River quedó a tiro de la eliminación de la Libertadores tras un insólito empate con Juan Aurich en el Monumental

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River tuvo todo para golear a Juan Aurich, pero dilapidó una a una la media docena de opciones clarísimas de gol, sobre las 20 que tuvo a lo largo del juego y en el minuto final el conjunto peruano logró igualarle. El resultado, como en el cotejo de la semana pasada en Chiclayo, fue 1 a 1, y ocasionó que Tigres, de Monterrey, sea el primer clasificado del grupo 6 a los octavos de final de la Copa Libertadores de América.

La noche se presentaba propicia para que el equipo resumiera en apenas 90 minutos todas las reivindicaciones posibles ante su gente, a caballo por supuesto de la impostergable necesidad de sumar tres puntos que lo sacaran del fondo de la tabla de posiciones de su zona.

Y de hecho la presión y el ataque constantes del conjunto hoy dirigido por Matías Biscay (Marcelo Gallardo fue suspendido por dos partidos tras haberse referido en forma descomedida al árbitro del partido ante este mismo conjunto peruano la semana pasada) lo pusieron al "millonario" de cara al buen arquero Pedro Gallese desde el instante inicial del juego.

Las situaciones de gol empezaron a merodear inmediatamente y los visitantes parecían un equipo de otra categoría ante el aluvión riverplatense que se volvía incontenible para su última línea.

Por eso no sorprendió, o sí por lo tardío, que recién a los 25 minutos llegara la apertura del marcador, que se produjo además por una acción que se "ensució" dentro del área visitante y terminó definiendo uno de los menos pensados: el lateral derecho Gabriel Mercado.

Y también como la situación lo indicaba, River apretó el acelerador en pos de más goles, porque con Tigres de Monterrey (10 puntos) cortado en la cima del grupo, la segunda plaza se definirá por un estrecho margen y para ello la diferencia de tantos puede resultar clave.

Pero sobre Núñez hay cielo nublado de un tiempo a esta parte y el sol es reticente a salir para este equipo que no hace más de dos meses era considerado por lejos como el que mejor fútbol practicaba en Argentina, y con eficacia como valor agregado.

Por eso River empezó a engarzar una situación más clara que la otra frente al arco visitante, convirtiendo al arquero Gallese en figura y a los palos en sus mejores aliados, al punto que el colombiano Teófilo Gutiérrez estrelló el balón en los tres que componen la valla cuando promediaba el segundo período, y dos de estas acciones se registraron en la misma jugada.

Pero cuando estas cosas suceden en el fútbol, existe una ley no escrita que suele cumplirse con la dureza de la injusticia: "los goles que no se convierten en el arco rival, se padecen en el propio".

Si River hubiese ganado 5 a 0, nadie se hubiera escandalizado, pero que le terminaran empatando cuando restaba apenas un minuto, sí fue el efecto que produjo en la parcialidad local.

Es que en el último de sus esporádicos intentos el equipo peruano llegó a la paridad con un remate alto de Marcos Delgado y esto provocó un efecto devastador en el grupo, ya que River quedó último junto a San José, de Oruro, ambos con tres unidades, mientras que Juan Aurich llegó a cinco tras sendos empates por 1 a 1 con River, y fundamentalmente convirtió a Tigres en uno de los dos primeros clasificados a octavos de final, junto a Boca Juniors en el grupo 5.

Ahora, el 7 de abril San José recibirá en Bolivia a Juan Aurich y al día siguiente River visitará a los mexicanos. Si los peruanos ganan en Oruro y los de Núñez pierden en Monterrey, el equipo argentino habrá quedado definitivamente sin chances de acceder a los octavos de final.

Fuente: Télam

Los goles

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