Por Mercedes López San Miguel
Desde Quito para Página 12
En el salón protocolar del Palacio Carondelet, Rafael Correa apareció ante esta cronista con una sonrisa, modos afables y una apariencia indestructible. Cuarenta y ocho horas antes este hombre de 49 años había conseguido un triunfo electoral contundente, no sólo porque continuará ocupando el sillón presidencial, sino porque su partido Alianza País conquistó la mayoría especial de dos tercios en la Asamblea Nacional. Según anunció el presidente, Alianza País logró entre 97 y 98 escaños en la Legislatura unicameral de 137 miembros, lo cual habilita al presidente a hacer cambios en la Constitución aprobada en el 2008 a instancias del propio Correa. “¿Estoy bien sin corbata?”, dijo, vestido con una camisa celeste y un saco, antes de sentarse a conversar, rodeado de algunos colaboradores.
El mandatario de Ecuador, en una entrevista exclusiva con Página/12, contó lo que se propone para los próximos cuatro años, incluyendo sus planes en la relación con Argentina y la incorporación de su país al Mercosur. Con voz tranquila y un poco ronca, vestigio de la campaña, Correa respondió sobre todos los temas locuazmente, dando datos como el economista que es, y se refirió sobre la Ley de Comunicación de la que tanto han escrito por estos días los medios locales. “Aquí hay que buscar un equilibro adecuado: controlar los abusos de la prensa, pero sin que se caiga en censura previa”, señaló, insistiendo en que se debe cambiar una ley heredada de la dictadura. También habló de Guillermo Lasso, ex presidente del Banco de Guayaquil que obtuvo el segundo lugar en estas elecciones y a quien Correa identificó como un rival que se atiene a las reglas de la democracia.
–¿Cómo ve la relación con Argentina de acá a cuatro años? ¿Qué planes tiene?
–Tenemos que seguir profundizando la relación bilateral y tratar de equilibrar un poco el comercio. Es poco el comercio, pero bastante desbalanceado, porque básicamente compramos de Argentina. Y eso nos acercará más a la potencial entrada al Mercosur. A mí no me gusta mercantilizar las relaciones bilaterales. El vínculo con Argentina va mucho más allá de lo comercial, tenemos la misma visión en lo político. Cristina Fernández está diciendo cosas muy importantes, que también la decimos nosotros. Por ejemplo, estos tratados de inversión recíproca, que fueron una entrega total de nuestros países en manos de las transnacionales. ¿Ahora las transnacionales tienen más derechos que los seres humanos? Si usted quiere ir a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos a denunciar un atentado a los derechos humanos tiene que agotar todas las instancias jurídicas del país respectivo. Acá, cualquier transnacional puede acusar a un Estado soberano ante el tribunal de la ONU. Estos tribunales siempre condenan a los Estados y defienden al capital. Eso lo está denunciando Cristina muy fuertemente y nosotros también. Argentina y Ecuador solos podemos hacer muy poco. Mercosur y Unasur podemos hacer mucho. Tenemos que crear nuestras propias instancias de arbitraje y no estar sometidos a los arbitrajes internacionales que siempre están en favor del capital de las transnacionales. Ese es otro punto de coincidencia con Argentina: la coordinación política entre países puede hacer tanto.
–Por eso en su discurso habló de construir la patria grande.
–Es una necesidad. Analice las políticas económicas de antes de los Kirchner, analice aquí la política económica de la revolución ciudadana. Los subsidios, con los que tanto se rasgan las vestiduras las oligarquías y los neoliberales. Anteriormente los subsidios eran para los ricos, no para los pobres, ejemplo la sucretización del ’83, de las deudas de la burguesía. En el ’99 tuvimos el salvataje bancario, con 6 mil millones de dólares en esa época. Conformar esa patria grande es una cuestión de supervivencia. Nosotros imponemos las condiciones sobre ese capital transnacional. Lo que pasó con los trabajadores, competir precarizando la fuerza laboral, haciendo caer los salarios reales. Si negociamos en conjunto con el capital internacional, nosotros ponemos las condiciones.
–¿La dolarización de la economía ecuatoriana es una traba para la incorporación de Ecuador al Mercosur?
–La dolarización de nuestra economía es una traba para cualquier proceso integracionista y de liberación comercial, porque la dolarización significa establecer otra política monetaria. Un país que va hacia un mercado común, si tiene problemas se deprecia su moneda. Nosotros no tenemos moneda nacional, así que todo esto hay que pensarlo. La entrada al Mercosur nos exige eliminar muchos aranceles y subir otros; estamos haciendo el análisis del beneficio que tendríamos para presentárselo a los miembros del Mercosur para ver si hay perjuicios y nos pueden dar compensaciones, sobre todo considerando que Ecuador no tiene moneda nacional. A nosotros nos interesa mucho integrar el Mercosur y, modestia aparte, al Mercosur le interesa mucho integrar a Ecuador, porque sería un país con costa en el Pacífico. Y además, porque tenemos cercanía ideológica con el bloque.
–Cuando lo comparan con Hugo Chávez, y lo ven a usted como un sucesor en cuanto a liderazgo en la región, ¿qué contesta?
–Que se dejen de opinar un poquito. Yo creo que hablo en nombre de Cristina, de Evo, no buscamos nada para nosotros, como eso de ser un sucesor. Estamos para servir a nuestros pueblos, no sólo a la patria chica, Ecuador, si no, a la patria grande. Estaremos donde nos necesiten nuestros pueblos, sea como presidentes o en otras funciones.
–El Atpda (acuerdo de preferencias arancelarias con EE.UU.) vence dentro de poco. Perú y Colombia ya tienen tratados de libre comercio con EE.UU. ¿Qué va a hacer Ecuador?
–También está Bolivia. Las preferencias arancelarias nacen como una compensación por la lucha contra las drogas. ¡A que los países andinos tienen responsabilidad porque son los mayores productores de droga! Estados Unidos no dice nada de la responsabilidad que tienen por consumirla. Eduardo Galeano dice que las luchas contra la droga son compartidas: nosotros ponemos los muertos y ellos las narices. La Atpda nació en la administración Clinton como compensación en esa lucha contra las drogas que es extremadamente cara, que es una causa de la humanidad. Pero nosotros tenemos otras causas como la miseria, como niños sin escuelas, familias sin hospitales. Es una nueva forma de presión para los países que no se portan bien de acuerdo con la mentalidad de Estados Unidos. Cada año tenemos que estar con esta zozobra de si nos extienden las preferencias arancelarias. Si las extienden, bien, si no, sabremos salir adelante.
–Ahora que tendrá mayoría en el Legislativo usted ha dicho que una de las prioridades será la aprobación de la ley de comunicación. Sus críticos señalan que la misma crea un organismo gubernamental que regula contenidos y sanciona a los medios que difundan contenidos discriminatorias. ¿Cómo se garantiza la plena libertad de expresión?
–Usted no me va a creer lo que yo le voy a decir: yo no conozco el proyecto de ley. Esa fue una orden constitucional aprobada por el pueblo ecuatoriano en las urnas. Así como la prensa dice que esta ley se va a meter con los contenidos, no apoya el cumplimiento de la Constitución del 2008, que fue aprobada con el 63 por ciento de los votos y que impulsa una nueva ley de comunicación. La prensa la bloqueó sistemáticamente con sus cómplices en la Asamblea, usted sabe que hay asambleístas cómplices de los poderes fácticos. En todo caso, es una iniciativa legislativa que no conozco y ya le avisé al presidente de la asamblea que si va a tratarse el proyecto le pido una reunión para ver que no haya mayores vetos. Aquí hay que buscar un equilibro adecuado: controlar los abusos de la prensa, pero sin que se caiga en censura previa. Aquí en Ecuador sí hay ley de medios, una ley de la época de la dictadura, claro, sólo para medios audiovisuales e impresos. Y tiene concejo controlado completamente por el Ejecutivo, que puede hasta suspender canales de televisión. Entonces han inventado la patraña de que se quiere ahora controlar cuando tenemos que cambiar una ley de la dictadura.
–En el caso de los medios opositores, ¿cree que aprendieron alguna lección tras el intento de golpe del 30 de septiembre y su cuestionada cobertura?
–No. Todavía siguen negando que el 30 de septiembre (de 2010) existió. Increíble. Algunos, hace poco, publicaron una caricatura diciendo que el intento de golpe fue un invento: que las amenazas de muerte y los tiros contra el carro fueron un invento. Créame que existen un sectarismo y fundamentalismo en algunos medios, que como dice Cristina Fernández, son medios de oposición. Pero ni siquiera asumen su responsabilidad política, sino que cuando se los quiere hacer responder por sus posiciones políticas, ahí son medios de comunicación que piden que no los toquen. Estos señores bloquean una ley de comunicación que fue respaldada en el referéndum de 2011, para que no queden dudas de que el pueblo dijo que quiere esa ley. Y la siguen bloqueando.
–Otro de los proyectos que usted mencionó como fundamentales es el Código Penal. Sus detractores afirman que se criminaliza la protesta. ¿Qué puede decir sobre este punto?
–(Muestra una sonrisa burlona.) Mire cómo es la mala fe, el código actual tiene un problema, tiene una sección que se llama Sabotaje y Terrorismo, donde se castiga a los que cortan caminos, arrojan piedras contra carros, etcétera. Nosotros tenemos que sancionar esas acciones, pero no tendrían que estar en la sección Sabotaje y Terrorismo. Esa tipificación es equivocada y ya está corregida en el nuevo código. Los que sacaron esos slogans de la criminalización de la protesta obtuvieron tres por ciento de los votos, para que vea a quienes representa. La principal preocupación del pueblo ecuatoriano es la seguridad. El actual Código tiene más de 70 años y establece delitos que ya no existen, y no incluye otros que se dan ahora como el sicariato. El nuevo Código Penal fue enviado hace un año a la asamblea, pero para hacerle daño a Correa, para que fracase la lucha contra la inseguridad, que maten a nuestros hijos, que destruyan a nuestra familia, no lo aprueban. Pero gracias al pueblo ecuatoriano ese Código va a salir.
–¿Su gobierno impulsará una ley de matrimonio entre personas del mismo sexo?
–No. La Constitución dice que el matrimonio como institución es entre personas de diferente sexo. Nosotros promocionamos mucho los derechos y la no discriminación de ninguna persona por ninguna causa, menos por sus preferencias sexuales. La Constitución reconoce uniones de hecho, por ejemplo los derechos a heredar, pero claramente la Carta Magna dice que el matrimonio es entre un hombre y una mujer.
–¿Propondrá una ley que despenalice el aborto?
–En lo personal no impulsaré ninguna ley que vaya más allá de los dos casos que están ya contemplados en la legislación actual, en caso de una violación a una mujer con discapacidad intelectual y en el caso de estupro, cuando se viola a una menor.
–Cuando dijo este domingo que con algunos dirigentes opositores no iba a dialogar, ¿estaba incluyendo a Guillermo Lasso?
–No. Estamos muy contentos de que se haya consolidado una derecha ideológica, por fuera de una partidocracia saqueadora y corrupta. Lasso tiene un discurso coherente con su ideología, aunque no estemos de acuerdo con ella. La praxis, lo que se dice y lo que se hace. El mismo ha tenido declaraciones muy acertadas, muy decidoras, cuando reconoció la derrota y dijo “somos la segunda fuerza electoral y vamos a inaugurar la oposición en el Ecuador”, está reconociendo que lo que no hemos tenido era una oposición. Bienvenida la oposición democrática. En América latina no hemos tenido oposición democrática, hemos tenido oposición conspiradora. ¡Lucio Gutiérrez apoyó el golpe de Estado del 30 de septiembre! Aquel día los opositores se reunieron en un hotel cinco estrellas a beber whisky importado celebrando la caída del gobierno. Cuando fracasaron en su intento porque el pueblo ecuatoriano salió a la calle a defender la democracia, todavía pidieron una amnistía para todos los asesinos. Lo que dijo Lasso es muy acertado, y es que va a inaugurar una oposición democrática. Hemos tenido golpismo, conspiración permanente, en complicidad con algunos medios de comunicación.
–Usted dijo en la campaña que el proceso ecuatoriano va más allá de su persona. ¿Preparará a un delfín político como hizo Lula con Dilma Rousseff?
–Estamos preparando centenas, sino miles de cuadros jóvenes. Analice nuestra lista de candidatos asambleístas y el promedio de edad que tienen. Tenemos gobernadores de 25 años, mujeres, confiamos mucho en la juventud y en las mujeres. En el gabinete hemos tenido ministros de 28 años. Confiamos mucho en los jóvenes, estamos preparando a muchos cuadros para que tomen la posta. De acuerdo con la Constitución puede ser candidato a partir de los 35 años, por ahí nos pasamos con la juventud. Y después de cuatro años los jóvenes tendrán sólo 33 (se ríe). Nuestro proyecto político no es Correa, es la revolución ciudadana y sobrepasa a cualquier persona.