada, bomberos y Defensa Civil trabajaron durante días para enfriar el suelo y extinguir el fuego.
La denuncia formal
El domingo 24 de agosto, Ríos presentó una denuncia ante el Ministerio Público Fiscal. En ella, detalla la quema de basura, el humo tóxico, la afectación a la salud y el incumplimiento del cierre anunciado. Solicita que se investigue la responsabilidad institucional y se garantice el cese definitivo de las quemas.