Sátira, border, transpirada, inspirada. La fiesta de la vendimia gay surgió en 1996 como una versión burlona de la celebración oficial, donde virginales veinteañeras ofrecían sus dotes en carruseles, cócteles y pasarelas a cambio de una corona de oropel que cambiaba de testa al cabo de un año. En esos años los gays eran una supuesta mayoría silenciosa para la supuesta mayoría de los mendocinos.
Los funcionarios de entonces, cuando la prensa les preguntaba sobre esta otra fiesta, la que se hacía en un conocido boliche de Guaymallén, se ponían colorados como tomate perita.
Sin embargo, todo pasaba en la misma Mendoza. Y hasta había un punto de fusión: los mismos gauchos que zapateaban varoniles en el escenario del Frank Romero Day luego corrían al Frank Romero Gay, como llamaban al otro escenario, el de Queen, y le ponían el pecho a los ponchos con lentejuelas. Primero cargaban en sus hombros a la Virgen de la Carrodilla, y más tarde llevaban en andas a un Drag Queen.
Pasaron 14 años desde la primera fiesta de la vendimia gay hasta la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, que otorgó derechos civiles a la supuesta minoría que, según se vio en las afueras del Congreso y luego en los festejos, no era tan minoritaria.
Bajo esa bandera de ley -resistida y votada en contra, entre otros, por Adolfo Bermejo, de Maipú, la tierra que ahora aloja el estadio donde se hace la vendimia para todos- surgieron verdaderos batalladores de derechos a reivindicar, pero también le sacaron punta al lápiz los marketineros de la igualdad de consumo. Todo bien con los gays, billetera en mano.
De allí a la promesa de vivir la "Vendimia para todos" en un espacio cerrado por 5 mil pesos, tres espumantes y baño exclusivo, sin escalas. Hay de todo en la viña del señor y en la Mendoza del sol y del buen vino hasta las 23 y de las calles sin skaters. Hubo una vez una primera vendimia gay, una primera reina de la vendimia gay y un VHS! de esa primera vez, rescatado del polvo del olvido por esa soberana, Ana Laura Nicoletti, que resiste detrás de la barra de ese boliche, como la primera vez.
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